El rey
negro se sumergió de nuevo en el caótico túnel del tiempo. No sería fácil
encontrar a sus dos compañeros, pero por algún motivo, cualquier interferencia
temporal dejaba un residuo que aunque débil, no resultaba imposible seguir.
Viajó al pasado a toda velocidad; mucho antes del incidente de Belén, mucho
antes de la existencia del hombre mismo, hasta que encontró un rastro familiar
en el lugar justo donde Melchor atravesó el velo del tiempo.
Cuando lo
encontró, la escena no fue demasiado tranquilizadora. El cuerpo magullado y
ensangrentado del rey maldito parecía envuelto en un aura crepitante de energía
mística que lo impulsaba a través del aire hacia una enorme bestia reptiliana
que lo esperaba con la boca abierta. Melchor lanzó un grito desgarrado y
estrelló su cuerpo como un proyectil contra el costado del dinosaurio, que chilló
y se tambaleó aturdido por el inesperado golpe. Al maniobrar sobre sí mismo
para no caerse, la escamosa cola del tiranosaurio atravesó el aire describiendo
un círculo y se estampó contra Melchor, arrojándole destrozado a los pies de
Baltasar.
El rey
negro aprovechó la situación para devolver a ambos al túnel del tiempo mientras
el depredador gigantesco olfateaba el lugar donde antes habían estado esos
pequeños mamíferos.
NOTA: Tenía este relato algo abandonado (de hecho lleva un año de retraso respecto a la fecha prevista), pero tengo un motivo para este abandono: Esto me parece un mierda. La primera parte tuvo su gracia, pero esta no la lee ni el tato. Lo que pasa es que de vez en cuando me acuerdo y debo reconocer que me hace gracia escribirlo.
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