Sabéis
que me apasiona el mundo de los influencers; esas personas que gracias a su
presencia y difusión en redes sociales logran alcanzar el éxito en todo aquello
que desean, llegando a ser escritores best sellers, actores de series de
televisión, presentadores, protagonistas de cómics y videojuegos… Lo que viene
a ser cagar oro, vamos. Pero no caigamos en la risa fácil, la descalificación y
la envidia corrosiva ya que como he dicho éste es un tema que me apasiona y de
forma positiva. Ahí va una pequeña explicación antes de entrar en el caso
concreto del que voy a hablar hoy.
Un
influencer (generalmente youtuber o instagramer) no recoge nada que no haya
sembrado anteriormente, es decir que aunque esté en una posición privilegiada
en cuanto a tocar el cielo, ha tenido que subir ahí arriba (y ahora tendrá que
luchar por mantenerse) a base de esfuerzo. La mayoría de influencers deben
retransmitir su vida prácticamente en directo, subiendo fotos y videos a la red
a diario, casi en tiempo real, para mantener enganchados a sus seguidores, pero
además ese contenido ofrecido debe tener cierto interés, ya sea a nivel
humorístico, educativo (risas enlatadas) o directamente morboso. Hay casos de
influencers realmente notables, algunos de los cuales han llegado a perder la
vida para mantenerse ahí arriba (el tipo que se disparó en el pecho para
demostrar que un iphone podía detener una bala [y por lo visto no podía] o el japonés
escalador de edificios que se precipitó al vacío dos días antes de su boda),
mientras que otros se mantienen ahí gracias a otros factores externos como por
ejemplo, ser jóvenes y bellos. Y ahora si, entra nuestra protagonista de hoy.
Conocí
a la protagonista de esta entrada (y digo conocí refiriéndome a que supe de su
existencia) viendo el programa “Ja ja show” en el canal disnei con mi hija.
Ella era la presentadora junto a otro chaval y ahí habría quedado la cosa si no
se hubiese marchado, dejado una sustituta y yo no hubiese tenido que discutir
con mi hija sobre si esa otra chica era otra o no. Menuda frase he construido…
Pero no tengo aquí a mi correctora, así que adelante. Finalmente la busqué en
google y descubrí que la presentadora que yo con razón afirmaba que había
dejado el programa era una tal Rebeca Stones, famosa youtuber y autora de un
par de libros que se vendían como churros un domingo por la mañana. Impulsado
por la sana curiosidad decidí seguirla por Instagram y descubrí que lo estaba
petando de mala manera alternando citas literarias y reflexiones con abundantes
fotografías y videos de su cuerpo serrano. ¿Bien? ¿Mal? Eso lo dejo al gusto de
cada uno mientras yo me declaro (como el oligofrénico de Cárdenas) de extremo
centro.
Lavanda. La flor de la constancia, de la firmeza y perseverancia que te ayudarán a conseguir todo aquello que desees, pero sobre todo, todo aquello que merezcas. |
Ahí lo dejo. Buenas noches.
Curioso... CuliOjO.
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