sábado, 20 de octubre de 2018

De filosofías y destinos

Once y media de la noche. Debería estar ya acostado pero me he entretenido viendo Gran hermano Vip y… estooo… leyendo a Nietsche quería decir, cuando alguien llama a la puerta. Me extraño. Llaman de la forma tradicional a pesar de que mi casa es una de esas modernas que incorporan un pulsador sonoro, también llamado timbre, pero al mismo tiempo me parece romántico que alguien quiera mantener esa antigua tradición de usar sus nudillos. Me levanto, me pongo los pantalones (porque aunque es mi casa y puedo ir como me de la gana, hay que mantener cierto decoro con los que vienen de fuera) y voy a abrir.
En el otro lado de la puerta me encuentro con una figura alta, cubierta con una capa negra con capucha que le llega hasta los pies y que en sus manos esqueléticas sostiene una guadaña y un reloj de arena. Entonces me mira con sus ojos vacíos y profundos como pozos y de su boca descarnada surge una voz cavernosa y antigua como el mismo tiempo.

-BUENAS NOCHES CAPDEMUT. TE TRAIGO UNA NOTICIA BUENA Y OTRA MALA. LA MALA ES QUE ESTÁS EN MI LISTA Y ESTA NOCHE DEBERÁS ACOMPAÑARME EN TU ÚTIMO VIAJE. LA BUENA ES QUE ESTO DE MORIR ESTÁ MUY SOBREVALORADO. YA VERÁS COMO NO ES PARA TANTO.
Me dispongo a abrir la boca para decir algo pero ella se adelanta.
-PERO TEN MUCHO CUIDADO CON LO QUE DIGAS YA QUE DEBES TENER EN CUENTA QUE YO SOY ETERNA E IMPLACABLE. CONMIGO DE NADA SIRVEN LAS SÚPLICAS NI LOS SOBORNOS NI EL ENGAÑO. YO SOY Y SERÉ TAL COMO HE SIDO Y AQUÍ ESTARÉ HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS EN EL QUE ENVUELVA AL MUNDO ENTERO BAJO MI MANTO.
Levanto un dedo indicándole que quiero decir algo pero ella sigue con su discurso.
-Y NO CREAS QUE ESTO LO HAGO POR PLACER NI DIVERSIÓN, NI SIQUIERA POR DEVOCIÓN, SIMPLEMENTE ES MI TRABAJO Y NO EXISTE OTRA OPCIÓN.
-Muy bien rimado esto último -logro decir por fin.
-OH, GRACIAS. LO LLEVO MUY ENSAYADO -me dice con modestia -AHORA DAME LA MANO Y PARTAMOS HACIA EL REINO DE…
-No, es que creo que ha habido una confusión. Yo no soy Capdemut. Capdemut es el de la casa de al lado.
La muerte estira el cuello y mira hacia su izquierda.
-¿QUIEN? ¿ESE DE LA BANDERITA EN EL BALCÓN?
-Si.
-PUES… ¿QUE RARO NO? SI YO SOY IMPLACABLE Y ETERNA Y…
-Ya lo has dicho, pero no es culpa tuya. Paa mucho aquí en este barrio que todo son casas adosadas idénticas. El cartero siempre se confunde y acaba metido en la casa de la rubia esa de la esquina.
-ES QUE YA NO SE HACEN LAS CASAS COMO ANTES. AQUELLO SÍ QUE ERAN CASAs, CADA UNA CON SUS PARTICULARIDADES… ¿SABES QUÉ ME PASÓ EL OTRO DÍA?
-No pero me encantaría saberlo.
-ME QUEDÉ ENCERRADA EN UN ASCENSOR... EN EL QUINTO PISO.
-Uf… eso sí que da miedo.
-TOTAL. Y LO PEOR FUE QUE CUANDO VINO EL TÉCNICO A SACARME, YA A LAS TANTAS DE LA NOCHE, AL SALIR LE DI LA MANO EN AGRADECIMIENTO Y SE MURIÓ.
-No somos nadie.
-DESDE LUEGO.
-En fin… Si no necesita nada más yo vuelvo para adentro.
-AH NO, CLARO. DISCULPE LA CONFUSIÓN, SEÑOR…
-Filibustrausen Mackintosh Xopenhauer. Pero puede llamarme Filmax.
Entonces la muerte saca una lista escrita a mano sobre papiro y comprueba los nombres.
-ESTÁ DE SUERTE SEÑOR FILIBUSTRAUSEN, DE MOMENTO NO ESTÁ EN MI LISTA.
-Es bueno saber eso. Buenas noches.
-BUENAS NOCHES.

Y así vuelvo a mis quehaceres cotidianos. Abro el libro, oigo como alguien llama a la casa de al lado y acto seguido el sonido de alguien desplomandose en el suelo. Qué cosas pasan. Esto al final será como decía mi abuelo: Cada uno tiene su destino y le toca cuando le toca.

lunes, 8 de octubre de 2018

De extraterrestres y redes sociales



Cuatro de la madrugada. Un leve zumbido me despierta y no puedo volver a dormirme debido a la extraña luz que entra por la ventana. Me tapo la cabeza con la almohada pero ya es tarde. Me he desvelado. Perezosamente me levanto, introduzco los pies en las zapatillas de noche y los arrastro todavía somnoliento hasta la ventana. Afuera hay una nave espacial de esas con forma de platillo sostenida sobre un trípode y con la plataforma de entrada abierta. Tres extraterrestres altos y delgados vestidos de científicos descienden caminando hacia la acera. “Como vengan a tocarme el timbre y me despierten a las niñas les doy una patada que les mando a su planeta sin necesidad de nave espacial” pienso, pero no. Se dirigen a la casa de mi vecino.

Entran sin llamar y en unos minutos se oye al perro ladrar, un forcejeo y gritos varios que rápidamente son apagados. Al cabo de poco salen otra vez llevando al vecino inconsciente, suspendido en una especie de camilla gravitacional. Ha sido rápido. Apenas me ha dado tiempo de sacar el teléfono móvil y ver cuatro stories del instagram. 

Los extraterrestres suben de nuevo por la plataforma llevándose a mi vecino de rehén para vete tu a saber a qué terribles experimentos someterle, cuando me doy cuenta de algo: uno de los visitantes, el más alto, llevaba una especie de collar metálico alrededor del cuello y ahora ya no. Abro la ventana y me asomo. “¡Eh tu! ¡Si tu, el alto!” El extraterrestre me mira y mete su mano en el bolsillo, en busca de alguna pistola desintegradora sin duda, pero entonces le señalo su cuello y le indico que le falta algo con lo que saca la mano del bolsillo y se sacude una palmada en la frente a lo anuncio de “ahí va, mis donuts” y entra de nuevo en la casa corriendo; sale a los diez segundos colocándose el collar y me levanta un pulgar antes de entrar. Le saludo con la mano y veo como el ovni empieza a flotar, se eleva unos diez metros en el aire y desaparece a una velocidad superior a la de la luz (bueno igual superior no, pero desde mi punto de vista lo parecía) dejando tan solo una estela luminosa en el cielo nocturno.

El teléfono me notifica que facebook tiene un recuerdo para mi de hace ocho años. Quizás debería haber hecho alguna foto a tal singular escena en lugar de mirar las redes sociales. Y hay que ver qué melenón me gastaba por aquél entonces. Y que carita más fina. Los años no pasan en balde, desde luego.