sábado, 6 de diciembre de 2025

Voces

 

-Si algo puede salir mal, saldrá mal -me susurra la voz de mi cabeza.

-Esta vez no -le respondo sin apartar la vista de la pantalla, tratando de darle a entender que no merece ni mi más mínima atención.

-Sabes que sí, que siempre ha sido así -insiste.

-Esta vez no. Ya no soy el mismo. Me he vuelto más duro, más seguro, ahora tengo más claro hacia donde voy -le digo sin mover los labios para que no se sienta tan humana, tan merecedora de palabras pronunciadas.

-Sabes que eso es mentira. Sabes que los golpes no te endurecen sino que te vuelven más quebradizo, al igual que el suelo bajo tus pies, por muy bajo que hayas caído siempre puede derrumbarse para llevarte a otro nivel de desesperación. Sabes tan bien como yo, porque eres yo del mismo modo que yo soy tú, cual es ese lugar hacia el que te diriges…

-¡No lo digas! -le grito, esta vez a viva voz.

-¡Pero lo sabes! -resuena la voz en mi cabeza.

-Aunque salga mal seguiré aquí, siempre lo he hecho.

-Entonces estás aceptando que puede salir mal.

-Solo puede.

-Si algo puede salir mal saldrá mal.

-Eso ya lo habías dicho al principio.

-Solo quería asegurarme de que no lo olvidaras.

-No lo haré.

-Ni olvides tampoco hacia donde vas.

Guardo silencio y sigo con mis cosas, con mi vida y mis mierdas, mi tiempo perdido en aficiones y hobbies vacíos, en trabajos ingratos, relaciones extrañas, buscando el humor en el poso de la desesperanza, para arrancar sonrisas a quienes me escuchan sin saber quien soy en realidad, sin conocer al monstruo que vive en mi y devora mis sueños.

Apago la pantalla y escucho el reloj que jamás se detiene. Envidio su vacía determinación, la frialdad en la ejecución de su cruel cometido, que es el de recordarnos que somos finitos, efímeros, prescindibles y absurdos.

-No pienses más y vete a la cama -dice una voz en mi cabeza, y ya no sé si ha sido la mia o la otra, o quizás ambas en perfecta coordinación.

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