Tarde
de domingo. Cojo la bicicleta aprovechando una de esas conjunciones
astronómicas que solo se dan una vez cada 12 millones de años en la que mi
mujer descansa la vista en casa mientras las niñas están con su abuela. Siento
el aire fresco de otoño en mi rostro y escucho el alegre canto de los pajaritos
campestres. Pero de pronto, algo trunca mi paz exterior. Una chica que está
plantada junto al camino me mira con atención. La miro, me mira, la miro y me
mira. Hasta que finalmente, cuando ya estaba a punto de dejarla atrás, me
obliga a detenerme con una palabra.
-¿Hola?
-Hola.
-Tu
eres… Capdemut. ¿Verdad?
-Ehm…
Si. Yo…soy.
-¿El
del Dr. Testículo y los regalos de mierda y los fenómenos paraanormales?
-Sssssi.
-Madremia
madremia, soy súper fan del Incidente de Belén.
-¿De
verdad? Es una historia de mierda que ni siquiera me he atrevido a terminar de
tan remala…
-¿Me
firmas un autógrafo? ¿Por favor?
-Si,
claro, vale, eh… Como no. ¿Dónde te firmo?
-Pues
no llevo papel, así que fírmame aquí.
Y es
entonces cuando la muchacha se da la vuelta y levanta levemente su falda hacia arriba,
dejando ver un bonito trasero con unas bonitas braguitas blancas. Empieza a
hacer calor de repente.
-¿Llevas
boli? –Me pregunta mirándome por encima del hombro.
-Pues
no, pero… Mejor te firmo con la po…
![]() |
Aquí unas fans que se quedaron sin sitio |
Y así
es como comienza ese antiguo ritual que ya todos conocemos y que por lo tanto
no voy a molestarme en detallar, pero que de pronto es interrumpido cuando de
los matorrales empiezan a aparecer chicas de todas las edades y formas (justo
como me gustan a mi) que reclaman a su vez sus autógrafos y me abordan, me
aplastan, me despedazan, me devoran… Y yo pienso que mi paso por este mundo no
ha estado tan mal, que para terminar de otro modo mejor así, bajo una avalancha
interminable de carne femenina, como Junstin Biver, como Jimi Jendrix… Hasta
que una voz familiar resuena en lo más profundo de mi cabeza con un “Capdemut,
Capdemut, despierta. Estás teniendo una pesadilla”. Y cuando abro los ojos
descubro que nada ha pasado, que sigo tristemente vivo en un mundo en el que ninguna
horda de hembras estaría dispuesta a arrancarme la piel a tiras para colgársela
en su habitación y en el que cuando salgo a dar una vuelta con la bici, solo me
como simúlidos*.
*Los
simúlidos son esas moscas diminutas que flotan agrupadas en grandes bolas y que
se convierten en plato principal de moteros y bicicleteros. Ya lo sabéis.
![]() |
Este tema lo dejo para una entrada futura. |
Yo ya sospechaba cuando dices que sales en bici, sin un boli, ahí empieza a hacer aguas la historia y se va al clásico sueño, sin ánimo de ofender, serranista,
ResponderEliminar¿Quién puede salir en bici sin boli?
En fin... abajo los simúlidos y lo otro que ponía en el título, que no me acuerdo.
Sí. En el momento en que muero se ve venir un poco que va a ser un sueño, a lo Antonio Resines.
EliminarDe ahí la famosa expresión "No comerse ni un simúlido".
ResponderEliminarNo la conocía. Debe ser endémica de tu zona.
EliminarEs muy común en las regiones ciclistas, como Mijas en verano... ;)
EliminarGracias por volver. Añoraba tus idas de cabeza con féminas de por medio.
ResponderEliminarP.D.: se acerca el frío de cojones...
Gracias a ti por comentar.
EliminarY que pesadita con lo del frío...
¿Parece que quiere decir "winter is coming"... os es una obsesión mía?
EliminarGracias Víctor, menos mal...
EliminarYou know nothing J. Capdesnow
ups, Sandra, esa frase no te augura nada bueno. ;-P
EliminarNo puedo seguirte el hilo de la conversación, o el Sr. Capdemut se quejará de que creamos hilos paralelos en sus entradas...pero... ¿tu crees que en el Norte habían simúlidos? ¿y más allá del muro?... lo de las bragas está más complicado... se ven demasiados culos... demasiados culos perfectos... que buena saga...que buena serie...que bonito todo.
ResponderEliminarEso Sandra... responde a Sesmero donde te apetezca... 😐
Eliminar