domingo, 6 de julio de 2014

Números (Paternidad parte 31)



Desde hace algún tiempo, mi hija tiene la sana costumbre de ir una vez por semana a la biblioteca infantil y traerse un cuento. Por supuesto, lo elige por la portada y llega a casa ansiosa por que se lo cuente y saber de qué va. Para mí es también un momento especial, ya que a veces me sorprende con historias curiosas y otras… no tanto. Anoche cuando leí el título del cuento me quedé algo extrañado: “¿Sabes contar hasta  un googol?

Y mientras ella se lavaba los dientes yo, como buen director de rol,  hojeaba el supuesto cuento para mayor fluidez de la lectura posterior y entonces descubrí que un googol es un número imposiblemente elevado, con el que no se puede contar nada por ser mayor que el número de átomos que forman el universo. “¿Pero de qué cojones va esto?” pensé.
La hora del cuento llegó y comencé a explicarle los dibujos, destinados a llegar hasta el googol ese de la forma más comprensiva para un niño de cuatro años. “Mira, este mono tiene un plátano y éste otro tiene diez. ¿Ves? Pues si reunimos diez monos con diez plátanos tenemos… cien plátanos. Ahora cambiamos cada plátano por un pingüino y a cada uno le damos diez bolas de nieve, con lo que obtenemos MIL bolas de nieve, que si fueran nubes de azúcar podríamos llenar una caja grande. Y si tuviéramos cien de esas cajas en un barco y llegamos a llenar diez barcos tendremos…” La niña ya me miraba con cara rara, sin saber que acabábamos de empezar. “…así que mira cuántos pingüinos necesitaríamos para llegar hasta el Sol. ¿Lo ves? Pues ahora imagínate para ir hasta Próxima Centauri, que es la estrella más cercana a nuestro sistema solar…” La niña desviaba la atención hacia sus peluches, normal, pensaba yo mientras mi cerebro trataba de comprender para qué cojones quiere un niño pequeño saber qué mierdas es un puto googol y la madre que lo parió. Y la cosa todavía no había llegado a su punto álgido, ni siquiera cuando le dije que debería recorrer el mundo contando cada uno de los granos de arena de todas las playas del planeta para tener un número que ni así llegaría al googol, ya que este consta de cien ceros… el hijo de...
Ejemplo de página del libro ese.

Y ya en la última página, decidí hacerle la pregunta absurda de “¿Así que… Has entendido lo que es un googol?” Y ella me resondió con esa sabiduría de la que solo los infantes hacen gala y me dijo “Si papá. Un googol es un uno y una pizarra llena de ceros.” Con lo que hice una reverencia y la arropé lo mejor que pude.

2 comentarios:

  1. Hizo un googol en su pizarrita infanti, o sea que algo retuvo, aunque luego me dijo que ese libro no le había gustado mucho...

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  2. Dioses... las potencias de diez para niños.... demasiado pal body (y demasiado innecesario a cualquier edad anterior a los 14 como mínimo)

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