Un domingo de julio; uno de esos de mucho calor en los que no apetece
nada más que quedarse en casa hasta que anochezca, viendo una buena
peli y sorbiendo algo fresquito. La tarde ideal para tirar de
videoteca y ver una de esas clásicas con mis pequeñas.
Recorro
interminables pasillos repletos de estanterías abarrotadas de viejas
cintas de VHS que en su día visualicé con esa mezcla de inocencia y
fascinación que tanto invita a soñar y que al final me convirtieron
en lo que ahora soy mientras repaso mentalmente qué títulos podrían
ser los adecuados.
Los Goonies, vista;
La historia interminable, vista; El vuelo del navegante, Los
bicivoladores, Cristal oscuro, Robocop, las Tortugas ninja… Todas
vistas ya por mis pequeñas, pero todavía quedan cientos y cientos
por visualizar.
Finalmente
me detengo sobre un cinta que llama poderosamente mi atención: He
Man y los masters del universo, una película de culto con un Dolph
Lungrunden en el papel de héroe haciendo sombra al mejor
Schwarzenegger y unos efectos especiales dignos incluso de mediados
de los años noventa. No hay duda de que hoy toca ésta.
Subo
las escaleras del subsótano con la película en las manos y una
sonrisa de buen padre marcada en mi rostro, entrando en el comedor
para anunciar la buena noticia
a mi hija mayor (la pequeña no sé donde está) con jolgorio y
fanfarria.
-¡Hija
mía, hoy es un
gran día porque vamos a ver la película de He Man!
-¿Jiman?
¿Eso qué es? Yo no quiero ver eso.
-¿Como
que no quieres verla? He Man y los másters del universo… Por el
poder de Grayskull y todo eso…
-Papá,
esas películas solo te gustan a ti.
Son todas iguales y cutres y pasadas de moda.
-¿He
Man pasado de moda? ¿Como puedes decir eso? Hay cosas que nunca
pasarán de moda porque serán siempre lo top de lo top.
-Que
no, papá. Yo me subo a mi cuarto a escuchar música en streaming, tú
haz lo que quieras.
-¿Estrimings?
Pero… Grayskull…
Y
así mi pequeña, que quizás ya no lo sea tanto desaparece de mi
lado y reaparece en algún otro lugar lejos de mi generación
dejándome allí, solo, mirando al Dolph Lungren de la portada que a
su vez me mira como diciendo “a mí que me cuentas, yo también me
he quedado hecho mierda” y casi estoy a punto de dejar caer una
lágrima cuando una vocecita a mis espaldas, cinco años más joven
que mi hija mayor, me pregunta.
-¿Qué
película es?
-He
Man, una de espadas, monstruos y portales dimensionales.
-¡Bien,
yo la quiero ver!
Y
así es como termina una historia pero empieza otra. El motivo por el
que hay que tener a los hijos con algunos años de separación. La
certeza de que en cinco años más estaré más solo que la una menos
veinte.
Ese es el objetivo.
ResponderEliminar¿Estar solo o no estarlo?
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