Recuerdo
que hubo un tiempo en el que yo pronunciaba orgullosos esa frase de “Yo paso de
la política”, ya que con ella reafirmaba mi posición en el mundo como un joven
independiente y alejado de las preocupaciones de los adultos. Pero cumplí los
dieciocho y con el derecho a voto comenzó un lento pero imparable conocimiento
de la situación política de mi país. En esa época teníamos una derecha fuerte
de la mano de Aznar y una izquierda fofa, gastada y melancólica con un Felipe
Gonzalez que reunía las mismas cualidades. Y yo, ajeno a ver más allá, solo
distinguía colores y conceptos básicos.
Seguía
sin ser alguien interesado en política, pero sí consciente de su importancia y
fue por ello por lo que reconozco que llegué a ilusionarme en la primera
legislatura de Zapatero, y sentirme bien con una situación en la que además
había participado. Era un “Joder, ganan los míos y encima lo hacen bien”.
Recuerdo, como anécdota, que en esa época trabajaba en una empresa que manejaba
mucha prensa extranjera y me sorprendía ver cómo en otros países se decían
maravillas de la gestión de Zapatero mientras que en España no dejaban de
echarle mierda encima; fue allí cuando descubrí que la prensa de este país es
básicamente de derechas y parecen tener muy poca profesionalidad periodística.
Pero anécdotas aparte, como decía, me ilusioné con la llegada de Zapatero y me
cabreé al ver su declive y sus cada vez más abundantes políticas de derechas.
¿Qué estaba pasando? Y fue así como llegué a una conclusión.
Llegué
a la conclusión, como decía, de que la derecha y la izquierda no son tanto
cuestiones ideológicas como de actitud. La derecha es ese pilar rígido y frío
pero firme y que da seguridad, mientras que la izquierda es un río de lava que
busca cambiar el paisaje hasta que se enfría y se convierte en un pedrusco a
los pies del pilar de antes. Recuerdo, otra anécdota, a un tertuliano de la
radio afirmar que España era un país mayoritariamente de izquierdas ya que no
poseía ningún partido (importante) de extrema derecha, como sucedía en otros
países europeos. Mi opinión es que España no necesita a ningún partido de extrema
derecha ya que todos son de derechas. Por supuesto hay excepciones, pero ya se
están encargando de sofocar ese fuego con demagogias y miedo.
Como
decía, y a ver si acabo ya, es que estas últimas elecciones han sido para hacer
la maleta y largarse a Andorra. Se supone que los dos pilares de la democracia
son la elección de nuestros gobernantes por parte del pueblo y la posibilidad
de que distintos partidos tengan a su vez voto en las políticas que se van a
realizar. Pero no. Aquí o hay un ganador indiscutible que pueda convertir la
democracia en una dictadura de cuatro años, o nadie se pone de acuerdo en nada.
Y hay que votar otra vez. Y allá que vamos. Pero recordad: No votéis a los
mismos que votasteis o el resultado será el mismo y caeremos en un bucle
democrático-regenerador del que jamás saldremos. Y segunda norma: No votéis a
Podemos no sea cosa que algo cambie de una vez y no sepamos adaptarnos. Temed,
no penséis, y sonreíd a la cámara mientras echáis la papeleta.
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Por variedad no será... aunque luego siempre ganen los mismos. |
Hola,
ResponderEliminarTras leer este texto, y viendo la foto que tienes en portada del blog, me ha entrado una gran melancolía. Parece que no hay relación entre esas dos cosas, pero sí la hay. Lo que pasa es que reconozco que hay que alejarse mucho, muchísimo, para verlo y entender mi melancolía.
En mi opinión tienes razón. Y no sé qué más puedo añadir.
Soy CdP y firmo sin entrar en Google porque siempre que lo intento me borra lo escrito. Un fuerte apretón de manos, un abrazo.
Siento haberte dado tanta pena. Pero seguro que no tanta como cuando se celebren las nuevas elecciones.
EliminarEcho de menos alguna foto impactante, de esas que hacen mella, unas grandes, exuberantes y llenas urnas de votos. Que eso siempre impacta en los partidos.
ResponderEliminarSi pones una tetas lo bordas.
Te parecerá inquietante, pero google no conoce de ambos temas juntos. Tetas y urnas (o elecciones o democracia) no arrojan resultados claros. Habrá que explotar ese vacío.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminarcreo que Cicciolina era nuestra respuesta para este cambalache.
Eliminar¿Sabes que si nadie vota lo mismo por unas extrañas matemáticas el resultado podría ser igual que el anterior? Esto es el gatopardo...
ResponderEliminarEntonces nos ponemos de acuerdo y la mitad votamos al mismo y la otra mitad a uno distinto.
EliminarY si hay algún impar que vote a UPyD.