lunes, 5 de octubre de 2020

Claroscuros (paternidad parte 50)

 


Mediodía, tirando a la tarde. Me siento en mi silla ergonómica favorita mientras saboreo una taza de café con leche aderezada con helado de leche merengada mientras fuera cantan los pájaros, dando la bienvenida al otoño, estación renovadora donde las haya.

Y me tomo ese breve instante de relax para reflexionar y pensar en mi propia vida, en quién soy, donde estoy y qué he obtenido a lo largo de tantos años de esfuerzo. Y me siento en paz.

Me siento en paz por haber logrado la estabilidad emocional y económica, el equilibrio entre lo social y lo arisco, el punto medio entre austeridad y ansiedad por no tenerlo todo. Me doy cuenta de que por fin tengo claro quién soy, de donde vengo y a donde voy. Me siento libre, pleno, completo, como si el tiempo pasado no hubiese sido más que la consecución de una obra que culmina aquí y ahora, en mi.

Soy el ombligo de mi mundo y ya me da igual que la tierra sea redonda o plana, con nubes o con flecos, con dioses o sin ellos. Mi nombre resuena como un trueno en mi cabeza, como la campana gigante de un templo budista donde en el subsuelo se entrena a ninjas que por el día te preparan un té y por la noche te acuchillan mientras duermes.

No lo hago a menudo pero me doy el lujo de sonreír. Qué cojones.

Entonces aparece mi pequeña, que ya es mi mayor y se sitúa detrás de mi, desde donde comienza a acariciarme el cabello.


-Qué largo lo tienes ya -me dice. Casi te puedes coger una coleta.

-Así es. Y más largo que lo llevaré.

-¿Te vas a dejar melena otra vez?

-Seguramente. Me dejaré melena como cuando tenía veinte años porque así será como si tuviera veinte años y todo será como cuando tenía veinte años y por lo tanto… ¡Volveré a tener veinte años!

-Pero ya no tienes tanto pelo como antes.

-¿Comorl?

-Que ya no tienes la misma densidad. Ahora tienes menos, se te marca mucho la raya y se nota que por arriba ya te va faltando.

-¿Pero qué dices? Soy la persona con más pelo del mundo. Soy el Alan Moore del levante, soy…

-No pasa nada, papá. Tranquilo. Ya tienes cuarenta años y es normal quedarse calvo. El padre de X y el padre de Y que van a mi clase son más jóvenes que tú y ya están calvos.

-¡El padre de X y de Y no me llegan ni a las suelas! ¡Se quedaron calvos por no ser tan molones como yo! ¡A mi eso nunca podrá pasarme porque soy súper molongui que lo flipas!


Pero mi hija ya ha desaparecido y me ha dejado de nuevo solo con mis pensamientos. ¿Por donde iba? Ah sí, que menuda mierda todo, que estoy harto del trabajo, del fresco que está haciendo y que así, no hay quien encuentre el sentido a este engrudo que llaman vida.

1 comentario: