Llego a
la dirección indicada cuando ya ha caído la noche y me sorprendo al no ver
ningún cartel en la entrada. Se trata de la puertecita de una pequeña casa de
dos plantas con las persianas completamente bajadas. Miro de nuevo la nota
arrugada que acabo de sacar de mi bolsillo y compruebo que efectivamente ese es
el lugar. Dudo, pero el aire frío de la noche me impulsa a llamar al timbre. La
única farola que ilumina ese sector de la calle parpadea y se apaga, como si
fuera una señal de que algo anda mal.
La
puerta se abre y entro a una especie de sala de espera poco iluminada. Huele
fuertemente a incienso y a aceites, ocultando un ligero olor a sudor y orín.
Hay silloncitos alineados contra la pared pero prefiero no sentarme y esperar
de pie. Al poco, una mujer oriental embutida en un kimono oscuro aparece por el
pasillo; es menuda y se mueve deprisa; me sonríe y sus ojos, apenas visibles,
me examinan.
-Buenas
taldes, usted sel…
-Capdemut
–le respondo.
-Oh
pelfecto, tu venil pol…
-Por
eso de la acupuntura –le digo.
-Oh si,
pasa pasa a la sala.
Me
acompaña hasta una pequeña habitación con una litera y estanterías abarrotadas
de objetos en los que no logro fijarme. Reconozco que estoy un poco nervioso.
Es la primera vez que utilizo este tipo de terapia, pero mi dolor de espalda es
tan persistente que ya necesito probar cosas alternativas a los analgésicos y
los masajes.
-¿Sel
tu plimela vez? –Me pregunta casi leyendo mi mente.
-Si.
-¿Y que
buscal?
-Pues…
He venido por el tema del dolor de espalda que…
-Ah
dolol, pelfecto. Yo sel expelta en ello.
Por
algún motivo no me siento cómodo con esa mujercita, pero sigo sus
instrucciones, me quito la camiseta y me acuesto en la camilla.
-Tu
tenel bonitos ojos –me dice mientras trastea con cosas de la estantería. –Y una
buena musculatula abdominal.
Miro
hacia abajo sorprendido pero me veo la barriga como siempre.
-Si. A
ver si se van a doblar las agujas –le respondo tratando de parecer gracioso,
pero ella no pilla el chiste.
La
mujer comienza a sacar agujas de un blister y a realizarme tocamientos por
partes estratégicas y a clavármelas por los brazos, los costados y la barriga. Duele,
pero como he sido educado en una sociedad patriarcal en la cual los hombres
somos el sexo fuerte y dominante, me reprimo de quejarme.
-¿Dolel?
-No
mucho. Siento alguna molestia, pero no llega a ser dolor.
-Oh, tu
sel un tipo dulo –me dice casi divertida. –Tu quitalte los pantalones.
La
obedezco y comienza a clavarme agujas en los dedos de los pies, tobillos,
rodillas y sigue subiendo. Dos lágrimas brotan de mis ojos y debido a la
posición, se me meten en las orejas. La cosa se pone fea.
-¿Y
ahola, dolel?
-Ahora
un poco –le digo mientras pienso que “joder métete las agujitas por donde te
quepan”.
Cuando
termina de clavármelas pienso que mi tortura se ha acabado pero en lugar de
eso, empieza la verdadera fiesta. Me pega una placa de metal en el costillar y
con una pequeño taser, comienza a electrificar las agujas. Desconocía este
método, pero con cada descarga me sacudo como un muñeco de trapo. No puedo
reprimir más los gritos y ella parece satisfecha. No entiendo en qué me puede
ayudar esta terapia tan chunga pero no puede durar mucho más.
-Esto
ya estal –me tranquiliza ella. –Ya podel quital los calzoncillos.
-¿Quital
que? –Le respondo en su lengua nativa.
-Calzoncillos.
Yo claval agujas en testículos y glande pala final feliz. Tu espelal. Taldal un
minuto.
Cuando
la china sale de la habitación me levanto con tal salto que casi me estrello
contra el techo y comienzo a arrancarme las agujas y a vestirme a la velocidad
del rayo. Me asomo al pasillo y éste está vacío, con lo que salgo a la carrera
y compruebo con alivio que la puerta de la calle está abierta. Salgo y dejo que
el frío nocturno me abrace, como una madre protectora, como las olas a la arena.
Miro a la pequeña puerta detrás de mí y me pregunto donde cojones me he metido.
Ahora solo me queda darle las gracias al que me recomendó este sitio, a poder
ser con los puños cerrados y los dientes muy apretados.
Así me veia yo de quedarme un rato mas en esa sala. |
Me pregunto a qué se refería con "final feliz".
ResponderEliminarSi quieres te paso la dirección y luego ya nos cuentas.
EliminarSeguro que consiguió que olvidaras el dolor de espalda... objetivo conseguido, aunque fuera mientras pensaba en la venganza
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