sábado, 16 de noviembre de 2019

De bocadillos y zapatos


Otra entrada que me da pereza escribir y la hago en vídeo.
Pero os prometo que la proxima será de verdad, de las que podéis leer sin que los de al lado se enteren de las mierdas que veis en internet.







miércoles, 6 de noviembre de 2019

De huesos y asimetrías.


Después de mi experiencia con esa señora de la acupuntura* me prometí no volver a acudir a lugares de masajes o tratamientos varios sin tener buenas referencias, pero mi dolor de espalda no solo no remite sino que parece acrecentarse con los años y desesperado, acepto la recomendación del amigo de un conocido que aseguraba que al primo de su cuñado le había ido muy bien cierto osteopata y allá que voy.
Es de noche ya y busco la dirección ayudado por el google maps en uno de los barrios más laberínticos del pueblo y que como no era de extrañar, nunca había pisado. Es una zona de casas bajas, a la antigua usanza, de esas en las que señoras mayores se asoman a mirar por los visillos en cuanto oyen pisadas y los perros en lugar de tranquilizadores ladridos lanzan inquietantes miradas de reproche. Me siento incómodo y la sensación no se disuelve al encontrar el lugar.
Una casa normal, como no, sin carteles indicadores, sin ningún tipo de referencia y cuando llamo tienen que abrir media docena de pestillos, cerrojos y candados. Me recibe un chaval sonriente con las manos manchadas de aceite y me hace pasar a una sala de espera que no es otra cosa que un saloncito de esos con revistas y una tele sin mando en la que solo se puede ver el programa ese del zumbado de George de la jungla. En el episodio de hoy unos nativos de filipinas le invitan a dormir en su casa y él casi se la desguaza tratando de hacerle una foto a una araña. Por suerte me llaman ya y no tengo que ver como se deja morder por algo venenoso y luego hace como que se medio muere.
Paso a la sala de tratamiento, o como se llame y antes que nada el profesional en la materia me hace varias preguntas. Que cual es mi problema, que quien me ha hablado de él, que desde cuando me duele, que si la tortilla con o sin cebolla… Luego me hace quitar los zapatos y examina las suelas; me indica que tengo una pisada irregular teniendo en cuenta el desgaste y me mira con severidad.
-Esto puede ser por tener una pierna más larga que la otra -me dice.
-Hombre, todos somos asimétricos dicen, y es normal tener unos milímetros de…
-Ni milímetros ni pollas. Fíjate en esto.
Entonces saca un metro, mide desde el hueso occipital hasta el tobillo y no hay duda. La izquierda me mide 102 cm y la derecha 114.
-¿Ves? -me dice tan pancho -. Tienes una diferencia de 12 centímetros. Eso te causa una cojera que deriva en el dolor de espalda.
-¿12 centímetros de diferencia? ¡Eso es una locura! No puede ser, vuelve a medir.
-No es necesario medir. Se ve a simple vista. Lo he notado con tu caminar oscilante, a lo Fraga que en paz descanse.
-Bien muerto que está el hijoput… Pero no me desvíes el tema. ¿Voy a tener que llevar unas de esas botas con plataformas? No voy a ligar en mi vida.
-Sí, sin duda, pero ya que mencionas la desviación… -comienza a explicarme -. Tu columna está algo torcida hacia la izquierda. Así a ojo… Unos 70 grados.
-¿Qué? -respondo azorado, sea lo que sea que signifique eso -. Setenta grados es una barbaridad. Me habría dado cuenta.
Entonces el tío deja caer un pañuelo de seda al suelo y me pide que lo recoja con una mano y con otra. Con la izquierda lo recojo sin problemas pero con la derecha me cuesta horrores.
-¡Esa es la prueba! -exclama emocionado -. Tu brazo izquierdo está como a un palmo del suelo de normal, mientras que el derecho queda bastante más lejos. ¿De verdad nunca lo habías notado?
-Pues ahora que lo dices, igual si que… ¿Pero entonces esto también tendrá que ver con mis mareos y falta de equilibrio? Porque es otro de los problemas que te quería comentar.
-No. No creo -me responde tomando notas en su libreta -.Eso será cosa de la joroba.
-¿¡También soy jorobado¡?
-Sí. Y mucho. A lo Gerard Depardié.
-Pero… Yo me miro en el espejo y me veo bien.
-Porque también tendrás dismorfofobia. Tu cerebro modifica tu aspecto para que no te suicides y al mirarte te ves como un hombre atractivo y con pelazo.
-¿Tampoco tengo pelo?
-No.
-Joder… Con razón no ligo nada. Soy un puto engendro infernal.
-Si.
-¿Y qué puedo hacer? ¿Tendrá arreglo via cirujias, implantes óseos y electroshocks?
-No hombre, no te preocupes. Unas sesiones de masajes y te llevo al sitio.
-Anda pues que bien, ya me quedo más tranquilo.
-Solo serán cien sesiones para empezar.
-Las que hagan falta. Ah. Y cobrame lo que quieras.
-Por supuesto que lo haré. Faltaría más.
-Será un placer.
-Igualmente.
-…
-¡Qué?
-Vamos terminando esto. ¿No?
-Cuando tu quieras, que eres el que escribe.
-Claro, total, seguro que ya nadie está leyendo.
-¿Tu crees?
-Seguro. Luego comentan con un “jajaja” y se quedan tan panchos.
-Pues ale, al lio.
-¿Qué lio?
-Lo de los masajes. A eso has venido.
-Cierto. Me había travisculado.