martes, 14 de julio de 2020

Cine de los 80 (Paternidad 49)


Un domingo de julio; uno de esos de mucho calor en los que no apetece nada más que quedarse en casa hasta que anochezca, viendo una buena peli y sorbiendo algo fresquito. La tarde ideal para tirar de videoteca y ver una de esas clásicas con mis pequeñas. 

Recorro interminables pasillos repletos de estanterías abarrotadas de viejas cintas de VHS que en su día visualicé con esa mezcla de inocencia y fascinación que tanto invita a soñar y que al final me convirtieron en lo que ahora soy mientras repaso mentalmente qué títulos podrían ser los adecuados.
Los Goonies, vista; La historia interminable, vista; El vuelo del navegante, Los bicivoladores, Cristal oscuro, Robocop, las Tortugas ninja… Todas vistas ya por mis pequeñas, pero todavía quedan cientos y cientos por visualizar. 

Finalmente me detengo sobre un cinta que llama poderosamente mi atención: He Man y los masters del universo, una película de culto con un Dolph Lungrunden en el papel de héroe haciendo sombra al mejor Schwarzenegger y unos efectos especiales dignos incluso de mediados de los años noventa. No hay duda de que hoy toca ésta.

Subo las escaleras del subsótano con la película en las manos y una sonrisa de buen padre marcada en mi rostro, entrando en el comedor para anunciar la buena noticia a mi hija mayor (la pequeña no sé donde está) con jolgorio y fanfarria.

-¡Hija mía, hoy es un gran día porque vamos a ver la película de He Man!

-¿Jiman? ¿Eso qué es? Yo no quiero ver eso.

-¿Como que no quieres verla? He Man y los másters del universo… Por el poder de Grayskull y todo eso…

-Papá, esas películas solo te gustan a ti. Son todas iguales y cutres y pasadas de moda.

-¿He Man pasado de moda? ¿Como puedes decir eso? Hay cosas que nunca pasarán de moda porque serán siempre lo top de lo top.

-Que no, papá. Yo me subo a mi cuarto a escuchar música en streaming, tú haz lo que quieras.

-¿Estrimings? Pero… Grayskull…

Y así mi pequeña, que quizás ya no lo sea tanto desaparece de mi lado y reaparece en algún otro lugar lejos de mi generación dejándome allí, solo, mirando al Dolph Lungren de la portada que a su vez me mira como diciendo “a mí que me cuentas, yo también me he quedado hecho mierda” y casi estoy a punto de dejar caer una lágrima cuando una vocecita a mis espaldas, cinco años más joven que mi hija mayor, me pregunta.

-¿Qué película es?

-He Man, una de espadas, monstruos y portales dimensionales.
 
-¡Bien, yo la quiero ver!

Y así es como termina una historia pero empieza otra. El motivo por el que hay que tener a los hijos con algunos años de separación. La certeza de que en cinco años más estaré más solo que la una menos veinte.

2 comentarios: