Desde hace un tiempo me vengo fijando en lo variables que
son las reacciones de las personas ante una misma situación solamente con
variar el entorno; Me explico: Ese vecino/a / compañero/a de trabajo/a que
apenas te saluda con un movimiento de cabeza cuando os cruzáis, se convierte en
tu amigo del alma y te invita a una cerveza si os encontráis un verano paseando
por Egipto. ¿Por qué? Él es el mismo de siempre y tu eres el mismo de siempre.
¿A qué viene tanta alegría? Al entorno no habitual.
Y esto pasa con todo: Una chica normal, del montón, que no
destaca especialmente por su apariencia física, se convierte en blanco de
silbidos y piropos al pasar por delante de cualquier edificio en construcción;
Y ese atleta alabado y aplaudido en su pueblo por sus proezas físicas, pasa
totalmente desapercibido en una competición olímpica si queda en cuarta
posición. Es una cuestión medioambiental (en el sentido literal de la palabra)
lo que nos hace cambiar de percepción y actitud ante una misma situación.
El caso más llamativo lo viví en mis propias carnes hace
unos cuantos años, estando de vacaciones por Tenerife. Estábamos (yo y mi
esposa) alojados en un hotel que poseía una pequeña cala privada en el mar. Yo
no soy amigo del agua pero iba a acompañar a mi mujer y allí, como si la
relativa privacidad del lugar tuviera un efecto desinhibidor, las chicas hacían
topless (termino anglosajón que viene a significar “tetas al aire”) sin
problema ni pudor alguno. Una de esas muchachuelas me llamó la atención de
forma especial al pasear sus juveniles pechos ante mí, repetidas veces y a muy
corta distancia como si yo no existiera. Me sentí mal, la verdad; Como un
pelele; Como un muñeco de trapo sin pene acostado en una hamaca viendo pasar el
mundo ante él; Como un eunuco mediocre en medio de un harén sentado junto a dos
sementales musculados; Como un anciano encerrado en el lavabo de un prostíbulo
sin poder parar de cagar… Así que frente a tal descaro solo pude ocultar mis
ojos tras la novela que estaba leyendo para que nadie se diese cuenta de cuánto
estaba sufriendo.
Al día siguiente, ya más tranquilo a la hora del almuerzo me
encontré con la misma chica en el buffet del comedor; Frente a frente,
disputándonos la misma bandeja de comida; Yo, caballeroso, le cedí el paso para
que se sirviera primero y ella, al agacharse dejó expuesto a mis ojos el escote
de su camiseta; Yo no me impresioné, de hecho ni siquiera la miré. ¿Para qué si
ya sabía qué ocultaba? Pero ella se puso nerviosa y se tapó con la mano
mientras se servía. Yo no daba crédito a mis ojos; La misma chica que ayer
balanceaba sus pezones ante mí, cual péndulos de hipnotista barato, hoy sentía
vergüenza de que pudiese asomarme en su escote. Tal incoherencia hizo que me mareara un poco y dejó de apetecerme
el comer, así que me marché, dejándola sola con sus manías.
Conclusión a todo esto: Da igual como seáis, la ropa que
llevéis o cómo os comportéis. Al final todo depende del momento y el lugar. O
lo que es lo mismo: No por mucho madrugar, luego se acuesta uno más temprano.
Uf, que ( Fernando) espeso estoy hoy.
Toma rollo me he soltado solo para decir, en resumen, que vi tetas cuando estuve en Tenerife.
Jajajaja, es cierto que lo pasabas mal cuando veíamos tetas allí ( al principio que luego le cogiste la maña) pero lo que no he entendido bien es lo del sentimiento de viejo cagando en un prostibulo, debo de ser corta de entendimiento. Ya me lo explicarás otro día.
ResponderEliminarLo del viejo es una bela metáfora sobre la impotencia de quién querría hacer algo pero se ve incapacitado para ello debido a factores externos.
EliminarEspero haber aclarado tu duda, ser anónimo.
Cerebro que lo pasarais tan bien en Tenerife, pero creo que lo de la privacidad no tiene nada que ver, yo solo voy a playas públicas y veo tetas por todas partes.
ResponderEliminarPor cierto, comparando las fotos se me ha ocurrido algo inquietante: te imaginas lo que debe ser conocer a una chica en, como dice la canción, un pueblo con mar y de viaje de novios llevártela a un parador en la sierra...
Pues pasaría que salís en moto y tienes que alquilar una furgoneta a medio camino.
EliminarQuerido capdemut, entiendo y comparto tu sentimiento. A todos nos ha pasado alguna vez ver un jamelgo (llámesele comercial) y ver como se aleja sabiendo eso de los factores externos...
ResponderEliminar¿A que si? Hay que ver cómo son los factores externos a veces.
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