martes, 18 de diciembre de 2012

El bosque silencioso (Cuento infantil)



Cuenta la historia que había un pueblo justo al lado de un bosque muy grande en el que todos los días cantaban los pájaros; Y cantaban tan bien que todas las gentes del lugar acudían allí a escuchar sus canciones cuando salían de trabajar y se quedaban hasta que se hacía de noche.
Una tarde, un niño que había salido más pronto del colegio decidió ir hasta el bosque a escuchar los pájaros como hacía todos los días, pero descubrió que no había ni un pájaro en el lugar. “Todavía no habrán llegado” pensó, pero el tiempo pasaba y no venía ninguno, por lo que corrió al pueblo a avisar a los mayores. Cuando éstos llegaron se quedaron sorprendidos al encontrar el bosque tan silencioso y decidieron entrar a ver qué era lo que pasaba.

Y preguntaron al conejo, al zorro y a la ardilla, pero todos decían que no habían visto ni un pájaro en todo el día. Buscaron durante tanto tiempo que se les hizo de noche y tuvieron que regresar, pero por el camino vieron algo que parecía un pájaro en lo alto de un árbol. Era un búho que les miraba con unos ojos muy grandes.






Resulta que los búhos son los animales más sabios de todos y como las gentes del pueblo lo sabían, le preguntaron si sabía algo de los otros pájaros. “No sé donde pueden estar, pero esta mañana, antes de salir el sol, he visto al oso con un gran saco. Y el saco se movía” Les explicó el búho. Y toda la gente se fue hacia la cueva del oso, que era muy grande y oscura.

En el interior de la cueva estaba muy oscuro y solo se oía una respiración profunda (aquí viene una respiración profunda). El niño caminaba junto a los más valientes que se atrevieron a entrar y llegaron hasta una habitación de oso en la que estaba el oso durmiendo junto a un saco cerrado que no paraba de moverse.  El niño intentó coger el saco para ver qué había dentro, pero entonces estornudó y el oso se despertó con un gran rugido (rugido de oso común).
-¿Quiénes sois y qué hacéis en mi casa? –Preguntó el oso.
-Hemos venido buscando los pájaros que han desaparecido. –Respondió el niño.
-Aquí no hay pájaros, marchaos.
-¿Y entonces porqué no nos enseñas qué hay en ese saco?
El oso, avergonzado al ver que le habían descubierto rugió enfadado (otro rugido) y gritó:
-Si, yo me llevé a los pájaros del bosque. Me los llevé porque ha llegado el invierno y los osos tenemos que dormir mucho tiempo seguido para estar bien cuando llegue la primavera. Y esos pájaros con su canto no me dejaban pegar ojo. –Explicó el oso.
Entonces todas las gentes se pusieron a pensar en lo que el oso había dicho tratando de buscar una solución, hasta que el niño salió corriendo hacia su cas ay volvió al poco con unos tapones para las orejas. Le explicó al oso que si se los ponía, ya no oiría nada y los pájaros podrían cantar tranquilamente. El oso se colocó los tapones y comprobó que ya no oía nada (Truco: Taparle las orejas al niño en cuestión y hacer como que le hablas pero sin pronunciar sonido para que se convenza de la infalibilidad de taparse las orejas), por lo que abrió el saco y todos los pájaros salieron volando hacia sus árboles.
Y así las gentes del pueblo pudieron disfrutar del canto de los pájaros durante todo el invierno mientras el oso, en su cueva, dormía tranquilamente sin oír ni un ruido.


Dedicado a los niños y niñas de la escuela de Newtown

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