Como
todos y todas ya sabréis, nuestra sociedad se mueve a base de modas. Algunas
son cosas superficiales, como la de vestirse de adefesio en los ochenta o el
teñirse el pelo de amarillo pollito cuando el primer Gran Hermano y suelen
escapar de cualquier discusión con esa frase de “es que a mi ya me gustaba de
antes”; pero hay otras modas que afectan a lo más profundo, a las ideas y
principios de cada uno, haciendo que ciertas cosas afloren con mayor o menor
facilidad. Y si hasta hace poco lo que molaba era decir cosas como “todas las
personas somos iguales independientemente del color de piel” ahora mismo y tras
la tragedia sucedida en Nijar y los disturbios de Lavapiés, la frase más
escuchada en las calles los medios y los bares es “yo ya sabía que había sido
la negra” o “es que ya son mas de los suyos que de los nuestros” y ello, con el
apoyo de los poderes fácticos ha hecho que el racismo vuelva a estar de moda y
cuando se acusa a alguien de ello te responda “es que yo ya era racista de
antes”. Si señores. Si señoras. Esta sociedad no deja de sorprender buscando
excusas hasta debajo de las piedras para ser más insolidarios, intolerantes,
irrespetuosos y mezquinos cada vez. ¡Bienvenidos al mundo del mañana! Pero no
nos emocionemos que esta entrada va en otra dirección.
Como ya
sabréis si sois habituales de este blog o incluso si tenéis el infortunio de
conocerme en persona, soy un gran defensor de las palabras, de la correcta
dicción y me gusta guiar a mis conocidos y no tan conocidos por el verdadero
camino del lenguaje bien utilizado y es por ello que ante esta avalancha de
racismo que no puedo hacer otra cosa que escribir para aclarar algo que quizás
el grueso de la población (y con ello no me refiero a un gordo en concreto si
no a la gente en general), no sepa. Y mi reivindicación no es otra que la de
utilizar bien la palabra racismo. Vamos a ello.
Según
todos los expertos en antropología, también llamados “antropologos”, subdividir
la especie humana en razas es un error, ya que genéticamente todos somos
idénticos (si, si, ya lo sé, esa peli porno que viste el otro día no decía lo
mismo, pero eso son detalles casi sin prácticamente demasiada importancia), por
lo que no existen razas dentro de nuestra especie y autodenominarse racista es,
por lo tanto, un error. Yo, por ejemplo soy racista. Racista de verdad. Racista
de los buenos. Y es que yo odio a los koalas. Esos putos monitos orejones de
mierda. Os lo explico:
Los
koalas parecen inofensivos si los miras así de refilón. Viven en sus árboles,
comen hojitas y si los agarras te abrazan con cariño. ¿No es así? Pues no. Los
Koalas tienen una mirada cruel, impasible, oscura… Sus ojos son pozos
insondables de maldad y esperan pacientemente, ocultos bajo esa apariencia
inofensiva, a evolucionar un poco más y despedazarnos con sus abrazos
estranguladores y sus garras aceradas +2 al GAC0. La misma naturaleza nos avisa,
ya que la ingesta de hojas de eucalipto en los seres humanos provoca nauseas, vómitos,
epilepsia y contiene una neurotoxina que en dosis altas causa muerte permanente
no revisable. ¿Qué esperar de un animal cuyo sustento básico es veneno para
nosotros? Pues eso. Son el mal. Nuestros sustitutos como especie dominante en
este planeta. Odio a los koalas y puedo asegurar que si por el motivo que fuera
tuviese que irme a vivir a Australia, me daría mucha ansiedad.
Y
volviendo al tema anterior para ponerle fin a esta entrada que ya se me hace
larga (como el de la peli porno de antes), comentar que cuando queráis mostrar
vuestro desprecio hacia aquellos y aquellas con otro color de piel, religión,
idioma o cultura, la palabra a utilizar sería “etnocentrismo”, que se utiliza
menos porque hasta ahora se solía sustituir por “ser gilipollas” y éstos,
faltos de capacidad para aprender palabras nuevas, sustituían por “racismo”.
Así que ya lo sabéis. Cuando os pongan a alguna persona de otra nacionalidad/
color en la tele culpable de algún delito por común que este sea y aunque el
porcentaje de crímenes cometidos por personas parecidas a vosotros sea
muchísimo mayor, decid “yo ya lo sabía porque ya era gilipollas de antes”. De
nada.
Sonoro aplauso por la conclusión final.
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