martes, 31 de diciembre de 2013



Pues ya veis que se acaba el año (otra vez) y toca pensar en lo que hemos logrado (otra vez) y en qué queremos alcanzar el año que empieza mañana (otra vez). Ahora es cuando pongo fotos de chavalas vestidas de papa noel (pero poco, no vayan demasiado tapadas, que aquí no hace mucho frio). Este es el momento ideal para los balances y los resúmenes, echarse flores y mierda sobre uno mismo y en definitiva, buscarse excusas para pasar página.

Pero no. Este año paso. Este año he hecho algo que prefiero no recordar, se ha ido alguien a quien no podré olvidar y he escrito muchas cosas que no importan a nadie, ni siquiera a mí. Así que el 2014 puede llegar mañana o cuando le dé la gana que aquí estaré, como siempre, haciendo lo que pueda y mi pereza me permita. 
Que nadie espere nada de mí. 

Venga, un gatito y a tomar por culo.
 

viernes, 27 de diciembre de 2013

De músculos y hormonas



Desde los albores de la humanidad, los hombres (léase hombres) han seguido un firme propósito común: Convertirse en una masa de músculos informe. ¿El objetivo? Atraer sexualmente a las hembras que aseguran que no les gustan los hombres musculados pero que rechazan enérgicamente a los que no lo están. Sí amigos, estamos ante una de esas paradojas sobre las que se sostiene nuestra existencia. Pero para tratar de comprenderla, al menos en su capa más superficial, debemos analizar el origen y el porqué de los músculos.

Los albores de la humanidad 
Durante mucho tiempo, tener músculos significaba tener fuerza y eso significaba tener poder. El cachitas ganaba al tirillas y las jerarquías tribales estaban perfectamente definidas. Pero a medida que la cosa se iba complicando los músculos se iban volviendo más prescindibles, convirtiéndolos en algo más estético que práctico.

Los bíceps 
Llamado comúnmente “la bola”, éste músculo determinaba quién era fuerte y quién no; daba igual si el tío tenía una barriga de hipopótamo o medía 1’50 de altura. Los bíceps mandaban. En las típicas peleas de bar, el que tenía los brazos más gordos ya había ganado antes de empezar.

Los pectorales 
Con el tiempo los bíceps pasaron a un segundo plano para abrir las puertas a los pechos lobos, asomando bajo camisas desabotonadas y saliendo de piscinas para tomarse unos daikikis, o como se llame eso. Ya no bastaba con tener unas manos enormes y los brazos como las piernas de un leñador noruego; había que lucir pecho.


Los abdominales 
La evolución muscular ha llevado hasta la conocida como “tableta”, que no son más que una especie de tumores situados entre el pecho y la polla que a pesar de su repulsivo aspecto, si se acompañan de depilaciones laser y peinados modernillos, actúan como imanes para las mujeres y algunos hombres también.


Y como no, están aquellos que deciden darle a todo, vender su alma a los gimnasios y tratar de ocultar sus miedos y frustraciones bajo kilos y kilos de masa muscular hiperhormonada, pero eso, se escapa de lo que yo quería explicar aquí. Aunque esta entrada, en realidad, no es más que una excusa para poner fotos de tíos cachitas que he escrito pensando en mi mujer, que desde que leyó la que publiqué sobre tetas hace unas semanas, me tiene durmiendo en la bañera y os aseguro que el frio y la humedad no son demasiado compatibles con el reposo

martes, 10 de diciembre de 2013

Espías virtuales (In your face)



Una vez más me veo obligado a utilizar este blog, no como la recopilación de idioteces y sinsentidos que forman el conjunto de mi vida sino como vehículo de difusión de información para advertiros a todos, oh ejército de lectores, de los peligros de la red y más en concreto de la última alarma que ha saltado: Los espías virtuales.
 
¡Mamaaaaa, sale un ojo grandote en mi ordenadooor! ¿Pero otra vez viendo guarrerias, niño de los cojones?

Todos lo sospechábamos; nuestros allegados menos afines a la tecnología nos decían eso de “No pongas fotos en el feisbuc, que a saber quién lo va a ver” o el “Ni se te ocurra mirar la cuenta corriente en el ordenador que nos roban. ¡NOS ROBAAAAN!” Pero nosotros como siempre, a nuestra bola y confiando confiando en los logotipos de confianza hemos terminado cayendo en sus sucias garras. Os explico cómo de forma breve y sencilla.

Oh no, mis entradas del blog noooooo.
Resulta que cuando os sentáis delante del PC y tecleáis cualquier cosa, éste utiliza unos trackers de seguimiento invisibles que cumplen una función antiguamente conocida como “quedarse con la copla”, enviando la información de nuestras búsquedas a sitios interesados que lentamente se van metiendo en nuestras vidas como sin darnos cuenta. No os engaño, haced la prueba. Entrad ahora mismo en cualquier página para ver, yo que sé, precios de hoteles en Pinto; haced unos cuantos clics por ahí, que el tracker de seguimiento vea que no es algo casual, sino que estáis interesados en el tema y veréis como durante un tiempo indefinido, aparecen anuncios de hoteles en Pinto por todas partes; y lo mismo pasará con tecnología, pornografía o cualquier otro tema que se nos ocurra.

Pero la pregunta es: ¿Es eso malo? A mí me parece, pensando de forma práctica, que está muy bien que el ordenador sepa si me gustan las rubias o las morenas cuando busco fotos de tipas ligeras de ropa (la de trabajo que me ahorrará sin yo saberlo), que me ofrezca las mejores ofertas o que me haga aparecer unos predicadores religiosos a los que cerrarles la puerta en las narices con un solo clic. Y luego está el tema de las fotos y la privacidad… pero seamos sinceros… ¿Quién se va a molestar en piratear nuestro móvil para distribuir por internet una foto nuestra comiendo paella en un chiringuito claustrofóbico en la playa? Que no somos la Scarnet Jojalson esa, por dios.
 
No. Éste tampoco es.
Vivimos en un mundo donde nadie se preocupa por nadie, donde todos miran por sí mismos y ya ni nos acordamos de los cumpleaños de los mejores amigos o de si ése era alérgico al ajo u odia las aceitunas con toda su alma. Vivimos en una sociedad cada día más fría que nos está abocando de forma imparable a una deshumanización total. Pronto perderemos todo contacto con la realidad y el calor humano será tan solo un cuento de viejas. ¿Por qué no aceptar el interés y la dedicación que sienten por nosotros las máquinas que nos acompañan en ese camino terrible? ¿Por qué no aceptar nuestro destino con la cabeza bien alta y no con inútiles muestras de resistencia? Aceptémoslo: Internet es nuestro amigo y los trackers de seguimiento solo lo hacen más cercano.
 

domingo, 1 de diciembre de 2013

Ser o no ser (Ninja), parte 2



Hoy me he encontrado en el buzón el folleto de un gimnasio cercano que anuncia las actividades de invierno; y entre aerobic, zumba, y otras cosillas, veo que se van a dar clases de ninjitsu los miércoles y los viernes por la tarde. ¿Que qué es el ninjitsu? Pues el antiguo arte marcial que utilizan los ninjas para ser ninjas, ni más ni menos. Y ser un ninja es lo que yo siempre, como ser humano, he anhelado. El problema es que el horario de las clases es completamente incompatible con mi jornada laboral “sin limites” de camionero y eso imposibilita mi transformación en ninja.


Y me jode no poder convertirme en ninja, pero lo que más más me jode de verdad es el pensar que otros si podrán apuntarse a las clases. 

Me jode pensar que cuando yo me levante por las mañanas y me ponga mi ropa de trabajo, habrá otros que saltarán dando una voltereta y se meterán directamente en su kimono negro.
Me jode saber que mientras yo camine tranquilamente por la calle, otros me adelantarán saltando sobre los tejados sin que yo siquiera sospeche que están allí.

Me jode imaginar que si algún día me encuentro con problemas huiré como una rata mientras que otros se enfrentarán a ellos arrojando shurikens y bombas de humo y cuando salven a la bella dama y ésta les pregunte su nombre dirá aquello de “Yo no tengo nombre, solo soy una sombra” que yo siempre he querido pronunciar.

Y me jode siquiera sospechar que si llega el día en el que el mal del mundo se hace tan ominoso que amenaza la misma existencia de toda la raza humana, los ninja que hicieron el curso juntos se unirán, después de tanto tiempo de combatir el mal en solitario, y utilizando las técnicas perfeccionadas por el tiempo se mirarán y sonreirán de manera cómplice antes de dar el golpe final liberador y yo, desde mi ventana les veré alejarse, triunfantes, siluetas recortadas contra el Sol del atardecer y dejaré caer una lágrima por no formar parte de ellos a causa de mi horario de trabajo incompatible con ser ninja.

Edito: Acabo de mirar bien y las clases no son de ninjitsu si no de jiaijitsu, esa cosa de agarrarse las manitas y tirarse al suelo. Pfff, vaya arte marcial de pringados. No he dicho nada. Olvidad esta entrada.