viernes, 14 de septiembre de 2018

Regalos de mierda 24 (la epopeya de los mapaches 5 y final)

Medianoche. Algo altera el apacible descanso del niño, que se levanta y mira por la ventana. La impenetrable oscuridad parece moverse y tomar forma en los alrededores de la casa cuando aparece lo que se asemeja a una figura oscura antropomórfica que se queda observándole. A la primera le sigue una segunda y a esa tres más. En cuestión de minutos y ante la paralizada mirada del niño, la casa queda rodeada por esas siniestras formas. El niño corre las cortinas, se da la vuelta y se dirige al pasillo para informar del extraño suceso a sus padres cuando aparece la madre corriendo a toda velocidad, lanzándose sobre él y derribándole. El niño no tiene tiempo ni de protestar por la rudeza de su progenitora cuando todo se vuelve violento.
Afuera suenan disparos y de pronto las paredes de madera vieja de la casa son perforadas por cientos de proyectiles que destrozan el mobiliario, hacen estallar las lámparas y rompen todas las botellas del mueble-bar como en las pelis del oeste. Una incesante lluvia de astillas y cristal cae sobre el niño y su madre.
-¡Qué pasa mamá! -pregunta el pequeño chillando.
-¡Nos han encontrado! -responde ella enigmáticamente.
-¿Quienes? ¿Los mapaches?
-Así es, hijo mio. Esos putos mapaches.
-¿Y ahora qué hacemos? -le pregunta él entre sollozos, desesperado.
-Vamos a bajar y huiremos por la puerta lateral.
-¿Y papá? ¿Donde está?
-No lo sé... -responde ella con seriedad-. Te diría que está muerto, pero tu padre es un cobarde y ya se sabe que los cobardes siempre se las ingenian para sobrevivir. Vayámonos sin él.
Y así madre e hijo avanzan a través de las balas que silban y estallan por todas partes, bajan las escaleras y se dirigen a la puerta lateral, pero en esos momentos la principal cede embestida por un todoterreno negro y grande y al abrirse sus puertas aparecen cuatro tipos vestidos de negro, con pasamontañas y armados con subfusiles y bates de beisbol reforzados con pinchos untados de veneno de escorpión recién mordido por una víbora.
-¡Esto no son mapaches mamá!
-Claro que no. Lo de los mapaches era un eufemismo para referirse a asesinos a sueldo enviados por un viejo enemigo con exceso de tiempo, dinero y rencor.
-¡Vamos a morir entonces!
-No -le tranquiliza la mujer-. Tu corre hacia la puerta y yo les detendré.
El niño sale corriendo hacia la puerta, que por suerte está abierta y justo antes de salir observa a su madre que realiza una serie de volteretas y giros por el aire esquivando balas y golpes hasta situarse frente al primer matón, engancharle la cabeza con las rodillas y romperle el cuello con un movimiento de cintura. Con la boca abierta, el niño sale a la calle.

Afuera hace frío pero a pesar de llevar solo un pijama, el niño se muere de calor. El corazón le funciona a toda velocidad y casi puede oír la sangre bombeada en sus sienes; sus jadeos dejan escapar pequeñas nubes de vapor y sus pasos son rápidos y precisos. El único problema es que no sabe hacia donde dirigirse. ¿El monolito en la colina, el árbol de aspecto amenazador, el bosque oscuro y profundo? Cualquier opción parece igual de estúpida pero ya da igual lo que decida porque media docena... no, qué coño... una veintena de matones armados hasta los dientes aparecen de todas partes, armados hasta los dientes y le apuntan con sus armas.
-Di buenas noches, niño -dice el que sin duda es el líder de la banda y a todas luces el más malo de todos.
El niño cierra los ojos con fuerza preparándose para morir. El malo aprieta el gatillo muy lentamente, sin duda para dotar de dramatismo al momento, y entonces algo cobra vida en el viejo cobertizo.
Un rugido ancestral, el sonido grave de una bestia largo tiempo dormida, de vuelta al mundo de los vivos gracias a la violencia desatada en la casa, sin duda alguna. Los veinte matones apuntan sus armas hacia la destartalada construcción a través de cuyos tablones que hacen de puerta y paredes brilla una luz amarillenta. Pasa un segundo, dos... se hace el silencio y al tercero todo salta por los aires. Al principio parece una bestia de acero cromado, brillando con luz propia y montada por un espectro salido del mismo abismo. Luego se revela su verdadera forma.
Un tipo vestido de negro blandiendo una afiladísima espada en cada mano montado sobre una Harley que parece conducirse sola. Los sorprendidos matones apenas tienen tiempo de reaccionar cuando las espadas del motorista ninja les seccionan las cabezas de dos en dos.
La madre aparece de pronto y agarra al niño mientras los disparos se suceden con una cadencia frenética y la moto rueda y derrapa segando las vidas de cuantos hay cerca de ella. En cuestión de minutos todos los agresores están muertos y el misterioso desconocido del cobertizo queda como único ser vivo en pie entre tanta matanza.
-¿Quién es este? -pregunta el niño a su madre con un susurro.
-Es el Motorista Ninja, el héroe definitivo -responde ella claramente enamorada de tan curioso personaje.
-¿Y que hacía en nuestro cobertizo?
-Eso no lo sé, pero por algún motivo siempre aparece en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Dicen que controla la moto con un poder ninja-mental y que por ello puede luchar con dos armas a la vez.
-Mola.
-Supermola.
-¿Y quien es en realidad? -pregunta inocentemente el niño.
-Que tonto eres. Pareces tu padre, que mas inútil y no nace -le responde la madre con una sonrisa-. Su identidad secreta es algo que seguro que nunca sabremos.
Entonces el Motorista.Ninja, el misterioso protohéroe anónimo, desmonta, se acerca a ellos y se quita el pasamontañas, revelando su verdadera identidad.
-¿Papá? -dice el niño asombrado.
-¿Tu? -dice la madre decepcionada.
-Claro que soy yo -responde él-. Pensaba que ya lo sabíais. ¿Y qué hacéis ahí plantados? Hay que quemar todas las pruebas.

Y así, como una buena familia unida, comenzaron a amontonar los cadáveres en el centro de la casa y a rociarlos con gasolina. La madre sostuvo en sus manos una de las cabezas, la del líder del grupo, alias Nº2 y al que una vez llamó amigo y la arrojó al fuego de una triste patada. El padre subió la moto a la baca de uno de los coches negros de los malos y comenzaron a recoger sus cosas para lanzarse a la carretera de nuevo, hacia un nuevo hogar. La madre se metió en la cocina, sacó algo de provisiones y algo más que le entregó al niño.
-Toma hijo mio. Guardaba esto para tu cumpleaños, pero creo que ahora también es un buen momento. Disfruta de este bello peluche.



El niño subió al coche con una mezcla de emoción, decepción, asco, rabia y tristeza. Y un poco de tos.

Casi FIN, pero...

El necesario epílogo.

El todoterreno negro se detuvo en el aparcamiento de un bar de carretera. La familia se sentó en una mesa y esperaron a que una camarera apática les sirviera. Comenzaron a desayunar en silencio. Los padres se lanzaban miradas furtivas y viendo que la situación se volvía incómoda, el niño decidió romper el silencio.
-¿Alguien me va a explicar todo esto? -preguntó-.
-¿El qué? -dijo el padre haciéndose el despistado.
-El porqué mamá es una especie de acróbata mortal, tu un superhéroe motorizado y había una organización criminal detrás de nuestras cabezas.
-Ah eso... Es verdad. Creo que ambos necesitáis una explicación.
El padre dio un largo sorbo a su zumo de ciervo y comenzó a relatar su historia.
-Todo empezó cuando yo era joven. Había un videoclub debajo de mi casa y en esos tiempos solo salían pelis de ninjas, por lo que crecí algo obsesionado por el tema. Cuando fui mayor me apunté a un cursillo de ninjitsu donde me enseñaron a usar mis poderes mentales en combinación con mis aptitudes físicas superiores para la noble causa de matar gente de forma estilosa. Logré hacerme con una harley de segunda mano y la convertí en una expansión de mi cuerpo, logrando conducirla con mi mente para así poder usar todo mi cuerpo como arma.
-Eso ya lo sabíamos, pasa a lo importante o va a quedar una entrada muy larga y nadie la va a leer.
-Si alguien ha llegado hasta aquí ya no tiene sentido que lo deje, ahora viene lo revelador.
-¡Cuenta ya la historia, joder papá!
-Sigo... Como decía elegí el camino del bien y me convertí en un superhéroe, alquilando mis servicios al mejor postor, siempre por causas nobles, hasta que me encargaron la misión de borrar del mapa a los miembros de una organización criminal dedicada a robar obras de arte, sustituirlas por copias baratas y venderlas a filántropos aburridos. Desgraciadamente, cuando estaba a punto de cumplir mi misión, descubrí que uno de los miembros de esa organización era una joven muchacha de belleza inimitable y una flexibilidad increíble. Y me enamoré.
-Un momento... ¿Te enamoraste de mamá porque era flexible?
-Cuando seas mayor lo entenderás -le dijo la madre con una sonrisa picarona.
-Como decía, me había enamorado de tu madre pero ella no podía conocer mi identidad, así que la seduje de paisano usando el viejo truco de dar pena y llevé una doble vida desde entonces. Luego vino un taxista loco, me extrajo semen mientras dormía y fecundó a tu madre sin que ésta lo supiera y naciste tu.
-¿Que qué?
-Si. Pero eso está bien explicado en otra historia (Ver “El Padre” en este mismo blog) y no voy a extenderme más. Lo importante es que tu madre aceptó una última misión antes de retirarse definitivamente (Ver “Los santos fojones” en este blog también) y allí las cosas se complicaron.
-¿Qué pasó?
-Pasó que uno de los miembros del equipo se había aliado con el enemigo y había vendido a todo el equipo.
-Número 2... -dijo la madre con algo de tristeza.
-El mismo. Pero debido a las prisas del autor de este blog por terminar la historia, se olvidó de Nº2 y éste no murió al final del relato y por ello volvió en busca de venganza.
-Esperad un momento... -interrumpió el niño-. ¿Me estáis diciendo que todo esto de perder la casa, estar a punto de morir dos veces y ahora vagar sin rumbo y sin dinero es por culpa de un descuido del autor?
-Así es. Es un escritor mediocre.
-¿Y ahora qué va a pasar con nosotros? Es decir... ¿Cual es nuestro objetivo en la vida? ¿Por qué nos pasan cosas malas? ¿Por qué mamá siempre me hace regalos de mierda?
-Escúchame bien, pequeño... -dijo la madre con voz tranquilizadora. -Este blog no lo lee casi nadie. Todos los personajes que aquí aparecen están a borde del abismo del olvido. Bueno, excepto los reyes magos, que pasaron a formato libro, pero eso fue un caso raro. Pero por algún motivo a la gente le gustas.
-¿Yo gusto a la gente?
-Tu... o más bien el hecho de recibir regalos de mierda continuamente. Eso significa que mientras yo te haga esos regalos, seguiremos vivos. ¿Entiendes?
-Entiendo que de mis continuas decepciones depende nuestra existencia.
-Así es. Por lo tanto termínate el pollo que tenemos una vida por delante.
-Es que creo que esto no es pollo...
-¿Qué va a ser si no? Hemos pedido un krispi chicken.
-Esto parece más bien... ¡Carne humana!
Entonces todos los que en esa solitaria cafetería estaban, miraron a la familia con ojos rojos como el fuego del infierno, mostraron unos dientes afilados como bisturís y rodearon su mesa con aviesas intenciones caníbales. La madre se puso en posición de ataque, el padre se colocó el pasamontañas y sacó sus espadas y mientras tanto el niño decidió relajarse y dejarles hacer. Su vida había perdido el sentido, así que disfrutaría del espectáculo.

FIN. Ahora sí.

7 comentarios:

  1. Genial. Nuestra vida de lectores ya tiene sentido.
    El regalo. ¿Es un pollicornio?

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  2. Qué brutal y posmoderno. Me ha encantado.

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  3. El relato genial, el peluche... ¡por dios, tiene dos pollas! ¡¡¡MIS OJOS!!!

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  4. Gracias a todos. Ha sido un proceso de escritura extraño, pero me alegro de que haya llegado a buen puerto.

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  5. Pero este no puede ser el Fin!! Seguro que hay más regalos de mierda!! Me ha encantado como siempre.

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