Anoche lo volví a intentar. Haciendo
zapping me topé con "The Walking Dead", serie de éxito
que está en boca de todos y que si no te gusta es que eres
gilipollas, y decidí verla... Otra vez. Y no pintaba mal; los zombis
estaban bien hechos y los supervivientes iban sucios y piojosos,
pero... Algo falla ahí.
La primera vez que traté de ver la
serie me tiró para atrás (más concretamente hasta encontrar el
mando y poder quitarla) el hecho de que sus protagonistas en algunos
momentos parecían olvidar que el mundo entero había sucumbido a una
invasión zombi; Que si tu ya no me quieres, que si volvamos atrás
que me he dejado a ese abuelito desconocido abandonado, que si estos
pantalones no van con esta camisa... No sé. Pude ver tres o cuatro
episodios de la primera temporada hasta que me dí cuenta de que eso
ni eran zombis ni nada.
Y anoche lo volví a intentar (¿Lo
había dicho ya?) y resistí unos diez minutos de cháchara hasta que
me di cuenta de que esos personajes, lejos de endurecerse e
insensibilizarse en un mundo tan hostil como ese, seguían siendo
unos sensibleras de mierda. ¿Y a alguien debería importarle mi
relación con esa serie? Pues si: A mi. Por que llega un momento en
el que no sé si estoy contra el mundo o si es el mundo quien está
contra mí; que a efectos practicos viene a ser lo mismo.
Otro caso practico es el de "Juego
de Tronos", un libro-serie aparentemente interminable que,
aunque lo sigo en su faceta televisiva, cada vez me recuerda más a
una telenovela venezolana, solo que cambiando a Luis José de Los
Santos y a Maria Encarnación de las Carmelitas por nombres como
Baratheon, Lannister o Targarian. ¿Como? ¿Que en juego de tronos
hay muertos andantes y dragones? Ya ves tu, para lo que hacen...
Porque seamos realistas. Aunque todo el mundo se queja de que los
personajes principales mueren con demasiada facilidad, allí siempre
están los mismos soplagaitas y la acción se resume en los últimos
sesenta segundos de cada episodio.
Pero no solo me pasa con la televisión
y el cine. Aquí y allá me encuentro con discos que al escucharlos
pienso "Jo, lo que habría flipado con estos cuando tenía 20
años", libros que me inducen al sopor más absoluto aún
sabiendo que me habrían apasionado en mi juventud y superhéroes de
cómic que me emocionaban antaño y ahora me dan pena.
Y entonces... ¿A dónde quiero llegar
con tanta cháchara? Pues a la inevitable e irrevocable conclusión
de que me estoy haciendo viejo y por ello no logro entender como a
los demás les gustan todas esas mierdas que echan por la tele.
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