Reconozco que no
estoy. No estoy como debiera. Al menos no como solía estar. Ni en
frecuencia ni en forma. Pero como todo, tiene una explicación.
Llamadlo excusa si queréis.
Llevo unos meses
complicados detrás de mi. A mi hija pequeña le diagnosticaron una
enfermedad que aunque no es grave, sí logró quitarme el sueño. Me
hizo dar cuenta de repente que mis hijas también son seres humanos,
vulnerables y cuyo bienestar a veces estará muy lejos de mi control
o deseos. Vale, eso lo sabemos todos y todas, pero la verdad es que
me sentó como un jarro de agua fría derramándose por mi espalda.
Estas navidades
surgieron algunas complicaciones derivadas del mismo problema y la
niña lo pasó mal. Ya está todo controlado pero fue un bache del
que me costó salir. No soy una persona especialmente optimista y
necesito tiempo para asimilar hasta el mínimo cambio en mi vida.
Estas navidades estuvieron plagadas de pesadillas, cansancio,
desánimo y esa sensación de urgente necesidad de huir a la
Patagonia para regresar cuando todo hubiera pasado.
Han sido unos meses
de meditar, reorganizar ideas y conceptos que tenía erróneamente
ordenados y archivados y asumir que mi papel es el que es y mis
capacidades tan limitadas como inútiles ante ciertas situaciones. Al
fin y al cabo la gran mayoría del tiempo que pasemos en este mundo
lo haremos como simples observadores de los acontecimientos que nos
suceden, sin ser capaces de alterar el destino. Supongo que por eso
la gente se tatúa “carpe diem” en el culo.
Además he estado
liado con otras cosas. He estado preparando el lanzamiento de mi
próximo cuento llamado “Un pacto en Wonderland”, con una
preventa más que aceptable y que saldrá al “mercado” el 1 de
marzo (2019). También tengo varios actos de índole cultural
(“Deconstrucción de un relato” en Amposta y “Poesía desde la
pintura” en Novelda) además de ferias varias.
Por todo ello
reconozco, como decía al principio, que desde hace unos meses este
blog se actualiza con menos frecuencia y las escasas entradas distan
mucho de esas que venían cargadas de humor en detrimento del
negativismo. Pero espero recuperarme y volver pronto a mi dinámica,
porque la necesito. Necesito ver el mundo desde ese prisma
caleidoscópico que lo hace divertido y caricaturesco. Necesito
recuperar las ganas de escribir, imaginar y darle la vuelta a las
cosas que me rodean pues esa es mi forma de rebelarme contra todo
esto que llaman “vida convencional” y que al final nos tomamos
demasiado en serio.
Lo intentaré,
aunque soy consiente de que en este proceso me he dejado una parte de
mi en el camino. O quizás no era una parte de mi pero sí algo que
me habría gustado que lo fuera.
En cualquier caso
seguiré por aquí, diré “hola” de vez en cuando y si alguien
quiere leerme, bienvenido/a/e/u será.
Y como decía ese de
los dientecitos: “Show must go on”.
Un abrazo.
Todo lo que escribas aquí es un regalo, nadie salvo tú (e igual ni eso debería ser así) te obliga a nada, así que lo que venga bienvenido será.
ResponderEliminarGracias por el comentario, compañero.
EliminarSupongo que seguiré por aquí mientras tenga algo que decir.
Siempre se puede recuperar todo aquello que se quiere recuperar. Lo que no... pues no.
ResponderEliminarÁnimo y que vayan bien los actos.
Por supuesto, aunque algunas cosas necesitan más tiempo que otras.
EliminarGràcies per comentar.
Gracias por desnudar el corazón... Me emociona tu honestidad, entiendo perfectamente lo de tu hija, mi hijo tuvo unos problemas cardíacos y durante 5 años tuvimos el corazón en vilo, el suyo y los nuestros....
ResponderEliminarTe mando muchos ánimos, un abrazo y toda mi fe, en que las cosas siempre acaban bien, h si no acaban bien, es que aún no han acabado (peli "hotel Mary gold"
Gracias a ti por leerme y comentar. Esto de vivir es un no parar de cosas que van pasando y algunas no molan. Pero no nos queda otra que capear los temporales.
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