viernes, 25 de julio de 2014

La mejor entrada del blog (si exceptuamos aquella de los ninjas), por el momento.



 Una reflexión irreflexiva, así a modo de intro
Recuerdo mis primeros viajes a Alicante cuando comenzaba a frecuentar a la que ahora es mi mujer, para comprar juegos de rol en la Ateneo y música (sobretodo) en las múltiples tiendas que entonces existían. Recuerdo la UFO, una diminuta tienda especializada en metal extremo y oscuro, tan pequeña que si había alguien dentro tenías que esperar a que saliera para meterte tú. Estaba también la Merlín, enorme y variada donde uno podía encontrar casi cualquier cosa relacionada con el rock y el metal, incluyendo CD’s, camisetas e incluso algunos vinilos antiguos. Y además estaba la TIPO, otra muy cerca de la Merlin que tenía bastantes cosas y otras más de esas con las que te topabas sin querer y en las que podías hallar ese CD que llevabas tanto buscando. Pero todo ello en la época pre-internet, claro.

A lo largo de estos años he ido viendo como la cosa cambiaba y esas tiendas iban cerrando sus puertas; primero la UFO, seguida de las más pequeñas hasta que me encontré con un consultorio en el lugar donde en su día estuvo la orgullosa Merlín. “Los tiempos cambian”, pensé, y con ese pensamiento incluso una franquicia como la TIPO se fue al garete, por lo que, a falta de conocer otra, mis compras de música quedaron limitadas a otra franquicia como es la FNAC. Y es allí, en la conocida tienda donde venden de todo y además lo hacen con una sonrisa forzada en la boca donde, aunque parezca mentira porque llevo media hora escribiendo, comienza la entrada de hoy.
La triste realidad de las tiendas de discos hoy

El aquí y el ahora
¿Pero qué...?
Situémonos: Estoy en la FNAC, buscando el último CD de los Overkill y lamentándome por el poco espacio dedicado al género que tienen cuando, después de encontrar lo que buscaba (a un precio abusivo por ser una novedad), veo un disco de vinilo de los Def Leppard, lo miro con detenimiento y a mi mente vienen recuerdos de tiempos lejanos, cuando mi amigo Magic Points me traía los discos de su hermano mayor para que los pasara a casete; “Que buenos tiempos”, pienso, hasta que me fijo en que hay por lo menos tres estanterías dedicadas a los discos de vinilo; y un montón de gente joven buscando y comprando. La cámara hace un zoom en mi careto asustado y digo sin apenas mover los labios eso de “¿Pero qué está pasando aquí?” Y es que si yo soy un viejo por recordar los tiempos en los que los vinilos giraban en los tocadiscos, no me cuadra que haya gente joven comprándolos hoy en día. Hasta que mi celevro, que trabaja a velocidades de vértigo ante situaciones inesperadas e inexplicables como ésta, llega a una conclusión lógica: El ascensor con el que he bajado antes era en realidad una máquina del tiempo que me ha llevado a los años setenta. Mola. Ahora podré ver a los Uriah Heep en concierto, antes de que Byron se muriera después de esa actuación en España, podré ir a ligar con tías de esas sin sujetador que predican el amor libre, podré tirarme a las madres de mis amigos para después decirles la frase esa de “Yo soy tu padre”, podré… Un momento que aquí hay algo que no me cuadra; estos jóvenes no  parecen aquellos jóvenes; ellos llevan barbas y gafas de pasta y ellas visten con pantalones hasta los sobacos y que les dejan el culo al aire. Todo comienza a darme vueltas y cuando busco un lugar donde sentarme oigo una voz que me llama; miro y veo a un tipo de melena canosa, alrededor de los cuarenta con camiseta de Judas Priest y aspecto triste. 

La revelación del viejo jevi
-Nuestro momento ha terminado, amigo. -Me dice con voz cansada. -Ha sucedido el Gran Cambio.

-¿Qué Gran Cambio? –Le pregunto confuso, a lo que él me muestra una sonrisa bastante fea.

-Mírate, Capdemut, mírate. ¿Y tus camisetas negras? ¿Y tu larga melena rubia? Lo has notado y sin darte cuenta te has ido adaptando a estos nuevos tiempos para poder sobrevivir.

-Hombre, es que ir de negro con este calor… -Me excuso. –Y la melena no hace tanto que me la corté… Además de que no era tan rubio. Pasa que llegó un punto en el que… el trabajo y todo eso… 

-¡No te pongas excusas! –Me interrumpe. –Sabes muy bien por qué lo hiciste. No querías que te pasara como a mí. No querías convertirte en una rareza en vías de desaparición. ¿Verdad? Pues disfruta de este nuevo mundo. Quizás algún día nos volvamos a ver. –Sentencia a modo de despedida.

-Un momento… -Comienzo a decirle, pero me fijo en que su cuerpo está perdiendo consistencia y lentamente se desvanece ante mis ojos dejando en su lugar un corto top con el logo de Metállica pintado con purpurina que rápidamente una muchacha con el pelo azul se lleva emocionada. Joder, tengo que salir de aquí cuanto antes.

La realidad de los nuevos modernillos
Pero justo cuando ya me iba, un chaval alto de brazos finos como alambres y con camisa de cuadros se planta ante mí y me muestra una sonrisa llena de dientes con ortodoncia mientras me enseña el Vinilo del Apetite for Destruction de los Guns N’ Roses.
-Mira, éste es el Apetait… ¿Lo has escuchado alguna vez? Es de lo más cool -Y allí no puedo aguantarme más. 

-Que si he escuchado alguna vez el Apetite? ¿Cool? –Entonces le señalo con mi dedo de señalar a los que van a morir pronto y le digo: -Chaval de pacotilla, tendrías que nacer veinte veces más para tener tiempo de escuchar este disco la mitad de las veces que lo he escuchado yo; yo escuchaba este disco antes de que tus padres supieran cómo se hacían los niños y te aseguro que nadie en el mundo que lo escuchara tenía esta pinta de gilipollas. Entonces había que ser un tipo duro, había que ir a las recreativas a darse de codazos con el que tenías al lado para que te dejara jugar en paz, había que…


Y al mirar a mi alrededor me doy cuenta de que todo el mundo ha dejado de hacer lo que fuera que estaban haciendo y me miran fijamente. Estaba hablando como un viejo, vale, pero… De pronto uno de ellos levanta un brazo y me señala a la vez que emite un agudo chillido (sí, me suele pasar esto últimamente si os fijáis en entradas anteriores) y después le sigue oro y otro y otro… Por lo que pago mi CD y salgo del lugar, llevando a una docena de jóvenes ridículos detrás de mí a los que se les unen otros que había en la calle. Voy aumentando mi velocidad progresivamente hasta que acabo corriendo como un loco en dirección al coche, saltándome semáforos en rojo y empujando a simpáticas viejecitas fuera de los pasos cebra, donde les espera una muerte segura, pero debo salvarme de tanto hipster indignado. Cada vez que me giro llevo más detrás de mí y a pesar de que no estoy en buena forma, el instinto de supervivencia me da fuerzas y llego al coche. Entro, meto la llave en el contacto y… arranca a la primera, como de costumbre, desafiando así el tópico de las pelis de miedo. Pero entonces me fijo en que todavía queda hora y media para que caduque el tique de aparcamiento y mi sangre catalana me impide desperdiciarlo. No voy a regalarle al ayuntamiento de Alicante una hora y media así por la cara. Así que paro el coche, salgo, cierro bien las puertas y prosigo mi carrera con la histérica turba pisándome los talones.
Que me pillaaaan!!

Con la esperanza de ganar algo de ventaja decido correr cuesta abajo, sin ser del todo consciente de que si yo lo hago, ellos también lo harán, y fruto de ese ligero error llego a la playa, donde quedo atrapado entre ellos y el insondable Océano Mediterráneo. Si supiera nadar no me sentiría tan desesperado, la verdad, pero viendo que no tengo alternativa comienzo a meterme en el agua. Parece ser que a estas gentes no les gusta demasiado ya que los pocos que se acercan lo hacen con miedo y eso me anima a seguir hacia adentro. Ya con el agua por el cuello miro hacia la costa y la ciudad repleta de seres humanos, ahora extraños para mí, que me miran como para asegurarse de que realmente voy a marcharme para no volver. Pero eso ya se verá. Me reuniré en las profundidades con mis hermanos, los olvidados, los renegados, y una vez hayamos despertado a nuestros dioses antiguos, regresaremos para tomar aquello que nos pertenece.

'Ia! Ia! Cthulhu Fhtagn!'




Nota informativa: Cuando uno recibe la bendición de la inspiración a las cuatro de la madrugada, no debería levantarse a escribirlo.

4 comentarios:

  1. Qué bueno tron. Me extenderia más pero escribo desde el parque y una palabra de más puede significar el descalabro de mi hija.

    Lo mejor, lo mejor? Tener un amigo llamado Magic Points. Eso es de lo más brutal que he oido nunca! !

    Genial entrada. Y un poco triste. O sea que los hipsters escuchan metal??? Es cierto?? (Sonido de recortada amartillandose)

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  2. Entiendo lo del parque, no te preocupes.
    A mi amigo le he puesto ese nombre para mantener su anonimato. Normalmente la gente no quieren que se les relacione conmigo.
    Y a lo último, si y no. Escuchan metal solo si sus revistas les recomiendan algún disco alegando que "ha marcado una época" o alguna cosa así.
    Gracias por comentar y por "spreading the word"

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  3. Hola de nuevo y gracias por la respuesta.

    Lo de los hipsters y el metal debí haberlo imaginado. Al fin y al cabo, esa tribu urbana parece hacer sólo aquello que queda bien decir que haces. son como unos vampiros de lo cool, que succionan lo guay que haya en cualquier manifestación cultural y dejan una carcasa arrugada en su lugar.

    Lo de Magic Points plantea nuevas preguntas como "y por qué ese apodo" o "Cómo me llamará a mi", etc. Pero sigue siendo genial.

    Los agradecimientos no se merecen, hombre. Es lo que hay por escribir bien y tratar temas de actualidad y preocupación como el de la amenaza hipster.

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