domingo, 26 de mayo de 2013

El caos reptante (Paternidad 27)



Un bonito día de feria. Los más pequeños se divierten en las atracciones mientras los adultos disfrutan a su vez con esa extraña empatía paternal que hace que merezca la pena pagar precios abusivos por cinco minutos de juego. Mi hija se decide después de un primer vistazo global al conjunto de atracciones y decide subir en un castillo hinchable.


Los castillos hinchables, lo explico para quien sea adulto y no se haya fijado nunca ya que en nuestra época infantil no existían, son estructuras (no necesariamente castillos) cuyos cimientos principales son el aire, a modo de globo gigante; Tal estructura da la garantía de que suelo, paredes, techos y todas sus otros elementos, son blandos y permiten a los niños saltar rodar, caerse y hacer el animal sin causarse lesiones importantes. Aunque, todo hay que decirlo, el invento no es perfecto, ya que los otros niños si son sólidos y de vez en cuando dos cabezas se encuentran repentinamente y los llantos aparecen tras un sonoro “cloc” craneal.

Total, que allí estábamos, padres y madres, abuelitos y abuelitas disfrutando de esa tensa tranquilidad de saber que nuestros pequeños/as no podían hacerse daño, al menos en una probabilidad importante y disfrutando de ello, hasta que saltan todas las alarmas: Una niña ya algo mayor para esos juegos aparece de entre la multitud de niños, animales hinchados y obstáculos curiosos y exclama: “Un niño ha vomitado”. Pánico. Las madres llaman a sus pequeños para que salgan de la atracción mientras preparan pañuelos, toallitas y otros elementos limpiadores por si el suyo ha sido afectado; pero los niños hacen caso omiso a las llamadas y siguen saltando y saltando con fervor mientras una masa amorfa se desliza sobre el plástico del suelo saltando a su vez, expandiéndose como un ser venido de las entrañas de otro mundo dispuesto a contaminar y propagarse. Los padres enganchan a los niños que se acercan demasiado a la parte exterior del hinchable mientras el dueño de la atracción pide calma y va llamando a todos diciendo que el tiempo se ha agotado. Pero ni por esas. Los últimos niños se resisten a la autoridad, saltando con más fuerza aún para apurar el tiempo que les quede, mientras el vómito sigue extendiéndose al ritmo de los saltos cercanos cual monstruo lovercraftiano.

Al final todos los niños están fuera. La mía está limpia, por suerte, pero hay otros que han sido alcanzados por el gorp (nombre técnico que se les da a los vómitos cuando llevan tanto tiempo fuera que cobran vida propia) y sus progenitores limpian agobiados los restos y le dicen, enfadados, que se van a ir a casa. El responsable de limpieza del castillo dice que van a hacer una pausa y que vuelvan en diez minutos, cuando haya limpiado la zona afectada. Yo me espero para comprobar qué técnica especial de limpieza va a utilizar pero el tío se limita a pasar una pelota de papel de váter por encima pensando seguramente que “ya lo limpiarán bien los siguientes, con los calcetines”.

jueves, 23 de mayo de 2013

Therrormix: El cocinero del apocalipsis (introducción)



Aviso: Esta es una historia de horror cósmico y acción “pulp” que contiene lenguaje vulgar y grosero, así como escenas que pueden resultar ofensivas para lectores sensibles. Avisados estáis.

La llegada (Introducción):
En un rincón perdido de la sierra de Montsiá (Tarragona), dos yonkis observan el cielo estrellado; Es una noche ventosa y, amparados por el único muro en pie de una antigua construcción, se dejan llevar por conversaciones incoherentes al límite del sueño opiáceo. De pronto una luz cruza el cielo y sus ojos se abren ligeramente a la vista de tal fenómeno.
-¿Has visto eso? –Dice uno.
-Ya ves, pedazo estrella fugaz. –Responde el otro sin mover ni un centímetro de su cuerpo.
-¿Sabes que deseo he pedido? Que se vaya a la mierda todo el mundo.
-¡Pero no lo digas que no se cumple!- Interrumpe el otro.
-Bah, que más da…
Pero ninguno de los dos sabía que por una casualidad del destino, su deseo estaba a punto de cumplirse.

Minutos después, el objeto luminoso procedente del más ignoto rincón del espacio exterior, impacta en algún lugar del Desierto de los Monegros (Aragón).  La explosión levanta una nube de polvo que se alza casi un kilometro en el aire, abriendo una herida en la tierra en forma de cráter y en el fondo del mismo, un objeto metálico todavía al rojo vivo, se abre como una flor cibernética y de él emerge un ser mecánico de blasfema construcción. Durante unos minutos analiza el entorno y espera a recibir sus directrices directamente del otro extremo del cosmos. En unos minutos éstas llegan y son claras: Infiltrarse, conocer, y dominar a la raza humana para obtener el control total del planeta tierra. El todavía amorfo ser comienza a mutar.
A las pocas horas llega una patrulla de la guardia civil con la misión de acordonar el perímetro hasta que lleguen los científicos que deben estudiar  el fenómeno. El agente Peláez, brigada al mando, decide acercarse al cráter para ver con sus propios ojos qué ha pasado allí. Nadie se atreve a recriminarle por su osadía. Sus compañeros ven como desciende y se agacha sobre un objeto brillante del tamaño aproximado de un perro pequeño. Lo examina, le da algunas vueltas entre sus manos y exclama:
-¡Mirad, es un robot de cocina de esos tan modernos! Metedlo en el coche antes de que lleguen los cerebritos… Lo contenta que se va a poner mi mujer.
Peláez guarda y tapa con una manta el robot. Cuando lleguen los científicos, no habrá nada de interés en el lugar.

Therrormix: El cocinero del apocalipsis (una odisea épica en tres actos, o cuatro).
(Muy pronto en vuestro blog favorito. Bueno no, en éste.)

viernes, 17 de mayo de 2013

El medasmismo (paternidad 26)



Un fenómeno sorprendente que orbita alrededor de los niños cual basura espacial-social y que vengo observando desde hace unos meses es el que he acabado llamando “El Medasmismo”. Tal fenómeno consiste en la necesidad irrefrenable que sienten los mayores a pedirle algo que el niño posee y que además le gusta.
¿Qué el niño está tranquilamente sentado mirando los dibujos mientras come gusanitos? Llega la abuela y, viéndose invadida por “El Medasmismo” le dice ¿Me das? A lo que el niño responde de diversas formas, pero nunca positivamente. Lo normal es que se resista, que busque motivos por los que no compartir su tesoro que posiblemente se lo habrá ganado con algún buen comportamiento doméstico. Pero la abuela insiste, insiste e insiste hasta que el niño accede a compartir su bienestar con esa abuela y entonces ella dice eso de “Que nooo, que es tuuuyo, cómetelo tu.” Y así hasta lo absurdo.  En casa, en reuniones familiares, en reuniones no familiares, todo el mundo desea interactuar con un niño contento y que no quiere saber nada de nadie y lo hacen atacándole donde más les duele. “¿Te gusta eso? ¿Si? ¿Me lo das?” Pero mucho cuidado porque la cosa puede ponerse seria. Yo he llegado a contemplar casos de Medasmismo que rozan el canibalismo. Lean y compruébenlo:
Yo por la calle, con mi hija. Se acerca una señora bastante mayor. “¡Uy que niña más bonita! Mirra qué ojitos tiene, mira. Queojitosmásbonitos… ¿Me los das?” Y apartando a la niña de sus garras de bruja le respondo. “Señora, aléjese de mi hija o le aplasto la cabeza contra el bordillo” Y encima se enfada la tía loca.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Ser o no ser (Hologramas)




Un reciente descubrimiento en un centro de detección de ondas gravitacionales en Alemania ha llevado al científico Carl Hogan (una combinación perfecta entre el intelecto de Carl Sagan y el físico de Hulk Hogan) a deducir que el universo que conocemos es la proyección holográfica en 3D de una realidad bidimensional. Es muy largo y raro de explicar, pero podéis leer la noticia al completo aquí (http://www.tendencias21.net/Un-extrano-ruido-detectado-por-el-GEO-600-podria-probar-que-vivimos-en-un-holograma_a2996.html ) y sacar vuestras propias conclusiones. Y claro, ahora sería muy fácil despotricar y decir aquello de “menuda tontería, esos científicos se aburren tanto que solo inventan gilipolleces para que sus ridículos nombres aparezcan en páginas de internet…” pero vamos a darles un voto de confianza por una vez e imaginar que sí, que tienen razón y que la realidad que conocemos transcurre en un holograma.

Esta especie de lente estretoscópica es la causante del descubrimiento.


¡Somos un holograma de la verdadera realidad! ¡Ostias, que cosa! Pero… ¿Qué significa realmente ser un holograma; qué ventajas aporta a nuestra vida? ¿Va a cambiar en algo nuestra holográfica realidad? Porque, seamos sinceros y dejemos aparte películas tipo Matrix o el Show de Truman… Vivir en un holograma  mola un huevo pero no cambia las cosas si no somos TODOS plenamente conscientes de ello. No nos va a servir de nada quedarnos mañana media horita más en la cama y luego decirle al jefe eso de “es que como este trabajo es un holograma no hay que tomárselo tan en serio” porque nos van a tirar a la calle (holográfica, pero calle al fin y al cabo). Y si este verano decidimos broncear nuestro holograma de cuerpo al Sol de forma íntegra y en medio de la calle y cuando las señoras griten eso de “pervertido exhibicionista”, puede que no tengamos tiempo de explicarles que no pasa nada, que solo están viendo una imagen en 3D de algo en 2D que ni siquiera está allí, antes de que nos corran a escobazos. Y cuando por fin traguemos saliva, nos acerquemos a esa chica que siempre nos ha molado, la agarremos por la cintura y la estrechemos contra nosotros para susurrarle eso de “Vamos a hacer vibrar este holograma, nena”, es posible que algo se mueva en esa lejana realidad bidimensional de más allá del universo conocido y proyecte una rodilla holográfica directa a nuestros testículos holográficos 3D y nos haga llegar a la conclusión de que es mejor ignorar este tipo de cosas y seguir viviendo con los pies en la tierra, independientemente de sus dimensiones o lugar en el espaciotiempo. Y es que vivir en un holograma solo mola si todos nos lo tomamos en serio.





Daniela Blume al final ha resultado ser solo un 
holograma de otra cosa. No, si ya decía yo 
que eso no podía ser de verdad