Cuando
teníamos veinte añitos de nada (sí, ahí va otra batallita), algunos colegas del
pueblo organizamos nuestra primera peregrinación a un festival de música, de
esos de acampar y de pasar los días y luego volver a casa tan sucios y
malnutridos como si lleváramos tres meses vagando por el desierto. La cosa es
que a nuestro reducido grupo de amigos se unieron alguno que no lo eran tanto,
pero a los que les atraía la idea de acampar, conocer gente (¿¡!?) y pasar unos
días cambiando de rutinas. Y entre esos añadidos de última hora estaba un tal…
No recuerdo su nombre; le llamaremos Palíndromo.
Palíndromo
no era como nosotros; no llevaba melena, no vestía de negro, siempre llevaba
gorra (incluso de noche) y no sabía quién era Bruce Dickinson; para colmo era bastante
guapo, tenía labia e incluso algunos afirmaban haberlo visto con chicas alguna
vez. Era como viajar con un alienígena sentado al lado. Pero nosotros éramos
seres tan tolerantes como… como… dinosaurios. Y no era cuestión de rechazarle.
Una vez
allí montamos las tiendas, reconocimos el entorno y, por algún motivo, se nos
juntó otro grupo de seres humanos, de Barcelona creo recordar que eran, entre
los cuales había una chica (¿¡!?), signo inequívoco de que ser de capital era
mejor que de pueblo. La cuestión es que la chica y Palíndromo hicieron buenas
migas, hablaron, se rieron, y cuando llegó la hora de irse a dormir, ella se
quedó en su tienda (la de Palíndromo) y para nosotros fue como ver estallar una
supernova, convertirse en agujero negro y ser absorbidos a una dimensión
distante y más fea aún que ésta.
¿Qué
estaba sucediendo en esa tienda? Nadie lo sabía. Y no fue por falta de poner la
oreja y colocar focos detrás para ver al trasluz. Cualquiera diría que estaban
durmiendo y ya está. Todo muy desconcertante. Tan desconcertante que a la
mañana siguiente nadie se atrevió a preguntarle qué había pasado cuando vieron
a la chica salir de la tienda y alejarse. Pero yo no podía vivir con esa
incertidumbre en mi interior. En serio. Me habría salido una úlcera. Así que me
acerqué a él y se lo pregunté.
-Oye.
Palíndromo. –le dije.
-¿Qué?
Yo no me llamo así. –Me contestó.
-Ya.
Pero es que no me acuerdo.
-Pues…
Empieza por C, creo.
-Es
igual. Dime… ¿Qué ha pasado ahí dentro esta noche?
-Nada.
–Me respondió tajante.
-¿Nada?
Venga ya. Has pasado la noche con una tía en tu tienda.
-¿Pero tú
la has visto? Era una cría.
-¿Una cría?
¿Y tú qué? Tienes veinte años.
-¿Cómo?
–Me preguntó confuso. –Y tú también.
-Sí.
Pero yo te hablo desde la perspectiva del momento de escribir esto.
-¿De
escribir qué? –Seguía confuso.
-Todo
esto. En el blog.
-¿Qué
es un blog?
-Una
cosa de internet. Tú no lo entiendes porque aún no está inventado.
-¡Déjame,
por favor! –Me dijo sollozando. –Estás mal de la perola.
Entonces
le agarré por la camiseta, que era roja y blanca, horrible, y comencé a
zarandearle mientras gritaba eso de “Dime que pasó, dime qué pasó” Y él lloraba
como un crío y yo le pegaba, por calzonazos y ridículo, hasta que un halo de
energía azulada y crepitante me envolvió y me devolvió a mi realidad temporal,
sentado frente al ordenador y preguntándome si realmente es sano esto de
escribir sobre mis cosas.
Foto al azar dell típico público de un concierto cualquiera. |
Espero que haya una segunda parte donde cuentes que fue lo que pasó en la tienda. No voy a poder vivir sin saber y creo que también me está empezando a salir una úlcera.
ResponderEliminarAhora hay medicaciones muy buenas para las úlceras. Ya verás.
EliminarYo lo se! Yo lo se! Yo! Yo! Aqui! Profe! Yo lo se! Joooo! Media hora con el brazo levantado para nada.
ResponderEliminarLo peor de esto es que seguramente dos personas en una tienda de campaña una noche entera en una entrada del blog de J.Capdemut solo estuviesen haciéndose fichas de personaje de d&d.
Otra entrada sin sexo. ( T_T)
A ésta me remito:
Eliminarhttp://capdemut.blogspot.com.es/2013/12/de-rol-y-fiestas.html
Leída! No me sorprende en absoluto... un montón de tíos en tu época (allá en los tiempos del cólera) en una tienda de campaña jugando a rol mientras mujeres desnudas danzaban alrededor sin tansiquiera inmutaros...
EliminarUna cosa es que no me sorprenda...otra es que me parezca algo admirable. :|
Solo una puntualización: En mi época, el cólera estaba casi completamente erradicado.
EliminarMe declaro en rebeldía y hago comentario en la entrada que haces la reseña. Lo bueno es que ahora me puedo imaginar ya lo que estaban haciendo debajo de la tienda de campaña y mi ulcera está desapareciendo.
EliminarMuchas veces leo este blog y pienso: ¿será verdad?
ResponderEliminarLo que parece mentira es que alguien lea muchas veces este blog.
EliminarPues es lo que hay.
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