Llego a casa
después de un agotador día de trabajo y encuentro a mi pequeña,
mejor dicho a mi mayor a pesar de que sigue siendo pequeña para mí,
pintando y recortando en la mesa. Verla trabajando su creatividad me
emociona, pues eso demuestra ciertas afinidades hacia el arte e
inquietudes acerca de lo ya existente. Y eso es algo bonito ya que en
esta sociedad actual regida por el “quiero esto pues me lo compro”,
el ver a un niño trabajando para conseguir algo resulta
esperanzador. Me acerco a ella y le hablo suavemente, para no
molestarla demasiado.
-¿Qué es esto
tan bonito que estás haciendo?
-Una casita para
cuando venga el ratoncito Pérez. –Me dice sin distraerse a mirarme
-Oooh que bonita.
¿Es para que descanse después de llevarse tu diente y dejarte el
regalito?
-No. Voy a poner
el diente dentro y a hacer un mecanismo para que cuando entre a por
él se quede encerado dentro.
-Glups… ¿Y
para qué quieres encerrar al ratoncito Pérez? Quizás tenga que
irse a entregar más regalos a otros niños.
-Sí. Por eso. Si
lo capturo podré quedármelos para mí.
-…
Y así regreso a
mis quehaceres habituales y dejo a mi pequeña planeando cómo
secuestrar y robar a un ser mitológico. Qué ganas de jugar al
Dragones y Mazmorras con ella.
Pensamiento creativo al poder ¿para qué necesitamos moral?
ResponderEliminardespués le queda el hada de los dientes y que no pare...
ResponderEliminarGenial
ResponderEliminarGracias a todos.
ResponderEliminarÚltimamente estoy respondiendo menos, pero eso no significa que haya dejado de quereros.