domingo, 24 de abril de 2022

De nombres propios y depredadores asiáticos

 Salgo al parque a pasear a mi perro, cuyo nombre es "Tai" y en una de esas que el animal se va a su bola y yo le llamo sin que el muy desagradecido me haga ni medio caso, como si no fuera yo el pringado que se levanta a las seis de la mañana para ir a trabajar y pagarle el pienso, una bella señora que pasaba por allí me pregunta algo divertida el porqué de ese curioso nombre. Entonces yo, haciendo gala de mis dotes como cuentista y dispuesto a aprovechar al máximo mis encantos, pongo mi voz grave de soltar rollos.

"Pues el orígen de su nombre es una historia curiosa. Verás. Se llama  Tai porque la trajimos de Tailandia diez años atrás, después de rescatarla de las fauces de un tigre mientras visitábamos un antiguo santuario."

La chica parece interesada por mi relato e incluso se sienta a mi lado para oírlo mejor mientras dice algo así como "oh, pobrecito", y como no quiero que el perro acapare toda la atención, prosigo.

"Las fauces de un tigre, decía. Yo soy un gran defensor de los animales y no podía dejar que este pobre perrito perdiera la vida así como así, con lo que agarré un cuchillo y..."

-¿No matarías al tigre, no? -me replica ella asustada -Porque están en peligro de extinción.

"Por supuesto que no. El cuchillo era para cortar unas cuerdas con las que le até las patas tras una feroz lucha cuerpo a cuerpo."

-¿Venciste tú solo a un tigre sin ni siquiera conservar cicatrices visibles? -pregunta ella desconfiando.

"Sí, bueno, era un tigre ya viejo que cojeaba un poco y dientes dientes... Pues apretaba pero sin llegar a morder."

-Ya, bueno... Creo que me tengo que ir.

"No, espera. Que todavía no te he contado lo de la base secreta de nazis con los que tuve que enfrentarme para..."

Pero ella ya se ha ido, dejándome solo con mi perro que me mira con cara de no haberse creído nada de lo del tigre tampoco. Y quedo quedo con el convencimiento de que debería haberle puesto Bob.