lunes, 10 de septiembre de 2012

La circunstancialidad de los hechos según las variables espaciotemporales. (Una tesis de Mr. Testículo)



Desde hace un tiempo me vengo fijando en lo variables que son las reacciones de las personas ante una misma situación solamente con variar el entorno; Me explico: Ese vecino/a / compañero/a de trabajo/a que apenas te saluda con un movimiento de cabeza cuando os cruzáis, se convierte en tu amigo del alma y te invita a una cerveza si os encontráis un verano paseando por Egipto. ¿Por qué? Él es el mismo de siempre y tu eres el mismo de siempre. ¿A qué viene tanta alegría? Al entorno no habitual.
Y esto pasa con todo: Una chica normal, del montón, que no destaca especialmente por su apariencia física, se convierte en blanco de silbidos y piropos al pasar por delante de cualquier edificio en construcción; Y ese atleta alabado y aplaudido en su pueblo por sus proezas físicas, pasa totalmente desapercibido en una competición olímpica si queda en cuarta posición. Es una cuestión medioambiental (en el sentido literal de la palabra) lo que nos hace cambiar de percepción y actitud ante una misma situación.

El caso más llamativo lo viví en mis propias carnes hace unos cuantos años, estando de vacaciones por Tenerife. Estábamos (yo y mi esposa) alojados en un hotel que poseía una pequeña cala privada en el mar. Yo no soy amigo del agua pero iba a acompañar a mi mujer y allí, como si la relativa privacidad del lugar tuviera un efecto desinhibidor, las chicas hacían topless (termino anglosajón que viene a significar “tetas al aire”) sin problema ni pudor alguno. Una de esas muchachuelas me llamó la atención de forma especial al pasear sus juveniles pechos ante mí, repetidas veces y a muy corta distancia como si yo no existiera. Me sentí mal, la verdad; Como un pelele; Como un muñeco de trapo sin pene acostado en una hamaca viendo pasar el mundo ante él; Como un eunuco mediocre en medio de un harén sentado junto a dos sementales musculados; Como un anciano encerrado en el lavabo de un prostíbulo sin poder parar de cagar… Así que frente a tal descaro solo pude ocultar mis ojos tras la novela que estaba leyendo para que nadie se diese cuenta de cuánto estaba sufriendo.
Al día siguiente, ya más tranquilo a la hora del almuerzo me encontré con la misma chica en el buffet del comedor; Frente a frente, disputándonos la misma bandeja de comida; Yo, caballeroso, le cedí el paso para que se sirviera primero y ella, al agacharse dejó expuesto a mis ojos el escote de su camiseta; Yo no me impresioné, de hecho ni siquiera la miré. ¿Para qué si ya sabía qué ocultaba? Pero ella se puso nerviosa y se tapó con la mano mientras se servía. Yo no daba crédito a mis ojos; La misma chica que ayer balanceaba sus pezones ante mí, cual péndulos de hipnotista barato, hoy sentía vergüenza de que pudiese asomarme en su escote. Tal incoherencia hizo  que me mareara un poco y dejó de apetecerme el comer, así que me marché, dejándola sola con sus manías.

Conclusión a todo esto: Da igual como seáis, la ropa que llevéis o cómo os comportéis. Al final todo depende del momento y el lugar. O lo que es lo mismo: No por mucho madrugar, luego se acuesta uno más temprano.


Y para reforzar mi teoría, aqui podemos comprobar como dos muchachas, que no sestacan especialmente por su aspecto físico cuando pasan una tarde en el campo, parecen cambiar radicalmente si cambiamos el entorno campestre por uno playero. ¿Por qué si las chicas son claramente las mismas? (fijaos en sus cabellos, si todavía dudais.) Simplemente porque en la playa vamos predispuestos a ver otras cosas y nuestros celebros se limitan a transformar lo que vemos.
Uf, que ( Fernando) espeso estoy hoy.


















Toma rollo me he soltado solo para decir, en resumen, que vi tetas cuando estuve en Tenerife.

6 comentarios:

  1. Jajajaja, es cierto que lo pasabas mal cuando veíamos tetas allí ( al principio que luego le cogiste la maña) pero lo que no he entendido bien es lo del sentimiento de viejo cagando en un prostibulo, debo de ser corta de entendimiento. Ya me lo explicarás otro día.

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    1. Lo del viejo es una bela metáfora sobre la impotencia de quién querría hacer algo pero se ve incapacitado para ello debido a factores externos.
      Espero haber aclarado tu duda, ser anónimo.

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  2. Cerebro que lo pasarais tan bien en Tenerife, pero creo que lo de la privacidad no tiene nada que ver, yo solo voy a playas públicas y veo tetas por todas partes.
    Por cierto, comparando las fotos se me ha ocurrido algo inquietante: te imaginas lo que debe ser conocer a una chica en, como dice la canción, un pueblo con mar y de viaje de novios llevártela a un parador en la sierra...

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    1. Pues pasaría que salís en moto y tienes que alquilar una furgoneta a medio camino.

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  3. Querido capdemut, entiendo y comparto tu sentimiento. A todos nos ha pasado alguna vez ver un jamelgo (llámesele comercial) y ver como se aleja sabiendo eso de los factores externos...

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    1. ¿A que si? Hay que ver cómo son los factores externos a veces.

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