sábado, 22 de septiembre de 2012

Tarará tararí, putero tatero.



En una entrada reciente en el blog del compañero Jorge, éste comentaba las reacciones de la gente cuando les decía que era librero (podéis ver un enlace a su blog aquí a mano derecha, pero no seáis capullines y esperad a leer mi entrada primero). Y es cierto que cada profesión lleva implícito un adjetivo que la resume sea éste acertado o no. Así, un profesor siempre es considerado una persona “ilustrada”, un bombero será “valiente” y si imaginamos un hipotético matrimonio en el que ella es bibliotecaria y él ferroviario, daremos por supuesto que ella es una chica “ordenada” y él “interesante”. ¿Pero qué pasa cuando yo digo que soy camionero? Pues que me miran con unos ojitos raros. Unos ojitos que dicen “putero”.
Yo al principio me esforzaba en explicar que eso solo era un mito, que un camionero no tiene porqué ser mejor cliente de prostíbulo que un albañil, pintor o banquero y que además, yo no hago rutas sino traslados y que… Hasta que desistí. Y os cuento porqué.

Tuve una vez un reparto algo lejos de mi pueblo de esos en los que vas muy justo de tiempo y no encuentras la forma de ir, descargar y volver dentro del horario que el disco del tacógrafo impone. Tanta urgencia tenía que me pasó la mañana entera y la hora de comer sin haber ido al baño y ya regresando a casa a media tarde la cosa no podía esperar más. El problema era que iba a meterme en la autopista y no encontraría una estación de servicio en muchos kilómetros. Opción: Meterme por una camino alternativo y buscar un sitio donde pararme. Y así lo hice, cruzando campo a través por una carretera comarcal que suele estar repleta de prostitutas hasta los topes. Ese día estaba algo lluvioso por lo que mi celebro privilegiado pensó: “Si llego a la explanada esa y no hay prostitutas debido a la lluvia, me paro.”. Y llegué sin reventar y la encontré desierta; Paré el camión; Salí dando saltos como un conejo y oculto tras el vehículo pude pedir disculpas a mi vejiga aliviándola de tanto peso. (¿Os estais dando cuenta de cómo evito palabras y expresiones groseras tales como “mear” “putas” o “reventar la polla”? Me estoy volviendo fino, lo sé.). Cuando terminé estaba contento, relajado, renovado, pero justo en el momento en el que salía de detrás del camión subiéndome la bragueta, aparecieron tres coches, que pasaron despacito, mirandome con unos ojitos raros. Unos ojitos que decían “putero”.

Y es que hay mitos que no se pueden romper.

4 comentarios:

  1. Son todo imaginaciones tuyas, la gente sabe que los camioneros (por norma) son seres delicados cual mariposa...

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  2. Ah, ¿pero no es así?

    Pero sí que es verdad que TODOS lleváis revistas de señoras desnudas con las páginas pegadas entre sí, ¿no? En especial LIB, ¿verdad?

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    1. Pues ahora que lo comentas... Mi camión lo compré de segunda mano y en la cama plegable encontré un par de esas curiosas revistas. Y ojo que una de ellas no fuera LIB.

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    2. Buenas,

      Siento mucha simpatía por el gremio de los transportistas, o camioneros, como siempre se ha dicho. Mi padre fue camionero, un tío paterno mío todavía lo es, y al menos dos amigos se han dedicado a ello (ahora conducen autobuses, que es casi lo mismo aunque con carga más ingrata). Así que este tópico me da por saco especialmente, y por ello envío mi ánimo y un abrazo muy fuerte a todo el gremio.

      Aunque lo que dices que ocurre puede ser verdad, luego uno se da cuenta de que los que piensan lo de "putero" son cocineros poco higiénicos, médicos insensibles, fontaneros chapuceros, obreros machistas, comerciales mentirosos, políticos deshonestos, empleados de banca inmorales, funcionarios vagos, policías abusones, rumanos ladrones, polacos borrachos, marroquíes terroristas, sudamericanos salidos, científicos locos, escritores ególatras, dependientas superficiales, peluqueros cotillas, tenderos timadores, ingenieros sociópatas, cuidadores irresponsables, azafatas promiscuas,...

      ... y te quedas más tranquilo.

      Salud!
      CdP

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