jueves, 23 de febrero de 2012

De hiperpótamos y monos que hablan

Los niños, desde el momento de su nacimiento hasta que alcanzan la pubertad, aún con ligeras variaciones de comportamiento y apariencia física, son todos iguales. Cuando se alcanza la adolescencia y todo eso comienzan a aparecer algunos rasgos distintivos de personalidad que pueden hacer creer que existe la diversidad o incluso los individuos únicos, pero todo es una ilusión; los adolescentes se limitan a agruparse teniendo en cuenta elementos estéticos o ideologías que ya están predeterminadas y estereotipadas desde hace décadas. Es en la edad adulta cuando una persona tiene el poder de salir del rebaño y reivindicarse como un ser único en el universo; Y para conseguir eso, es necesaria la palabra. Si, hablar es lo único que nos diferencia de otros animales incluso de nuestra misma especie. Y es que en esencia, no somos mas que monos que hablan.
Pero toda esta parrafada, en realidad, solo sirve de introducción para lo que quiero contar, que es tan banal que necesita de apoyo para no caer en lo ridículo. Resulta que hace poco, en una conversación casual de amigos (bueno, no era casual porque en realidad quedamos ya deliberadamente para hablar pero llamarla “conversación forzada” o similar me parece un poco raro y dejarlo solo en “conversación” queda soso. Además ya se entiende y qué mas da), ya no se de que hablaba. Ah si. Decía que en una conversación “casual”, una muchacha nos estuvo hablando, algo seria, sobre un problema de salud llamado “hiponosequé”, que era lo contrario al “hiperlomismo”, siendo, según ella “hiper”, mayor que “hipo”. No se si se entiende pero eso no es lo importante. Lo que viene a ser la clave de esta entrada es que mi cerebro funciona mucho mas rápido cuando se trata de gilipolleces que para las cosas serias y reales y en seguida saqué la conclusión de que si hiper es más que hipo debería existir un animal llamado “hiperpótamo”, que sería como un hipopótamo pero a lo bestia. Lo malo no fue pensar eso sino que además lo dije en voz alta. Y por si fuera poco, me sentí como un tío súper gracioso rodeado de algún tipo de aura de invulnerabilidad generada por mi superocurrencia que me protegería de cualquier mal. Pero mi aura indestructible si que podía ser penetrada por las miradas y pronto me di cuenta de que interrumpir una confesión seria con la idea de un supermamífero no era lo más adecuado del mundo.
Los humanos somos monos que hablan, pero algunas veces deberíamos callarnos y subirnos a un árbol.

2 comentarios:

  1. A veces me da miedo que te entre el conocimiento, así de golpe. Pero entonces hablo contigo y ese miedo se disipa completamiente...

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  2. No temas... aunque la paternidad me ha vuelto más racional, me queda mucho todavía para llegar a ser una persona normal.

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