El otro
día mi pequeña cumplió 4 años.
Cuatro añitos ya que se han pasado volando.
Parece mentira cómo ha crecido, cómo ha cambiado y cómo el mundo entero se ha
movido sin yo darme ni siquiera cuenta.
Ahora la miro y soy consciente de que
dentro de nada tendrá 15 años y cualquier día de esos me llegará a casa con un
chaval de esos larguiruchos y con acné para ir a estudiar a su cuarto.
Y el
chaval me lanzará una mirada tímida pero yo, que no soy tonto, leeré en sus
ojos eso de “Tengo 16 años y mis venas están saturadas de hormonas que hacen
que el único objetivo de mi vida sea meterle mano a tu hija.”
Y entonces yo le
miraré afablemente pero él podrá ver en mis ojos un “Llévate cuidado, niñato,
que has entrado por la puerta pero puede que salgas por la ventana”
Y él me
mirará con un “No podrás vigilarme siempre, viejo.”
Y yo le lanzaré una mirada
asesina de esas de “Tu procura no darme la espalda, que a lo largo de mi vida he visto
más pelis de ninjas de las que tu podrías llegar a imaginar”.
Y entonces se
meterán en el cuarto, cerrarán la puerta y subirán el volumen de la música.
Y
yo me daré cuenta de lo diferentes que se ven las cosas desde el otro lado de
la puerta. El tiempo no perdona a nadie, el cabrón.
Pues sí, el tiempo es inmisericorde en todos los aspectos que lo puede ser.
ResponderEliminarSólo nos queda la esperanza de que nuestras hijas, en el futuro, demuestren el mismo buen gusto que han demostrado nuestras esposas. El trago será más fácil de digerir.
Mmmm... ¿Mi hija con un tipo como yo? No sé, no sé si lo podría aceptar.
Eliminar¿Un tipo como tú o como yo?
EliminarTengo dos hijas y no me he podido contener comentar esta entrada aunque ya haya pasado más de un año.
Es una entrada muy cruel.Lloraré hasta el miércoles que la pequeña cumple un año y me olvidaré de esta entrada.