Sergei
era el sobrino del famoso general Strahd Von Zarovich, quien dedicando su vida
a la estrategia militar, llevó a su tierra natal, Barovia, a la gloria. Sergei
estaba prometido con la bella Tatiana, de quien su tío se había enamorado
también; Pero de poco le sirvieron las proezas militares, las condecoraciones y
la fama al pobre Strahd ya que su juventud había pasado y Tatiana solo tenía
ojos para el joven y apuesto Sergei. Strahd enfureció y maldijo el haber perdido
sus mejores años en el campo de batalla, culminando su desesperación al cerrar
un trato con la misma muerte: Debía bañarse en la sangre de su sobrino Sergei
para conseguir la juventud eterna. Y así lo hizo pero claro, Tatiana no estuvo
del todo conforme con la operación y se arrojó desde las almenas del castillo,
condenando a Strahd a una eternidad de muerte en vida, soledad y locura.
Ese era
Sergei. Pero “Sergei” también significa “sermaricón”. Aunque los términos
“maricón o marica” estén denostados hoy en día. Parece que su uso continuado y
consiguiente normalización hacen que suenen de forma despectiva y ofensiva. No
sé qué sentido tiene. Es como si decimos “¿Cogemos el coche?” y alguien salta
ofendido y nos dice “Se llama car, car, pronunciado / kɑɹ/ . Rid mai lips: / kɑɹ/,
/ kɑɹ/.” En fin, otra forma de
complicarse la vida.
Una imágen que no tiene nada que ver con el tema que vamos a tratar... O si? |
La
cuestión es que sergei no es algo malo,
no, para nada; Lo que pasa es que resulta algo difícil de entender para
aquellos que no lo son. Para ello es necesario ponernos en su lugar, utilizando
una serie supuestos empaticoemocionales.
Supuesto
1: Imaginemos que nos apuntamos al gimnasio y cuando vamos a meternos en los
vestuarios que corresponden a nuestro mismo sexo, nos dicen que no, que hemos
sido elegidos para cambiarnos en el vestuario del sexo contrario PERO sin que
nuestros/as nuevos/as compañeros/as reparen en nuestra presencia. ¿Mola o no
mola?
Supuesto
2: Imaginemos que una noche nos apetece salir a ligar, sin líos, sin
compromisos, sólo sexo por sexo… ¡Y lo conseguimos!
Supuesto
3.1 (versión masculina): Imagina que pasas un sábado por la noche en casa,
jugando al Call of Duty con tu pareja en lugar de tener que tragarte la infame
película de Sexo en Nueva York.
Supuesto
3.2 (versión femenina): Imagina que pasas un sábado por la noche en casa,
viendo la preciosa película de Sexo en Nueva York con tu pareja en vez de
tenerlo allí enganchado a la consola y pasando de ti.
Supuesto
4 (sólo comprensible para hombres heterosexuales): Imagina que tu novia tiene
tetas… ¡Y tú también!
Si
habéis sido capaces de empatizar ya os habréis dado cuenta de que sergei no es algo reprochable ni despreciable en
absoluto sino más bien todo lo contrario. Sergei es un don divino que solo se
entrega a aquellos afortunados que en otras vidas fueron seres maravillosos.
Sergei es algo que te pone muy por encima de las tonterías morales, éticas
y/o/u religiosas que nos impone esta sociedad absurda en la que nos movemos.
Sergei es la polla y la repolla siempre que, claro está, no hayas nacido en un
país islámico, que allí te matan sin pensárselo dos veces.
Nota póstuma: Esta entrada ha sido revisada, corregida y aprobada por Lolita (Ver "Blog de manualidades" aquí arriba a mano derecha). Cualquier persona que pueda sentirse ofendida o menospreciada por el contenido del texto debería dirigirse a ella.
Me parece interesante tu reflexión, pero me preocupa un poco que te plantees según que cosas. Qué le vamos a hacer.
ResponderEliminarEfectivamente yo revisé y corregí la versión original pero a excepción de una pequeña variación, el resto de propuestas parecen haber caído en saco roto, por lo tanto no me hago responsable del contenido plagado de clichés de esta entrada.
ResponderEliminarNota para el autor: ya hablaremos tú y yo, que me tienes contenta...