viernes, 1 de diciembre de 2017

De deporte y exhibicionismo



Hace unos días (o semanas, que el tiempo se escurren entre los dedos como arena mojada) me crucé por la calle con un chaval que iba corriendo como tantos otros en busca de la perfección física, en clara alusión al rechazo que sentía por su propio cuerpo tal y como era en ese momento. No me sorprendió. Hay mucha gente que se odia a si misma y tratan por todos los medios de parecer otras personas, o a sus “yos” del pasado. Lo que si me sorprendió, en cambio, fue el verlo a la vuelta, acostado encima de un banco haciendo abdominales. Y antes de continuar quiero dejar clara mi postura ante el deporte: No me gusta el deporte. Me parece una manera tonta de destrozarse el cuerpo en un intento fútil de plantarle cara al tiempo, rival indestructible donde los haya. ¿Por qué pienso eso? Porque un primo mio que jugaba al fútbol se cascó una rodilla con apenas 15 años y a día de hoy es un cuarentón cojo; a un colega del colegio se le agarrotó hace poco un tendón (o algo) de la pierna haciendo running y se ha quedado torcido y un conocido, haciendo algo llamado “la rana” en el gimnasio ahora camina como un abuelo de 150 años. ¿Conclusión? La que os he comentado antes.
Pero el motivo de esta entrada no es la de criticar algo tan aberrante como el deporte; aquí cada uno es libre de machacarse como guste y plazca; el motivo de escribir esto  es el de la sorpresa de ver a alguien haciendo abdominales en un banco de la calle. ¿Qué no digo que esté mal! Pero al contrario que correr, que normalmente nadie tiene un pasillo tan largo, los abdominales se pueden hacer en casa tranquilamente. ¿Por qué no esperar a llegar? No se lo pregunté, que debería haberlo hecho, pero supongo que me habría respondido que en ese momento estaba “en caliente” o que por qué esperar si no estaba molestando a nadie… Los argumentos podrían ser numerosos y lógicos pero cuidado, porque eso podría abrir la puerta a muchas otras actividades que hasta el momento hacemos en casa pero por qué no trasladarlas a la calle si tenemos la excusa adecuada.

Ahora imagino a gente haciendo caca en los parques (y recogiéndola con bolsitas, por supuesto) con la excusa de “es que me ha dado el apretón”, gente masturbándose porque “es una necesidad fisiológica y además así me desestreso” o incluso poniéndonos en un caso extremo, gente leyendo en los bancos de los parques en lugar de esperar a sentarse en sus sofases y silloneses porque “está muy interesante este capítulo”. Aberrante. ¿Lo había dicho ya? Es que me gusta esta palabra, aunque nunca la diría en la calle, por supuesto.
Pues si, hay que hacer estiramientos y a poder ser, llamando la atención.

3 comentarios:

  1. ¡Qué aberración! ¡Leer en la vía pública! ¡Qué vengan esos bomberos a quemar esos libros!

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  2. Me resulta confusa la foto ¿la chica tiene torcido el cuello? ¿donde están sus pechos? No sé, es raro.

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