Todo
aquello que vemos, no existe.
Con esta afirmación resumimos, a grandes rasgos,
el funcionamiento de la percepción humana. Y es que nuestro cerebro debe crear
imágenes a partir de la luz que captan nuestros ojos y por ello, la idea final
de lo que tenemos delante puede variar notablemente debido a los múltiples
“filtros” (emocionales, situacionales, temporales) por los que esa imagen pasa.
Y no es una teoría descabellada o sin contrastar. Yo puedo afirmarlo y seguro
que todos vosotros podéis hacer lo mismo. Ahí va un ejemplo:
Me
levanto por la mañana. He dormido bien y espero que hoy sea un día lleno de
oportunidades que aprovechar. Me lavo la cara y me quito la camiseta frente al
espejo; y pienso: “Joder, que fuerte estoy para el ejercicio que hago y la edad
que tengo…”
Éste soy yo a las siete de la mañana. |
Vuelvo
a casa por la noche. Agotado tras un día lleno de frustraciones y fracasos
menores. Me lavo los dientes antes de acostarme y me quito la camiseta frente
al espejo; y pienso: “Joder, cómo puedo estar tan delgado y a la vez tan blando…”
Y así soy a las 10 de la noche |
¿Y por
qué sucede esto? ¿Por qué, siendo yo el mismo individuo me veo tan distinto?
Pues es justo lo que he explicado en el primer párrafo, no me hagáis repetirlo.
Lo que pasa, y hete aquí el propósito de esta entrada, es que tal situación también se produce con segundas personas, cuya
imagen se ve modificada por la estima que les tenemos. De este modo, recordamos
como más pequeñas, feas y calvas a las personas que despreciamos, y más altas,
guapas y dotadas sexualmente a las que admiramos, ya que nuestros celebros han
alterado la realidad de su imagen para adaptarla a nuestra propia realidad. De
verdad os lo digo.
Es por
ello que con un poco de astucia, podemos sacar provecho de todo esto y saber qué opinión tienen los demás de
nosotros según lo que nos digan al vernos, gracias a este conocimiento que os
estoy brindando. ¿Que nos dicen que qué guapos estamos y que si hemos crecido
ahora a los treinta y tantos? Eso significa que les caemos mal y nos odian en
realidad, ya que en nuestra ausencia nos habían afeado y empequeñecido hasta lo
grotesco. ¿Qué nos dicen que nos ven más viejos, ajados y hechos polvo? Pues
entonces alegrémonos, pues significa que les caemos bien y nos tienen en alta estima.
O eso…
O es que de verdad estamos viejos, ajados y hechos polvo.
En cuyo
caso es incluso peor.
La vida es ingrata.
Quiero morir.
Somos como hojas llevadas por el viento, volando inertes lejos de casa... |
No hay comentarios:
Publicar un comentario