Una vez
más me veo obligado a utilizar este blog, no como la recopilación de idioteces
y sinsentidos que forman el conjunto de mi vida sino como vehículo de difusión
de información para advertiros a todos, oh ejército de lectores, de los
peligros de la red y más en concreto de la última alarma que ha saltado: Los
espías virtuales.
¡Mamaaaaa, sale un ojo grandote en mi ordenadooor! ¿Pero otra vez viendo guarrerias, niño de los cojones? |
Todos
lo sospechábamos; nuestros allegados menos afines a la tecnología nos decían
eso de “No pongas fotos en el feisbuc, que a saber quién lo va a ver” o el “Ni
se te ocurra mirar la cuenta corriente en el ordenador que nos roban. ¡NOS
ROBAAAAN!” Pero nosotros como siempre, a nuestra bola y confiando confiando en
los logotipos de confianza hemos terminado cayendo en sus sucias garras. Os
explico cómo de forma breve y sencilla.
Oh no, mis entradas del blog noooooo. |
Resulta
que cuando os sentáis delante del PC y tecleáis cualquier cosa, éste utiliza unos
trackers de seguimiento invisibles que cumplen una función antiguamente
conocida como “quedarse con la copla”, enviando la información de nuestras
búsquedas a sitios interesados que lentamente se van metiendo en nuestras vidas
como sin darnos cuenta. No os engaño, haced la prueba. Entrad ahora mismo en
cualquier página para ver, yo que sé, precios de hoteles en Pinto; haced unos
cuantos clics por ahí, que el tracker de seguimiento vea que no es algo casual,
sino que estáis interesados en el tema y veréis como durante un tiempo
indefinido, aparecen anuncios de hoteles en Pinto por todas partes; y lo mismo
pasará con tecnología, pornografía o cualquier otro tema que se nos ocurra.
Pero la
pregunta es: ¿Es eso malo? A mí me parece, pensando de forma práctica, que está
muy bien que el ordenador sepa si me gustan las rubias o las morenas cuando
busco fotos de tipas ligeras de ropa (la de trabajo que me ahorrará sin yo
saberlo), que me ofrezca las mejores ofertas o que me haga aparecer unos
predicadores religiosos a los que cerrarles la puerta en las narices con un
solo clic. Y luego está el tema de las fotos y la privacidad… pero seamos
sinceros… ¿Quién se va a molestar en piratear nuestro móvil para distribuir por
internet una foto nuestra comiendo paella en un chiringuito claustrofóbico en
la playa? Que no somos la Scarnet Jojalson esa, por dios.
Vivimos
en un mundo donde nadie se preocupa por nadie, donde todos miran por sí mismos
y ya ni nos acordamos de los cumpleaños de los mejores amigos o de si ése era
alérgico al ajo u odia las aceitunas con toda su alma. Vivimos en una sociedad
cada día más fría que nos está abocando de forma imparable a una
deshumanización total. Pronto perderemos todo contacto con la realidad y el
calor humano será tan solo un cuento de viejas. ¿Por qué no aceptar el interés
y la dedicación que sienten por nosotros las máquinas que nos acompañan en ese
camino terrible? ¿Por qué no aceptar nuestro destino con la cabeza bien alta y
no con inútiles muestras de resistencia? Aceptémoslo: Internet es nuestro amigo
y los trackers de seguimiento solo lo hacen más cercano.
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