Se levantó y tomó aire. Tenía a dos gallinas con dientes, que casi le igualaban en altura, dando vueltas a su alrededor, esperando el momento en el que atacar. Ellas sabían que era una presa peligrosa y él esperaba ser capaz de deshacerse de ellas antes de que lo devoraran vivo. Una gota de sudor resbaló por su sien, bajó por la mejilla y se detuvo en su mentón. Un segundo, dos, tres, y cayó al suelo. Justo en ese momento, como si fuese algún tipo de señal, los dos depredadores se lanzaron sobre su presa. Melchor saltó a un lado, evitando dientes y espolones y se agarró a la cola de uno de ellos; la bestia chilló de rabia mientras Melchor hacía acopio de todas sus reservas de fuerza y, haciendo girar su cuerpo, logró elevar al monstruo y hacerlo girar por el aire. Atrapado por la cola no podía morderle y el otro no osaba acercarse. Melchor le dio varias vueltas y esperó el momento oportuno, el de mayor velocidad, para soltarlo. La gallina gigante voló en dirección a su compañera y se estrelló contra ella, quedando ambas tendidas en el suelo.
Sangrando y completamente agotado, Melchor legó hasta un pequeño lago de aguas cristalinas y aprovechó para lavar sus heridas. Se desnudó y se miró en el reflejo del agua. Su cuerpo era musculoso y varias cicatrices se dibujaban en él; era el testimonio de la vida que había que tenido que llevar desde que Él lo maldijo. Estuvo a punto incluso de preguntarse dónde estaba, cuando un sonido le distrajo. Sonaba como unas pisadas lentas, pesadas, pero daba la sensación de que estaban aplastando toda la maleza a sus espaldas. Melchor se giró justo a tiempo para ver cómo la cabeza de algo mil veces más terrible que las gallinas que casi le habían matado, asomaba sobre los árboles. “Un dragón” pensó, y casi estuvo a punto de rendirse y dejarse devorar, cuando ésta le vio y soltó un chillido que hizo que todo lo que había oído anteriormente le parecieran susurros. Cualquier habitante del futuro identificaría a tal bestia como un tiranosaurio rex y se prepararía para morir, pero Melchor se puso tenso, dispuesto a luchar.

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