Desde hace algún tiempo, pero
especialmente desde que escribo de forma pública en este blog, he ido fijándome
en la extraña credulidad/ incredulidad de la gente. Por algún motivo que no
alcanzo a comprender, hay veces en que alguien se muestra reacio a creerse la
cosa más sencilla y mundana con un “¿Pero tú no ves que eso no puede ser?” pero
luego son capaces de tragarse las más fantásticas historias con ese “Es que hay
cosas que no podemos comprender” y sí, estoy hablando de cuando no se creen que
has visto un famoso por la calle pero luego intentan convencerte de que el
espíritu de un soldado muerto en la guerra les visita por las noches con
sodomitas intenciones. Pero ya hablé sobre este tema en concreto aquí y no
quiero hacerme tan pesado; Solo quiero explicar algo que me sucedió y que jamás
logré que me creyeran.
Yo era un veinteañero feliz, trabajaba
como repartidor de repuestos de automóvil y conducía una bella furgoneta
blanca, roja y azul; mi radio de acción era comarcal, por lo que visitaba
muchos pueblos pequeños perdidos de la mano de Dende; y en uno de esos pueblos
había un tallercito, propiedad del Sr.B, que era legendario no por sus
habilidades de mecánica sino por sus dos atractivas hijas. Cada vez que volvía
de su taller (cosa que sucedía cada 10 o 15 dias aproximadamente), entraba en
la tienda y todos me preguntaban aquello de “¿Has visto a las hijas de Mr.B?
Como están las chavalas, eh?” Y mi respuesta siempre era que no, que las hijas
no tienen por qué estar en el taller de su padre justo en el momento en el que
yo voy. Pensándolo detenidamente, las probabilidades de toparme con una de sus
hijas eran muy bajas, casi absurdas, pero a pesar de eso me lo preguntaban
insistentemente todas y cada una de las veces que iba. En términos roleros
podríamos decir que tirando dos dados de diez caras cada vez que iba a ese
taller, debería haber sacado un 0 en el primero y de 1 a 5 en el segundo para
encontrarme con una de ellas. Pero ya se sabe, la probabilidad está ahí y en
uno de esos viajes, saqué un 01 que es un crítico. Y con los críticos
siempre suceden cosas geniales.
Llegué el día del testi… del crítico
perdón, al taller y éste estaba cerrado; era raro, así que llamé a la puerta de
su casa, adyacente al mismo, pero nadie me respondía. Me desesperé un poco a
pesar de que yo no pagaba la gasolina y trabajaba por horas, no por reparto
entregado y volví a llamar. Sin respuesta. Pero cuando ya me iba, la puerta se
abrió y allí estaba. ¡Una hija! Pero cuidado, que estaba como estaba. Apareció
mojada de arriba abajo y cubierta solamente con una toalla. Me explicó que su
padre, LordB no estaba y que a pesar de haberla avisado de que yo iba a ir,
había cometido la imprudencia de meterse en la ducha; creo que dijo algo más
pero no me enteré; solo podía fijarme en cómo la toalla mojada se pegaba a sus
pechos y en una de sus caderas que se
dejaba ver con cada movimiento. Le entregué la cajita (unas pastillas de freno
creo recordar) y me marché.
Este es el recuerdo que hoy dia me queda de tal suceso. |
El viaje de regreso se me hizo más largo
que nunca. Estaba impaciente por llegar y contarles a todos lo que había visto.
Quise hacerme el interesante y esperar a que me preguntaran pero ese día
estaban todos muy ocupados y nadie me hizo la habitual pregunta. Al final se lo
tuve que decir yo y como ya supondréis… nadie me creyó. Fantasioso, mente
calenturienta, flipado… Todo eso me llamaron los muy gilipollas. Hace mucho que
dejé ese trabajo y me marché a vivir lejos, pero todavía a día de hoy, les
deseo mal.
Pues yo no conocía esta historia ( o la he olvidado) y me parece creible, aunque probablemente le hayas añadido algún elemento, que para ti la realidad pura y dura es muy aburrida..., me lo creo porque hay mucha desvergonzada por ahí...
ResponderEliminarMenudo critucazo!! igual el trozo q no la escuchaste te invitaba a entrar y labarte con ella...
EliminarAnónimo/a... ¿Como que "te parece creíble"? Todas las historias escritas bajo el tag "sucesos" son tan reales como los cúmulos de galaxias o los perros.
EliminarY LokiTrol... Una cosa es sacar un crítico pero para invitarme a la ducha debería haber hecho una intervención divina por lo menos.
Pobre chica, a pesar de que se afanó en corregir su olvido y salió a toda prisa de la ducha para cumplir con la tarea que se le había encomendado, se la insulta llamándolo desvergonzada. ¿En qué mundo vivimos?
ResponderEliminarEstoy contigo Lolita, en que lo de desvergonzada habría que analizarlo con detenimiento. Yo creo que la chavala pensaba que sería alguien de la familia o algo porque no parecía muy cómoda de hablar conmigo con ese atuendo.
ResponderEliminarSí, es que hay mucha delosilla por ahí suelta....
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