Sí. Ya
sé que saber idiomas es muy importante. Ya sé que el inglés es necesario y hay
que enseñárselo a los niños antes que su propia lengua natal. Ya sé que las
lenguas se enriquecen aportando vocablos extranjeros que ocupan vacíos o
carencias del léxico. Pero… Me cago en los anglicismos.
No es
que esté hasta en la sopa. No es que en el cole le enseñan a mi hija los
colores en inglés antes que en español. No es que tenga que tragarme los
dibujos animados bilingües y que algunos puritanos me amenacen con no seguir
doblando las películas a una lengua comprensible para mí para preservar las
voces originales. Lo que a mí me jode, son las palabrejas que vienen a
sustituir a las que ya teníamos. Me explico:
Puedo
entender que usemos términos como airbag, aerobic o lifting, ya que se refieren
a cosas que hace poco que están en el mundo, pero no logro entender cómo a
otras cosas, perfectamente comprensibles, se les cambia la nomenclatura solo
para que suenen más cool (mira, ahí va una) y tengamos que llamar muffins a las
madalenas, parkings a los aparcamientos o gays a los maricones de toda la vida,
así como decir OK en lugar de vale. ¿Y por qué tanta animadversión a esas
palabras así de repente? Os preguntaréis, oh ignorantes lectores de este cúmulo
de absurdos que llamáis blog. Pues allá vamos con un esclarecedor ejemplo
vivido en propias carnes.
Resulta
que me hallaba yo en una fábrica cargando piedras en mi camión, cuando la
secretaria me llamó la atención desde la ventana de su oficina. “Cuando hayas
terminado, pásate por aquí que te voy a hacer un packing” Coño, un packing,
pensé. ¿Qué será eso? Puede que fuera culpa de mi mente, que siempre está
pensando en lo mismo, pero la palabra me sonó a algo sexual, no sé, a algo en
los huevos o así; por lo que en terminar de asegurar la carga corrí hacia la
oficina, cerré cuidadosamente la puerta exterior vigilando que nadie me viera
entrar y cuando ya estaba entrando en la salita interior medio bajándome los
pantalones, va la tía y me da un papel para que lo firme. ¿Tanto le costaba
decir albarán? Al título de la entrada me remito.
Y a esto va, y se le llama shorts. |
Con anglicismo todo queda más guai. Añade party a tus fiestas y serán mas deseables y everybody querrá dancing.
ResponderEliminarY recuerda,
Correr lo hacen los niños.
Futing lo hacen los gordos.
Running lo hacen los guais.
Aunque todos hagan lo mismo.
Gracias por comentar.
EliminarEl hecho de que un hombre culto y serio como usted se pase por aquí me hace pensar que este blog quizás no sea tan malo. O eso, o que usted no es tan serio y culto como aparenta...
Jajajaja!! Genial, como siempre. Primera vez en mi vida que oigo lo de packing. ... pero comprendelo, las secretarias de fábricas de piedras también tienen derecho a sentirse guays....
ResponderEliminarDe todos modos, hay una excepción a lo de que los anglicismos son repelentes: tapper. Porque la palabra friambera es demasiado extraña.
Y ni hablemos ya de fiambrera...
EliminarNo estoy superdeacuerdo contigo, amigo.
EliminarCreo que el tupper y la fiambrera, aunque parecidos, no son lo mismo.
Las fiambreras, originalmente, eran simples cajas de mimbre o tela en las que poder meter la carne sin que se llenara de moscas, pero dejaban correr el aire. Los tupper nacieron con la intencion de aislar el contenido del exterior, funcionando como cámaras estancas.
En cualquier caso, habría que investigar sobre este asunto.