Habréis
notado, oh fieles y abnegados lectores, que el blog se está actualizando menos
últimamente. Los que todavía conserváis algo de fe en mi pensaréis que estoy
trabajando duro en mi próximo libro, el cual me catapultará por fin a la fama y
con ello podré dejar de escribir en este infecto lugar, pero lo cierto es que
no. Escribo menos porque tengo hormigas en el escritorio y cuando me siento a
ser productivo pierdo el tiempo espolsándolas.
Al
principio pensaba que venían en busca de comida pues es lo normal en estos
bichos. Solía almorzar delante del ordenador y eso implicaba mollas de magdalena
(ahora fragmentos de muffin), trocitos de galleta, gotitas de leche con colacao
que se me salen a veces por la nariz… Así que me tomé en serio el tema de la
limpieza y dejé la mesa y sus aledaños como los chorros; además dejé de comer
aquí y si lo hacía era bajo una estricta supervisión de residuos móllicos, pero
ni así. Las hormigas seguían apareciendo, cada día, en cada momento. Las
mañanas, que hasta ahora consistían mi único momento productivo se perdían
quitándolas de mi zona de trabajo (yo no las mato pues soy pro vida aunque como
carne y me dan igual las cabras esas que se mueren cuando compramos aguacates)
y cuando quería darme cuenta ya se había agotado mi tiempo de asueto.
Comencé
a preocuparme. Si no era comida… ¿Qué otra cosa podrían querer esos insectos
himenópteros? Decidido a llegar hasta el fondo de la cuestión, comencé a
observar sus hábitos. Al contrario de lo que suele suceder, esas hormigas no se
movían en fila india si no que parecían actuar por libre, cada una a su puto
gáser y tal comportamiento me intrigaba. Finalmente y tras varios días de
seguimiento intensivo logré descubrir algo extraño: ninguna de esas hormigas
parecía interesada en la comida; de hecho la ignoraban cuando se la ponía como
cebo. En cambio, deambulaban entre mis papeles, el teclado y la impresora.
Parecían atraídas por las letras, sin duda, así que me fijé en una de ellas que
se había metido entre unos relatos impresos, la esperé sin molestarla y pude
ver como se hacía con una letra S y se la llevaba hacia su nido, seguramente.
La seguí sigilosamente hasta una pequeña oquedad tras mi escritorio en la que
varias de sus compañeras arrastraban letras impresas o virtuales, acumulándolas
con vete tu a saber qué motivos. Me sentía profundamente inquieto así que
decidí averiguar qué pasaba ahí dentro.
Afortunadamente
todavía guardaba una microcámara de un colonoscopio que el médico se olvidó en
mi última exploración y tras aclarar un poco la lente, la introduje en el
hormiguero. Al principio solo veía hormigas asustadas ante el nuevo invasor
pero lentamente fui adentrándome en las galerías inferiores donde guardaban
varios folios extendidos, los cuales supongo que introdujeron dificultosamente
bien enrollados y en ellos iban ordenando las letras. Gracias a la tecnología
rectal pude leer un fragmento de una de ellas y decía así:
“Es el silencio la única flor
que horada la tumba
y busca la pérdida
y anhela el pasado
parecido a una oruga
como hormiga pisoteada
como flor bajo el zapato
como hombre
barrido por el viento.”
que horada la tumba
y busca la pérdida
y anhela el pasado
parecido a una oruga
como hormiga pisoteada
como flor bajo el zapato
como hombre
barrido por el viento.”
Mi sorpresa fue mayúscula cuando recité ese poema escrito en
prosa de excelente manufactura. ¿Pero cómo era posible? Quizás esa colonia viéndose
saciada a nivel alimentario habían decidido, utilizando su inteligencia
comunitaria dedicarse a otros menesteres ¿Podría ser que la proximitud de mi
estudio las hubiese imbuido de cierta curiosidad y ello a aprender a escribir?
En cualquier caso la perfección del poema era tal, que sin ninguna duda me
habían superado a mi, su mentor, su maestro… Turbado seguí leyendo:
“Yo he sabido ver el misterio del verso
que es el misterio de lo que a sí mismo nombra
el anzuelo hecho de la nada
prometido al pez del tiempo
cuya boca sin dientes muestra el origen del poema
en la nada que flota antes de la palabra
y que es distinta a la nada que el poema canta
y también a esa nada en que expira el poema:
tres son pues las formas de la nada
parecidas a cerdos bailando en torno del poema
junto a la casa que el viento ha derrumbado
y ay del que dijo una es la nada
frente a la casa que el viento ha derrumbado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las formas
ese amanecer que recuerda a la nada;
triple es la nada y triple es el poema
imaginación escrita y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino amplitud de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando allí entre las ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema
de que nada se ha escrito ni se escribió nunca
y ésta es la cuádruple forma de la nada.”
que es el misterio de lo que a sí mismo nombra
el anzuelo hecho de la nada
prometido al pez del tiempo
cuya boca sin dientes muestra el origen del poema
en la nada que flota antes de la palabra
y que es distinta a la nada que el poema canta
y también a esa nada en que expira el poema:
tres son pues las formas de la nada
parecidas a cerdos bailando en torno del poema
junto a la casa que el viento ha derrumbado
y ay del que dijo una es la nada
frente a la casa que el viento ha derrumbado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las formas
ese amanecer que recuerda a la nada;
triple es la nada y triple es el poema
imaginación escrita y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino amplitud de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando allí entre las ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema
de que nada se ha escrito ni se escribió nunca
y ésta es la cuádruple forma de la nada.”
Esta segunda lectura me dejó todavía más asombrado que la
primera. ¿Acaso me encontraba ante una forma superior de literatura que había
aprendido del humano para llegar a un nivel suprahumano? ¿Acaso eso era la
prueba irrefutable de que...? Pero un momento… ¿Cuádruple forma de la nada? Eso
me sonaba. Me recordaba a… ¡Leopoldo Maria Panero! ¡Era un plagio! Las hormigas
comenzaron a correr desesperadas, avergonzadas por mi descubrimiento,
desordenando las letras de nuevo y tratando de componer nuevos y originales
versos que ni siquiera pasaban de mediocres. Estúpidos insectos… No se puede
rimar con diminutivos… Y así sellé con silicona su agujero dando por terminada
esa absurda distracción.
No he pillado lo de Norah Carter, pero ha estado bien el relato. Me ha hecho especialmente gracia cuando usas la "tecnología rectal" para espiar a las hormigas copionas.
ResponderEliminarcuando aclara la cámara... es bastante... no sé como describirlo.
EliminarLo de Norah carter es porque según dicen sus libros son plagios d eotra autora... Ha habido mucha polemica con el tema, pero veo que no estáis tan metidos en el mundillo de la novela romántica autoeditada como yo.
EliminarAnonadado me he quedado. Tampoco queda bien rimar con participios.
ResponderEliminar¿No? Voy a probar...
Eliminar"Y así descubrí que todo lo que había vivido,
no era más que lo poco que había leído.
Que todo lo que pensé haber amado,
jamás por mi había sido deseado"
Muy fácil. Es verdad.