jueves, 15 de noviembre de 2012

De insectos y humanos



Esta mañana al levantarme me he encontrado un saltamontes muerto en la cama, a mi lado. Qué asco, he pensado, cómo ha llegado este bicho aquí. O sea, no es algo tan extraño encontrar insectos en la casa teniendo en cuenta que vivo fuera del casco urbano, en lo que normalmente se llama “el campo”, pero que esos insectos lleguen a meterse en la cama es algo más raro.
Lo he cogido con cuidado dispuesto a tirarlo a la basura cuando algo ha llamado mi atención; Puede que fueran sus ojos vacíos, su postura o no sé… Pero me ha hecho pensar en que quizás no se tratara de un saltamontes normal; Puede que fuera único en su especie, algún tipo de genio de los insectos. Puede que hubiera entrado en mi casa no por casualidad, sino por curiosidad. Quizás llevaba semanas viviendo con nosotros, observándonos, aprendiendo, sintiendo qué significa ser humano y porqué a él le había tocado vivir esa existencia miserable.
Es posible que el saltamontes, hubiese entrado deliberadamente en la cama en busca de algo de calor humano, en busca de aquello que el destino le había negado, aún sabiendo que pondría en riesgo su integridad física el compartir lecho con mamíferos vertebrados que le superaban varios millones de veces en peso.
Por eso decido no tirarlo a la basura sino enterrarlo como es debido. Salgo a la calle y empieza a llover. No es una lluvia normal, lo sé. Son las lágrimas del cielo, que llora por el saltamontes que prefirió morir como humano a tener que vivir como un insecto.

6 comentarios:

  1. Muy bonita y sensible entrada, pero deja de lado una opción.

    De acuerdo en que era un saltamontes fuera de lo corriente y que les estaba estudiando, pero... no creo que fuera por ansias de ser humano, sino por ansias de conocer para luego conquistar. ¿Quién no le dice que estaba a punto de eliminarlo mientas dormía y ocupar su puesto, pero al despertarse usted activó su alarma y murió al morder la pastilla de veneno que albergaba en sus... ¿mandíbulas??

    Nos vigilan... están entre nosotros...

    ResponderEliminar
  2. No puedo creer que se te haya escapado esta hipotesis a ti.
    Y si no era saltamontes y era saltamontas? Y si lo que pretendia era tener relaciones contigo?
    Lo dicho, que esta vez tu entrada sea pura y casta me sorprende. A veces nos enamoramos de gente muy rara. Tal vez a la saltamontas le paso simplemente eso.

    ResponderEliminar
  3. Yo creo que la segunda hipótesis es absurda. Puedo llegar a aceptar que a otras especies les puedas parecer atractivo, como por ejemplo a un gorila o un chimpancé, a una gata como ha quedado probado, o incluso a esos monos con cara de eccehomo que acaban de descubrir, pero una saltamontes.... por favor, eso no se arregla ni con el Klic Klic. Debe ser que a Anónimo le resultas tan irresistible que piensa que a todas las hembras del planeta les ocurre lo mismo, pero, Anónimo, ¿o debería llamarte Anónima?, siento decirte que no es así.

    ResponderEliminar
  4. Jorge: Interesante giro argumental, pero... Si un saltamontes quisisera acabar conmigo, vista mi forma física, seguro que lo intentaría en buena lid, cuerpo a cuerpo. Lo descarto.

    Anónimo/a: Si una saltamontas quisiera algo conmigo... Solo tendría que pedirmelo. Tengo amor para cuantos insectos lo requieran.

    Lolita: Gracias por lo de los simios, me ha subido la autoestima... Creo. Eso si, tengo que puntualizar que esta anónima no es la anónima que tu crees; Es lo que pasa cuando la gente (anónima) no firma lo que escribe.

    Y gracias a los tres por vuestros comentarios. Mañana es miercoles pero hay entrada, así que nos vamos viendo por aqui.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola,

      A lo mejor era el prota de La Metamorfosis de Kafka. Es que no me acuerdo de cómo termina.

      Un saludo,

      Eliminar
    2. El de Kafka se convertía en cucaracha (que da mucho más asco que un saltamontes) y era más grande. Habría notado como se metía entre las sábanas.

      Eliminar