No sé
qué hora sería, pero esta noche me he levantado a beber agua. Puede pareceros
algo irrelevante pero no lo era. Nunca, nunca, nunca jamás en mis 35 años de
vida había sentido la necesidad de hacerlo y esta noche, por primera vez, me he
despertado con la boca seca y pastosa, la garganta seca y una extraña sensación
de sed que me han obligado a tomar la dura decisión de levantarme… y beber.
Y
mientras me llenaba el vaso sin atinar demasiado y me lo llevaba a mis labios
resecos, me vino a la cabeza la idea de que iba a morir esa noche. Sí. Os puede
parecer absurdo, pero hay precedentes. ¿Habéis oído hablar de Keith Moon? Ese
señor era el batería de los “The Who” y murió a los 32 años en circunstancias
parecidas. Estaba durmiendo, se le antojó comer pollo, y mientras su (guapísima
por cierto) esposa se lo preparaba (guapísima y muy atenta, por cierto. Yo le
pido a mi mujer que me prepare un plato de pollo a medianoche y me zurra de lo
lindo), Keith Moon murió. Y ahora la pregunta es… ¿Quién se comió el pollo? No,
perdón. La pregunta es… ¿Son signos de muerte inminente los antojos nocturnos?
Y ahora me vendrán los enteradillos a decirme que Keith Moon estaba en pleno
proceso de desintoxicación etílica y que tomó una sobredosis de pastillas y…
Pero eso a mí, anoche, me daba igual.
Subí
las escaleras hidratado, pero triste. Pasé por el cuarto de las niñas; primero
la pequeña, que ha aprendido a darse la vuelta en la cuna y parece que duerme
mejor boca abajo, y después la mayor, con la que he compartido la mejor parte
de mi vida; luego miré por la ventana, hacia el pueblo dormido y suspiré un
“Que os jodan a todos, mañana yo no voy a trabajar” y finalmente me acosté
junto a mi mujer y cerré los ojos para morir junto a ella. “Que susto se va a
llevar mañana” pensé.
Y
pensé. Pensé en el camino que he tomado en esta vida, en si hice bien o hice
mal, en si debería haber tenido una vida más emocionante o si la aventura de lo
cotidiano ya ha sido más que suficiente para alguien como yo. Pensé en si
debería haber buscado algo que me diferenciara de los demás para tener algo que
contaran mis nietos o si por el contrario preferiría ser el recuerdo de abuelo
soso que se pasaba la vida en el váter. Pensé y pensé en cosas que quizás no
debería pensar un hombre de familia como yo… Y al final me quedé dormido. Y
nada.
Al
final sonó el despertador, maldije al sol, al tiempo y al universo; vasito de
leche con una cucharadita de café, magdalena y a equiparse para un nuevo día de
aventuras. Dicen que hoy va a hacer calor, menuda novedad; y yo aquí, vivo como
siempre.
¿Pero has muerto o no? No me queda claro en el texto. Creo que las vacaciones me hace tener la neurona más espesa.
ResponderEliminar"Lo de vivo como siempre"... no lo veo claro y la falta de fotos de mujeres me preocupa y me hace pensar lo peor.
Sigo vivo pero de aquella manera...
EliminarGracias por preocuparte, aunque con ello no me hagas ningún favor.