El niño
lleva días cabizbajo después del linchamiento moral que sufrió en el último
salón del cómic (ver entrada anterior) y su madre se dispone a levantarle la
moral.
-Venga,
anímate, hijo mío… Te he comprado una entrada para el circo.
-No me
gusta el circo, mamá. Los tigres, de cerca, huelen fatal.
-No,
no, no es un circo de esos. En este circo aparece tu personaje favorito de
todos los tiempos. ¡Mickey Mouse!
-Oh,
oh, mi héroe de la infancia, qué alegría, gracias mamá, gracias.
-¿A que
se te pasa el enfado? En momentos como este me alegro de haberte dado una
educación materialista y superficial.
Al rato
llegan con el coche ante la carpa del circo. Emoción, alegría, felicidad… Hasta
que el niño se fija en el cartel principal del circo.
-Pero…
mamá… no puede… ser.
-¿Qué
pasa, hijo? ¿Ya no te gusta Mickey Mouse?
-Lo que
no me gusta… Es seguir siendo tu hijo.
El
viento sopla con fuerza, el niño se gira bruscamente y comienza a caminar hacia
el horizonte, donde el sol del atardecer parece más grande que nunca. Se oye
una música, así como de cowboys.
Mejor Asterix que Mickey, donde va a parar. Esta juventud no aprecia lo bueno.
ResponderEliminarTe falta sólo 280 ya :D
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