Dicen
que caminar es uno de los ejercicios mas sanos que existen, además de uno de
los grandes placeres infravalorados de esta vida; es por ello que yo añado que
si a la vez que caminamos nos comemos un buen pastelito de chocolate, mejor que
mejor. Y fue a causa de esta filosofía que ayer mismo mientras regresaba de una
de mis peregrinaciones a librerías para comprobar que mi libro definitivamente
no se vende, me topé con una panadería que me llamó la atención. En su interior
se exhibían cual prostíbulo del azúcar, dulces de toda índole y forma. Atraído
por el aroma a hipoglucemia entré y de entre toda la variedad (cruasanes,
pasteles, bollos, rosquillas…) me fijé en un pastelito no demasiado grande pero
recubierto con una fina capa de chocolate. Me gustó pero no me precipité, si no
que le pregunté a la bella dama de detrás del mostrador cuales eran sus
características.
-¿Lleva
chocolate también por dentro, o SOLO por fuera? –le dije dejando claro que no
aceptaría un bollo sin chocolate por dentro.
-No,
don caballero lleva solo por fuera– me respondió ella un poco asustada pero sin
perder la exquisitez de su educación-, pero puedo rellenarlo.
-¿Cómo?
-Rellenarlo.
-¿Así
de fácil?
-Claro.
Esto es una repostería y tenemos instrumentos diseñados especialmente para tal
cometido –me explicó.
-En ese
caso no veo porqué no deberías rellenármelo.
Y así
la chica se hizo con el bollo señalado sabiamente por mi índice, que es mi dedo
mas goloso y experto en el tema y se lo llevó hacia dentro, pero antes de que
desapareciera por completo le pregunté si podía acompañarla a presenciar tal
milagro a lo que ella, tras mirarme de arriba abajo y seguramente verme
demasiado débil e incapaz de hacerle ningún daño, accedió.
La
máquina de rellenar bollos recordaba a un telescopio gigantesco adosado a un
depósito de chocolate líquido a una temperatura diez grados superior a la
ambiente. Su parte superior rebasaba el techo de la sala, que se abría en una
cúpula acristalada desde la que se veía Casiopea de una forma bastante clara
para ser media tarde y la inferior terminaba en un émbolo que supuraba
chocolate. Ese extremo fino como una aguja de anestesiar cabras silvestres para
sus habituales chequeos veterinarios se introducía en una cápsula estanca a
baja presión en la que la chica depositó el bollo listo para la rellenación.
-Métete
en la sala de seguridad y colócate las gafas de seguridad, los guantes de
seguridad y la bata de seguridad –me dice casi como una orden. Parece que se ha
puesto seria.
-¿Si
todo era de seguridad porqué lo has dicho tantas veces en lugar de poner comas?
–trato de bromear con ella para distender los ánimos.
-Porque
tengo mala ortografía hablada –me responde mientras acciona los mandos del
dispositivo.
La
máquina empieza a emitir sonidos y a activar paneles y medidores. El depósito
comienza a burbujear y lentamente el chocolate desciende desde la parte más
alta hacia el punto estrecho del aparato. El bollo comienza a adquirir una
forma mas redondeada.
-¿Está
bien así? –me pregunta – Este es el nivel de relleno estándar para un bollo de
estas características y supone la ración recomendada por todos los
especialistas.
-¿Se
puede mas?
-Si,
pero…
-Pues
dale caña al émbolo, nena.
Mis
palabras parecen devolverle el humor y acciona una palanca que hace que de la
parte superior unas turbinas dejen escapar sibilantes chorros de vapor. El
chocolate se introduce en el bollo que cada vez está más terso y brillante.
-He
duplicado la cantidad de relleno –me dice satisfecha. –Cualquier nutricionista
a la vista de este bollo se vería obligado a huir al máximo permitido por su
movimiento y de no poder escapar, sería destruido.
-¿Se
podría mas?
La
chica se queda en silencio, me mira a través de los cristales empañados de sus
gafas protectoras y me sonríe.
-Quizás
otras reposteras no podrían, pero yo puedo intentarlo.
-Hazlo
o no lo hagas… -comienzo a decirle.
-…pero
no lo intentes –termina ella.
Levanta
un panel cubierto con una tapa con señales de advertencia y comienza a accionar
conmutadores. Una serie de luces se encienden una tras otra creando una línea
cromática preciosa y la máquina vibra violentamente. El zumbido inunda la sala
mientras el bollo se hincha peligrosamente.
-Ponle
un poco mas y ya está –le digo.
-¡Que!
–grita ella entre el ensordecedor ruido del chisme.
-¡Que
le pongas un chorro mas y ya estará bien!
-¡De
acuerdo, pero si nos pasamos podríamos crear un agujero neg…
Y de
pronto la realidad se pliega sobre si misma, el tiempo se desvanece y la
galaxia entera es absorbida con la implosión del bollo, que colapsa el tejido
espaciotiempo con su densidad chocolatera. Todo se va a tomar por culo excepto
yo que en mi cámara de seguridad contemplo como el universo se desintegra y reintegra
de nuevo, expandiéndose a una velocidad de vértigo y volviendo a tejer la
realidad ante mis sorprendidos ojos.
La
repostera me entrega mi bollo con un relleno ridículo y le pago. Salgo a la
calle y no tardo en darme cuenta de que la realidad ha cambiado. Banderitas en
los balcones, gentes absurdamente felices llevando camisetas blancas atadas al
cuello… No es apreciable en la calle, pero cuando llego a casa y pongo la tele
es cuando descubro la diferencia. El mundo tal y como lo conocía ha sido
desintegrado y retransformado en un presente distópico en el que los humanos no
eligen a sus lideres entre los mas cualificados inteligentes y capaces si no
todo lo contrario. Los discapacitados que gobiernan el mundo en esta realidad
son aplaudidos y vitoreados incluso cuando toman las decisiones más absurdas, injustas y
retrógradas posibles. Las escasas personas que se libran de tal característica
luchan en vano contra los grandes medios, los cuales los vilipendian y les
sofocan con titulares absurdos pero que parecen calar en la gran población
idiotizada, que ve con buenos ojos que metan en la cárcel a los artistas y
opositores al régimen que ellos mismos han elegido.
Definición gráfica de la realidad social. |
No sé
donde iremos a parar… aquí a cualquier cosa lo llaman relleno.
Enormérrimo el final. Me ha encantado.
ResponderEliminarGrácias. A ver que tarda la policía del pensamiento en detectarme y venir a por mi... Si veis que no actualizo en unas semanas, borrad el historial del navegador y decid que no me conocéis.
EliminarY el chocolate de fuera, era "founde" o bombón??
ResponderEliminarEs muy importante, para saber cómo volver al mundo original y no caer en otro dónde gobierne... Digamos...
El de fuera era crocanti de ese. El que se seca rapido. Pero creo que es irrelevante.
Eliminar