Había una vez un niño, pequeño pero ya algo mayor, que tenía
unos papás muy pobres y como único regalo en la vida le habían comprado una
pelota. Una pelota roja con un pato dibujado. El niño adoraba esa pelota y
siempre iba con ella a todas partes: Al colegio, al parque, de compras y dando
un paseo.
Un buen día el niño estaba con su pelota, como siempre,
jugando en el parque, y tan entretenido estaba que no se dio cuenta de que se
acercaban unas nubes negras por el cielo; Y de repente, se oyó un trueno y
comenzó a llover. El niño salió corriendo hacia su casa para no mojarse
demasiado y que su madre no se enfadara, pero a pesar de lo mucho que corría
llegó completamente empapado. Mientras su madre le secaba y le reñía, el niño se
dio cuenta de que se había dejado la pelota en el parque y le pidió a su madre
que le dejara ir a buscarla. “No, no.” Dijo la madre. “Está lloviendo mucho y
casi se ha hecho de noche. Ahora ve a dormir y mañana, si no llueve, sales a
buscarla.”.
El niño durmió muy mal, soñando con su pelota y pensando si
volvería a tenerla y cuando amaneció comprobó que ya no llovía, por lo que
salió corriendo hacia el parque.
Al llegar allí lo encontró todo lleno de charcos y barro,
pero no había ni rastro de su pelota. Después de un buen rato de buscar el niño
se sentó bajo un árbol y se puso a llorar. Pero entonces oyó un ruido encima de
su cabeza (Sonido de aleteo)*, y al mirar arriba vio como una paloma se posaba
en una rama.
-¿Qué te pasa que
lloras tanto, niño?
-Pues que ayer perdí
mi pelota y no puedo encontrarla.
-¿Era una pelota roja?
-Si
-¿Con un pato
dibujado?
-Si.
-Pues ayer mismo vi
desde mi nido como se la llevaba el agua calle abajo. Corre que igual la
encuentras allí.
-Muchas gracias,
paloma. –Dijo el niño mientras salía corriendo calle abajo.
Cuando llegó al final de la calle buscó y buscó sin parar
hasta que se dio cuenta de que allí no estaba su pelota; Se sentó en un
bordillo y se puso a llorar otra vez. Y entonces oyó un ruido detrás de él
(sonido de arañazos)*, y al girarse vio un gato callejero que le miraba.
-¿Por qué estás
llorando, si ya no llueve?- Dijo el gato, que estaba contento porque a los
gatos no les gusta el agua.
-Porque ayer perdí mi
pelota, que se fue calle abajo pero no está.
-¿Era una pelota roja?
-Si
-¿Con un pato
dibujado?
-Si.
-La vi ayer. Se la
llevó el agua hacia el río. Si corres alo mejor la encuentras.
-Muchas gracias, gato.
–Y el niño se fue hacia el río.
Una vez allí lo encontró muy sucio, con el agua marrón y la
orilla llena de cañas y maderas. El niño corrió arriba y abajo en busca de su
pelota, pero no la encontró. Se estaba haciendo de noche y ya no podría verla,
así que le entró pena, se sentó al lado del agua y se puso a llorar por tercera
vez. Y como no, oyó un ruido (sonido de pez)* que salía del agua.
-Oh un niño llorando.
¿Qué te ha pasado?
-Me ha pasado que mi pelota se cayó al río ayer y ya no
podré encontrarla.
-¿Era una pelota roja?
-Si
-¿Con un pato
dibujado?
-Si.
-Pues no llores más
porque yo la encontré ayer y la tengo guardada en el fondo del río. Espérate
aquí.
Y el pez se sumergió y apareció de nuevo al cabo de un
ratito con la pelota del niño en su boca. El niño la cogió, le dio las gracias
al pez y volvió corriendo a su casa, donde cenó junto a su pelota y durmió
mejor que nunca en su vida. Y desde entonces el niño no se separa de su pelota
y mira siempre al cielo para que no le sorprenda ninguna tormenta nunca más.
Y corolín corolado, este cuento se ha acabado.
* Pequeño manual para realizar sonidos convincentes:
Es importante a la hora de contar un cuento que este sea
convincente para así estimular la imaginación del pequeño/a..Para ello no solo
es importante una buena historia sino que debemos vigilar los tonos de nuestra
voz y, como no, añadir algunos sonidos a modo de efectos especiales. Poner una
lista extensa sería demasiado… eso, extenso, por lo que solo enseñaré a
efectuar los sonidos que aparecen en este cuento.
- Sonido de aleteo. Hay dos formas de hacerlo. Una es agitar
los brazos con violencia hasta que los dedos golpeen la parte superior e
inferior del antebrazo con cierta velocidad. El sonido resultante es bueno,
aunque puede dejar una incómoda sensación de dolor en las muñecas. Otro método
es golpearnos en el hombro con la palma de la mano, cosa bastante más práctica
si estamos acostados con el crío en cuestión.
-Sonido de arañazos. Yo me limito a rascarme la barba,
aprovechando que tengo los pelos como cables de acero y las uñas como las de una tortuga
galápago austral. En ausencia de uñas se puede usar un rastrillo y en ausencia
de barba usar la zona del pubis. Ambas cosas a la vez no son recomendables.
-Sonido de pez. Es muy sencillo: Basta con tener un cubo de
agua a mano, coger aire, sumergir la cabeza y expulsarlo lentamente. Es incómodo de realizar pero el niño se sentirá orgulloso por la dedicación de su progenitor. Hay que tener cuidado de no ahogarse o cuando el niño sea mayor, apenas seremos un recuerdo borroso y ridículo.
Y hasta aqui. La semana que viene vuelve el contenido habitual, no me falleis.
Lo del pubis ha estado muy feo. ¡Hombre, qué hay niños delante!
ResponderEliminar¡Hombra, por favor!
EliminarEl manual para hacer sonidos no hay que leerselo al niño.
¡Pobreto! si es que necesito que me lo expliquen todo.
ResponderEliminar