domingo, 9 de enero de 2022

De huertos ecológicos y regresos inesperados.

 

Me siento un momento en la sombra para secarme el sudor de la frente mientras sigo agarrado al mango de la azada con la otra mano. Me tomo un respiro para admirar los productos frescos de mi huerto ecológico y me siento satisfecho. Pimientos, patatas, cebollas y ajos tiernos crecen felices gracias a mis cuidados y dedicación. Es una vida dura la que he elegido pero también tremendamente satisfactoria. Sonrío a la tierra, al sol y a las nubes caprichosas que proporcionan el agua que alimenta toda vida y me siento bien. Estoy en paz conmigo mismo por una vez. Hasta que oigo un coche que se detiene en la parte de atrás.

Suenan pasos que pisan la tierra en mi dirección, produciendo leves crujidos; es alguien de escaso peso, pero no un niño; sus pisadas son irregulares, quizás por no estar acostumbrado a andar por terrenos no asfaltados o puede que por estar nervioso, quizás ambos. Me pego a la pared para poder verle antes de que repare en mi y aparece un señor menudo, de mirada intranquila que sujeta un sobre con ambas manos, como si se tratare de algo de gran importancia. Al no reparar en mí, mira el sobre y pregunta: “¿Señor Capdemut?”.

Me muevo sigilosamente hasta situarme detrás de él y pregunto de forma amenazadora “¿Como me has llamado?”. El recién llegado se asusta ante mi poderosa presencia de señor de campo curtido y deja escapar un sonido lastimero de su garganta. “Yo, eh… me han enviado para darle eso y…” pero antes de que pueda reaccionar le inmovilizo un brazo, se lo retuerzo para atrás y mientras cae de rodillas suplicando, le arrebato el sobre, lo abro con los dientes y leo su contenido con algo de intranquilidad.

-Mis fans quieren que vuelva- digo para mí.

-Eso es, señor… Capdemut. Me han pedido que le entregue este mensaje para que se replantee en volver a escribir.

-¿Mis fans? ¿Esa pandilla de desgaradecidos que apenas comentaban nunca y que cuando tenía que presentar un libro se quedaban en sus casas?

-¡Yo de eso no sé nada! Solo soy un mensajero que… -Su voz se quiebra al retorcerle más el brazo.

-¡Silencio, pequeño bastardo! Nadie controla mi vida, lo que escribo o donde lo hago. Si tengo que volver al blog, volveré, pero no por un mensaje enviado con tan poco estilo.

Pero en seguida me doy cuenta de que le estoy hablando a la pared porque el pobre chaval yace inconsciente a mis pies, abrumado por el dolor y el sufrimiento. Rompo la carta en mil pedazos y los esparzo por la zanja que acababa de cavar para plantar algunas zanahorias, aunque viendo el tamaño de ese repartidor, tendré que hacerla un poco más grande. Y de paso, me replantearé eso de volver a publicar en mi viejo blog.

Quizás no iba tan desencaminado ese muchacho.

6 comentarios:

  1. ¿Basado en hecho reales? [Escalofrío]

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    1. Solo una parte.
      Yo nunca plantaría zanahorias en mi huerto.

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  2. eso le suele pasar a los mensajero. suerte que no le han cortado la cabeza y la han devuelto.

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    1. Para eso están. Por algo cobran un plus de peligrosidad.

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  3. ¡Con ganas de leer más! Relatos, comics y de nuevo el blog

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