Era el peor barrio de la ciudad y sin duda, la peor hora para pasear por él. Mientras caminaba por sus estrechas y sucias calles, decenas de sombras se arremolinaban a su alrededor, como depredadores esperando el momento oportuno para atacar. Pero cuando el hombre comenzó a descender las escaleras del metro, todas se esfumaron; hay lugares que guardan mayores peligros y a los que ni los más astutos cazadores se atreven a entrar.
El
andén del metro estaba vacío e iluminado solamente por un par de fluorescentes
que no dejaban de parpadear, y cuando el destartalado vehículo se detuvo frente
a él, nadie salió de su interior. El hombre, vestido con una gabardina larga y
botas negras, se acomodó en el asiento menos sucio que pudo encontrar, ajeno a
la docena de ojos (eso eran ocho personas, pues habían dos tuertos en el grupo)
que le observaban desde el otro extremo del vagón.
Cuando
el metro comenzó a traquetear con el inicio de la marcha, la media docena más
dos pandilleros se levantaron de su rincón y se dirigieron hacia el hombre.
-Mala
noche has elegido para subirte a nuestro vagón. –le dijo uno de ellos.
-Todas
las noches son malas, amigo. –le respondió el hombre sin aparente nerviosismo..
Los
pandilleros se miraron extrañados y después se echaron a reír, lo cual pareció
enfadar al que había hablado antes.
-Creo
que no entiendes lo que te quiero decir, listillo. –el matón hizo crujir sus
nudillos. –Te estoy diciendo que tienes un problema serio, y que más te vale
llevar pasta encima o lo vas a tener todavía peor.
Pero el
hombre permanecía impasible en su asiento, con lo que el pandillero líder le
empujó en el pecho con un dedito, gesto inequívoco de que alguien busca pelea,
sin excusa ni posible evasión. Será por ello que el hombre de la gabardina le
agarró por la muñeca con una mano y, aprovechando que estaba sentado, se
levantó dando un giro sobre sí mismo y utilizando su espalda como palanca,
retorció el brazo del pandillero hasta que se oyó un crujido. Cuando el matón
se dio cuenta de lo mucho que le dolía el brazo roto, ya estaba en el suelo con
una bota presionándole la cabeza contra el suelo pegajoso del vagón.
-Dejadme
en paz y nadie más saldrá herido –dijo el hombre. Pero la proporción de siete
contra uno todavía era demasiado grande como para que los pandilleros se
amedrentaran. Y no lo hicieron.
Dos de
ellos le agarraron por los brazos con la intención de inmovilizarlo, pero el
hombre de la gabardina y las botas negras apoyó la bota en la cara del que tenía
delante, giró sobre sí mismo en el aire en lo que vendría a llamarse una
voltereta trasera estilo grulla, y se zafó de sus dos inmovilistas agarrando
sus cabezas y estrellándolas una contra la otra. Ahora la cosa quedaba en
cuatro contra uno y el optimismo comenzaba a evaporarse. Los pandilleros
levantaron las manos en señal de rendición y huyeron al menos dos metros, todo
lo que les dio el vagón.
Cuando
el viaje terminó, el hombre subió de nuevo a la calle y se dirigió a una zona
industrial donde abundaban los trasteros. Sacó una llave del bolsillo y se paró
frente a uno de ellos. Ahora recordaba cómo se habían reído de él sus amigos al
enterarse de que se había comprado un trastero en la otra punta de la ciudad.
Pero claro, sus amigos no conocían su secreto. La reja se levantó con un
chirrido y en su interior, iluminada por la luz de las farolas, apareció una
Harley Davidson. Una de esas con flecos negros y con el depósito muy brillante.
Detrás de ella, guardado en una caja de madera, un traje completamente negro de
la cabeza a los pies. Y tras un panel semisecreto en la pared, todo un arsenal
de armas orientales tales como shurikens, espadas, cadenas con gancho y
cuchillos arrojadizos. Una vez equipado, subió en su moto y salió rugiendo a
través de la noche. En la distancia, la silueta de un edificio iluminado con
luces rojizas, se alzaba ante él.
Y en el proximo capítulo... ¡Llega el Motorista Ninja!
Diosmio tengo que retirarme de ésto.
Ninjas... esto empieza a ponerse autobiográfico!
ResponderEliminarEn realidad solo sale uno. Pero sí, es autobiográfico.
Eliminarse me ha hecho corto, necesito más!!!!
ResponderEliminarMas tarde que nunca, la siguiente entrega. No sufras.
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