miércoles, 4 de julio de 2012

La crisis de los 14


El otro día llegué a mi casa después de un moderado día de trabajo y mi esposa me anunció con alegría que era nuestro aniversario de pareja. “¿Cuántos años llevamos?” Le pregunté yo con inocencia. “14”. Me dejó caer ella como un martillazo en la sien. Y se quedó tan normal. Yo estaba un poco aturdido, así que cogí la bicicleta y salí a tomar el aire.
Y por el camino estuve pensando. Si, no puedo evitarlo, yo soy así de pensativo. Pensé en que si 14 años son toda una vida, en todo aquello que hemos vivido juntos, en aquello que me he convertido y en qué pensaría mi yo de hace 14 años si me viese. Pensé en todas las cosas que he conseguido y en todas aquellas que anhelé y se quedaron por el camino, abandonadas.
Sumido en la melancolía pedaleaba y me metí en un polígono industrial donde me topé con un coche aparcado donde una parejita joven hacía el amor. Él era un chaval y ella poco más que una niña y allí estaban, a plena luz, sin apenas cobertura, completamente desnudos haciéndolo a un ritmo acelerado. Si preocupaciones, sin problemas, sin compromisos, disfrutando del instante y nada más.
Pasé de largo, algo avergonzado, pero la escena me hizo recordar cuando yo era así. 14 años atrás todo se veía de otro color, todo se vivía de otra forma, con la eternidad por delante, sin nada que planificar, sin vínculos genéticos de por medio, ni hipotecas ni raíces. Y de repente me sentí extrañamente solidarizado con esa pareja. Alguien debía decírselo. Alguien debía ponerles en otra perspectiva para que realmente pudiesen apreciar ese momento durante toda su vida. Alguien debía abrir sus ojos ante la realidad, actual y futura para facilitarles el paso a los 14 años sin traumas, con libertad. Y ese alguien era yo.
Así que di la vuelta, bajé de la bici, me acerqué al coche a pie y abrí la puerta dispuesto a abrazarles en señal de afecto y explicarles los secretos de la vida. Pero al verme, ella se puso a gritar mientras se tapaba con las manos y él me apuntó con su pene brillante y resbaladizo, sin otra arma con la que enfrentarse a ese hombre melenudo que acababa de entrar. Dios sabe que intenté hablar con ellos, pero una vez dentro del coche ellos no dejaban de moverse en un amasijo de carne sudada, rodillas codos, uñas y gritos ahogados. Finalmente lograron coordinar sus movimientos y me empujaron fuera del coche impulsándome con sus piernas, segundos antes de salir pitando con su coche.
Y allí me quedé, en el suelo, aturdido viendo como se alejaban, pero me quedó la certeza de que algún día, dentro de 14 años, me llegarían a comprender y recordarían este momento con cariño.



5 comentarios:

  1. Dios qué asco lo del pene resbaladizo..., a veces me asustas, aunque eso ya lo sabes, por tu facilidad para pasar de la realidad a la ficción más preocupante y pseudopornográfica... Pero bueno, como relato es entretenido, sucio y no dejará a nadie indiferente.

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  2. ¿Y en que momento vino a buscarte la policia? ¿De camino en bici a casa o al llegar? xDD

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  3. Solo me asalta una duda...
    Mientras ibas en bicicleta, silbabas la "pegadiza" canción veraniega de Verano Azul?
    El resto, lo encuentro de lo más normal, aunque me quede sorprendido de la reacción de los jóvenes. Qué forma de despreciar la sabiduria de las más mayores...ande vamos a parar?

    Saludos... y por cierto: Chanquete a muerto!

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  4. ¡¡¡¡¡Felicidades por tu 14 aniversario!!!!! La idea del pene resbaladizo ha turbado tanto a todos que lo han pasado por alto. Yo no soy mucho de conmemorar estas cosas por eso te felicito aquí que queda como más impersonal y más light. Por cierto, ya sabes lo que dicen, los mejores años son los catorce primeros, después comienzan las riñas, la inapetencia sexual, la calvicie...

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  5. No digas eso Lolita que yo también entro en el mismo bote (06-07-1998), me estas dando un canguelo en eso de la calvicie que lo flipas!

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