lunes, 11 de enero de 2016

Regalos de mierda (parte 10 de 284)



El niño (el de siempre) se despierta de un salto en medio de la noche. Su cama está empapada en sudor y todo su cuerpo tirita a causa de los nervios que le dominan. La madre al notar la vibración de la cama de su pequeño (las madres notan cosas que los no-madres no podríamos ni imaginar) sube a ver que le sucede.
-¿Qué te sucede? –Es la pregunta obvia.
-¡Mamá, mamá! Que mañana hay una fiesta de disfraces importantísima y ni me acordaba y si no voy disfrazado de algo molón voy a hacer el ridículo y sabes que soy muy sensible a esas cosas.
-Tranquilo hijo mío, que yo bajo al chino 24h de la esquina y…
-No mamá. No más regalos del chino que luego ya se sabe lo que pasa. La cagas, hago el ridículo y mi autoestima ya no puede con más humillaciones.
-Pues nada, hijo mío. Tu apúntame en un papel como es exactamente el disfraz que quieres y yo sigo al pie de la letra tus indicaciones y te traigo justico justico eso.
El niño se pone a pensar un disfraz molón para impresionar a las chavalas y rápidamente viene una imagen a su mente.

-Ya lo tengo mamá. Dame papel y boli que te lo apunto.
-¿Te vale un lápiz?
-¡No!
Y así el niño agarra el boli y escribe exactamente en una hoja de papel (sobra decir que con letras bien claras en mayúscula: “Dragon Ball Movie Goku Cosplay Costume” y le indica a su madre que para que no haya errores debe contener exactamente todas esas palabras. La madre se guarda el papel, sonríe y arropa al crío.
Al día siguiente no suena el despertador a tiempo (ver anteriores entregas para comprender los problemas del chaval con el tema horario) y el niño se levanta de un salto. Llega tarde a la fiesta de disfraces, por lo que no tiene tiempo ni de abrir el paquete que su madre ha dejado preparado, aunque al ver el tique de compra, corrobora que por una vez, su progenitora lo ha hecho bien, y sale pitando a la fiesta.
A las pocas horas regresa. Le han escupido tanto y lan tirado tantas piedras, que es apenas irreconocible incluso por su propia madre.
-¿Pero qué te ha pasado? –Pregunta ella sin entender nada.
Como respuesta el niño deja caer en el suelo el disfraz, ahora inservible, y sube las escaleras en dirección a su cama, con la esperanza de acostarse y no despertar jamás.
He aquí el regalo de mierda.

 
Y he aquí la pinta aproximada del niño con él.

3 comentarios:

  1. Pobre madre, para una vez que lo hace bien...

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  2. Ciertamente, en esta entrega he querido dar un pequeño giro argumental. Me alegra que lo hayáis notado.

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