Como ya sabréis los que me conocéis
un poco, soy una persona más bien solitaria, algo arisca y poco
amiga de eventos sociales varios, a cualquier nivel; es por ello que
en mi trabajo, cuando llega la hora del almuerzo no suelo mezclarme
con los operarios de las fábricas que frecuento y me limito a
esperar en la cabina de mi camión, leyendo y comiendo a la vez y con
la música a todo trapo, por si a alguien se le ocurre venir a
decirme algo. Pero el otro dia me insistieron tanto que me pareció
muy poco cortés el rechazar la invitación y me senté en el patio
con media docena de trabajadores más. Y al principio todo iba bien.
Los tipos hablaban del tiempo, del
fútbol y de las tetas de la secretaria mientras yo contemplaba con
aire distraído las formas curiosas que formaban las nubes
arrastradas por el viento, hasta que uno de ellos se dirigió a mi
directamente y dado que estaban despotricando de un compañero que en
esos momentos no estaba allí, decidí responder con una frase que
había leído hacía tiempo: "A veces el mayor triunfo es
contemplar el fracaso de los demás". Lo dije en plan broma,
pero todos se quedaron mirandome muy sorprendidos. No me gusta ir de
listillo, así que les aclaré que esa frase era de Cioran. Sus
expresiones no cambiaron en absoluto. "Si, Emil Cioran, un
filosofo rumano que ha escrito algunos libros." Los rostros de
algunos se habían retorcido hasta extremos que yo creía imposibles
para un ser humano y los que todavía podían hablar decían palabras
sueltas como "¿Rumano?" "¿Filosofo?"
"¿Liiibros?", hasta que uno que todavía dominaba sus
facciones me preguntó si es que yo leía libros de esos. Y no es que
yo sea un catedrático, de hecho me dieron el graduado escolar por
pesado y cansino, pero si, yo leo, y cuando se lo dije todos se
agitaron presas de un nerviosismo terrible. Y a partir de allí
comenzó todo a volverse raro.
-¿Libros?
-Si.
-¿Y por qué?
-Por que me gusta leer.
-¿Te gusta leer?
-Si.
-¿Y eso?
-Pues no sabría decirtelo.
-¿Y no prefieres ver la tele?
-No.
-¿Por qué?
-Por que es una mierda, no sé...
-¿Y donde ves tu el futbol?
Y esta última pregunta quedó
suspendida en el aire y todos quedaron en silencio esperando mi
respuesta. Tragué saliva y, de haberme dado cuenta de cómo iban
mutando sus rostros durante mi interrogatorio, habría dicho que lo
veía por internet. Pero no.
-Es que... No me gusta el futbol.
Esta ultima frase fué demasiado.
Algunos de ellos cayeron al suelo entre violentas convulsiones
mientras otros se limitaban a gritar al cielo con ambos brazos
extendidos, mientras enormes y afiladas garras surgían de sus dedos
y la piel se les cubría de escamas terminadas en espinas. Me levanté
lentamente y me dispuse a irme en silencio ya que mi abuela siempre
me decía que no había que molestar a alguien en pleno proceso de
mutación, pero parece que no fué suficiente, ya que dos de ellos se
lanzaron hacia mí aullando y llenándolo todo de babas; corrí hacia
el interior de la fábrica en busca de refugio y al pasar junto a la
pulidora me agaché justo a tiempo para que el primero de ellos
cayera en su interior y fuese despedazado lentamente por los cepillos
de alambre; y mientras gritaba en lenta agonía el segundo aprovechó
para darme caza. Sus garras arañaron el mármol donde hacía un
segundo tenía la cara y en mi desesperada huída tropecé con un
barril de resina ardiendo que se desparramó por el suelo justo
detrás de mi, haciendo resbalar al monstruo que cayó pringandose de
la pegajosa y ardiente sustancia; pero apenas tuve tiempo de respirar
cuando vi a tres más acercándose a mi. El primero se asemejaba a
una araña enorme con torso humano y caminaba por el techo de la
nave, a ocho metros del suelo con total tranquilidad; el segundo no
era más que un recuerdo del hombre que fué, con los músculos tan
hinchados que su piel se había rajado en algunos puntos y mostraba
la carne roja bajo ella; y el tercero tenía una forma tan horrible
que no podría describirle. Agarré una pata de cabra con las dos
manos y la levanté por encima de mi cabeza, golpeando al musculoso
cuando se acercó lo suficiente; al parecer , a pesar de su
apariencia, su cabeza seguía igual de frágil que antes y se
desplomó sobre el suelo. El deforme se movía muy lentamente, así
que decidí ir a por el arácnido, pero cuando miré arriba no pude
verle. Y si hay algo peor que un bicho gigante, eso es un bicho
gigante escondido. Cuando noté el gorgoteo de su garganta solo tuve
tiempo de girarme y ver cuatro patas afiladas que se me echaban
encima, aplastándome contra el suelo. Inmovilizado, vi como el
arácnido se posaba sobre mi y abría sus fauces dispuesto a acabar
con mi vida cuando recordé la peli del Señor de los Anillos, cuando
se cargan a la araña y pensé "Si una mierda de hobbit puede
matarla, yo voy sobrado" y asesté un puntapié en su abdomen
que, gracias a la dureza de las botas de seguridad que yo mismo me
obligo a llevar, la desequilibró y cayó sobre su costado, momento
que aproveché para patearla de nuevo y meterle la cabeza en la cinta
de refuerzo, donde se asó en cuestión de segundos.
Respiré hondo y tosí
involuntariamente. Estaba muy cansado y todavía eran las nueve y
media de la mañana, con lo que me quedaba casi todo el dia por
delante. Miré a mi alrededor y conté los cuerpos. Había cinco.
Faltaba uno; el encargado. Tuve un mal presentimiento cuando un
escalofrío me recorrió el espinazo y corrí hacia el camión, pero
cuando apenas me faltaban unos metros le ví. Mediría más de dos
metros y su piel era una capa de escamas brillantes de bordes
afilados como navajas de afeitar. Sus brazos largos y finos
terminaban en garras tan largas como mi po**# y sus ojos, negros como
la noche parecían mirar a través de mí. Di media vuelta pero con
una rapidez sobrehumana me atrapó por un pié y me arrastró hacia
él; en el trayecto a través del suelo pude agarrar una losa de
marmol y cuando llegué a su altura le golpeé en la cara con el
canto. El golpe habría acabado con cualquiera, o al menos le habría
arrancado un grito de dolor a cualquiera, pero no a él. Repetí la
operación una y otra vez sin éxito y solo logré acabar con los
brazos hechos polvo y augurando agujetas para el dia siguiente... si
es que lo había. Y es que la bestia me arrojó por los aires,
estrellandome de espaldas contra la puerta de los aseos. El dolor era
importante, pero el olor que salía del interior mucho peor, con lo
que conseguí hacer acopio de fuerzas y montarme en el torito de
carga. La bestia corría a rematarme mientras yo giraba la lave una y
otra vez en vano; Puta mierda de mantenimiento de las herramientas de
trabajo. Cuando llegó hasta mí, chocó contra el vehículo con
tanta fuerza que me hizo salir despedido, golpeándome de nuevo en la
espalda, casi en el mismo sitio que antes. La bestia se acercó a mi,
esta vez más lentamente. Las piernas no me respondían y eso me
agobiaba bastante. Pero entoncers lo oí: El sonido del compresor.
Palpé con la mano y encontré el tubo que debería estar unido a la
pistola de clavos; dí un tirón y ésta apareció deslizándose por
el suelo. Justo cuando mi atacante se lanzaba sobre mí, la levanté
y apreté el gatillo una y otra vez. El sonido sordo de los clavos
empujados por el aire comprimido fué lo único que oí hasta que
abrí los ojos y me encontré con el monstruoso encargado con el
rostro acribillado de clavos de metal.
Levantarme me resultaba imposible, así
que me arrastré hasta el camión y me metí en la cabina desde donde
contemplé toda la escena. La nave estaba repleta de cuerpos
deformados y muertos y el único sonido era el de la pulidora,
arrancando capas de carne de uno de ellos, con un sonido muy
característico y desagradable. Era realmente dantesco. A ver
quién coño me firmaba ahora el albarán de descarga.
Capdemut:
ResponderEliminar"A ver ahora quién coño me firmaba ahora el albarán de descarga."
¿La sevretaria de las tetas de la que hablaban a escondidas?
Jajajaja.... sensacional!!!
ResponderEliminarLokiTrol, te juro que yo iba a preguntar lo mismo! !!
Pero estoy seguro de que el maestro, que conoce a su audiencia, la ha reservado para una segunda parte.
(Qué faena haber acabado de publicar una entrada y que te estén ya pidiendo más. ... pero así se siente el de juego de tronos. ...)
Un saludo
Ah no.... he leído demasiado deprisa. ... Lokitrol parece insinuar algo. Yo simplemente preguntaba por la susodicha.
EliminarEs decir, mi pregunta es como la de LokiTrol pero con un "y" delante.
Esa frase final es épica...
Yo me refería a que la secretaria podria firmar el albarán y ya de paso para contentar a la audiendia quizás una segunda parte en la que la secretaria se trasforma en un bicho de esos raros de urotsukidoji pero sin penes.
ResponderEliminarYo por donde voy es más bien que la ausencia de la secretaria no es casual . Aquí hay alguna intención del autor que queda oculta.
EliminarPara que luego digan que los albaranes y los mutantes no pueden dar para un debate literario. !Y me llamaron loco!
¿Qué decís de un sudoku? Por cierto, no he terminado de leer El Señor de los Anillos. ¿O sea que la araña peta en lugar de Frodo? Me habéis fastidiado el libro. Habéis perdido un lector.
ResponderEliminarVoy a poner un poco de orden, que la cosa se os está yendo de las manos.
ResponderEliminarEn primer lugar, el tema de la secretaria. Soy consciente de que daría para una buena segunda parte en caso de que ella también mutara o, casi mejor, convirtiéndose en la dama a rescatar de las garras del malote de turno, pudiendo así colocar una escenita de sexo, una foto picantona y ganarme así uno o dos lectores más. Pero no. Si no aparece la chica es porque no me acordaba de ella, y punto.
Y en segundo lugar... No, eso era todo. Gracias por leerme y comentarme.
Que gran!! M'ha agradat molt! :D
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA qui es queixi de la seva situació laboral li faré llegit aquesta entrada del blog. ¡Al loro! ¡Que no estamos tan mal!
ResponderEliminar