Llega un día festivo y después de mucho planearlo decidimos
salir de excursión, para pasar el día en familia y en contacto con la
naturaleza. El objetivo es sencillo: Ir a un pueblo no muy lejos, comer algo y
visitar el nacimiento de un rio en medio de un parque natural.
No queremos ir con prisas, pero con niños a cuesta es
difícil salir pronto: Que si cogemos ropa de invierno o de verano, que si
cogemos las dos por si acaso, que si nos llevamos la merienda por si se nos
hace tarde, que si el agua, que si ahora me he olvidado del calzado de
repuesto, que si el coche, que si el carrito, que si la silleta hay que
ajustarla bien, y aunque el lugar de destino no está lejos, llegamos ya con hambre.
Buscamos un restaurante, el pueblo es un verdadero espectáculo de escaleras,
rampas y callejones que terminan en barrancos mortales; los turistas no nos
ayudan a encontrar dónde comer así que preguntamos a una señora que pasea en
bata por la calle (signo inequívoco de ser autóctona) y nos dice que hay que ir
a la otra punta del pueblo para comer bien. Llegamos, comemos, es tarde ya y
vamos corriendo en busca de nuestro objetivo, pero nos topamos con unos
columpios; la niña se quiere columpiar, nosotros tratamos de explicarle que no
hemos hecho tantos kilómetros para pasar la tarde en unos columpios normales de
los que hay en nuestro pueblo, pero ella quiere y no es cuestión de pasar un
mal día por eso. Se columpia. Se columpia. Merendamos. Se columpia. Se cansa.
Subimos al coche, conocemos nuestro destino y queremos ver el rio pero la niña
se duerme en el coche y eso es una situación delicada. Está cansada y no es
conveniente despertarla. Los niños te dan la vida, pero si los despiertas de la
siesta lo que te dan es la tarde, y no merece la pena. Volvemos a casa. Hemos
pasado el día en familia, hemos ido de excursión pero no hemos visto el rio ni
de pasada.
Otro día será. Otro día volveremos le digo a mi mujer y ella
asiente, pero ambos sabemos que no es así; jamás regresaremos a ese pueblo
infernal de escaleras y columpios.
Debí hacer una cláusula de privacidad cuando nos casamos...
ResponderEliminarSiento curiosidad, ¿qué pueblo era?
ResponderEliminarTe lo mando por privado.
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