domingo, 18 de agosto de 2013

El incidente de Belén (La innecesaria continuación)



Nota introductiva: Desde que escribí el relato de “El incidente de Belén”, he recibido muchas críticas y clamores populares pidiéndome que jamás volviera a escribir algo así. Y tanto me lo repitieron que comencé a pensar de forma involuntaria en continuar con la historia allí donde la dejé. Ahora por fin me he decidido a seguir con ella pero antes debo hacer algunas aclaraciones. 1: El relato continúa directamente donde terminó el anterior, por lo que es obligatorio leerlo para entender algo. Para ello solo hay que clicar en “El incidente de Belén” justo debajo del título del blog y buscar la entrada más antigua para ir leyendo de abajo a arriba. 2: La primera parte de la historia terminaba en un bonito epílogo que dejaba el relato cerrado parea siempre, y eso no puede ser ahora que continúa, por lo que hay que ignorarlo de forma absoluta. 3: Aquí nadie está obligado a leer nada (aunque si no habéis leído esto no estaréis advertidos, lo cual es paradójico que lo diga). Pero bueno, a quien no le pique, que no se rasque.

El incidente de Belén 2 (Baltasar)

Al contrario de lo que se suele creer habitualmente, los viajes a través del espaciotiempo no son algo instantáneo, limpio y silencioso. Viajar a miles de kilómetros durante más de dos mil años resulta cuanto menos confuso. Baltasar lo sabía, pero sus dos compañeros vieron con horror como el mundo a su alrededor se desvanecía y cómo un torbellino de caos les envolvía. Gritaron. Gritaron mucho mientras Baltasar les agarraba con fuerza para que no se separaran y se perdieran para siempre en algún punto de la historia. A pesar de la costumbre, Baltasar odiaba cruzar la segunda guerra mundial; Solo duraba unos segundos pero en ese intervalo se acumulaba más angustia, dolor y sufrimiento que en cualquier otro punto del viaje. Cuando estalló la bomba todo se sacudió y Gaspar se soltó de la mano de su guía. En un instante, la figura del más rico de los reyes se desvaneció como azúcar disuelto en leche caliente y Baltasar trató en vano de alcanzarle. Estaban a punto de llegar ya. Baltasar frenó en seco, retrocedió y la maniobra hizo que Melchor, el rey maldito, saliera despedido a toda velocidad hacia el pasado. El viaje había sido un fracaso.

Baltasar apareció en su camerino. Solo habían pasado unos segundos desde que se había marchado y seguían llamando a su puerta.
-Tienes un cuarto de hora, Sam. No hagas esperar a la chica.-Dijo la voz desde el otro lado.
Baltasar, Sam en esta coyuntura temporal, se duchó rápidamente y salió al plató vestido solo con un albornoz blanco. Una muchacha rubia estaba tendida sobre un sofá completamente desnuda y le miraba con una sonrisa. A su alrededor varios cámaras, equipo de iluminación y sonido le esperaban.  Era una situación extraña pero a Sam le encantaba este trabajo.

Y mientras penetraba a la dama que acababa de conocer en una postura un tanto incómoda pensaba en que sus amigos estaban perdidos en algún lugar extraño y no sería fácil dar con ellos, pero su trabajo era lo primero y ahora tenía una reputación que mantener. La situación no era fácil pero podría esperar media hora más. Al fin y al cabo, tenía todo el tiempo del mundo en sus manos.

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