viernes, 30 de agosto de 2013

La frecuencia de la vida




Atención queridos lectores porque lo que voy a exponer a continuación es de suma importancia para toda la humanidad. Y es que son muchas las voces que hablan sobre el supuesto control mental al que nos tienen sometidos los gobiernos, sometidos a su vez por grandes compañías comerciales que sirven a oscuros intereses que escapan a nuestra comprensión. Pues bien, tal procedimiento ha salido a la luz y no es lo que todos sospechábamos. No nos controlan a través de mensajes subliminales en anuncios y películas de Hollywood, ni con parásitos anales que ingerimos al beber determinado refresco de determinada marca, ni siquiera con las vacunas obligatorias que nos ponen cuando somos bebés, no… Nos controlan a través de la música. Da igual si somos refinados melómanos que escuchamos la séptima sinfonía en mi bemol sostenido de Churkowsky o si golpeamos la pared con el cráneo al ritmo endiablado del “Nuclear Massacre” de los “Anal Disaster”. No es cosa de estilos sino de formas. Me explico.

Resulta que desde tiempos inmemoriales, la música suena a una frecuencia de 432 Hertzios (Hz a partir de ahora) y ello no es casual, ya que esa es la frecuencia a la que funciona la naturaleza (si, no pongáis esa cara, pandilla de desharrapados desnaturalizados) y hace que nuestro ADN sintonice a su vez con el universo, creando una especie de vínculo cósmico que nos convierte en mejores personas. Pero allá por los años 40, un ministro nazi, malo como él solo, decretó que a partir de ese momento la música fuera afinada a 440 Hz con la sana intención de sembrar la discordia entre el ser humano y todo lo demás. ¿Por qué se le hizo caso a ese hombre tan obviamente malvado? ¿Por qué incluso en países fuera de la influencia nazi se siguieron sus dictámenes? Pues porque sí. Porque hay intereses raros de por medio y aquí saca tajada todo el mundo.

Según un estudio serio y veraz como él solo, desde que escuchamos música mal afinada somos seres más irascibles e irracionales a la vez que nos fatigamos con más facilidad, lo que nos viene a decir que antes de la segunda guerra mundial, el mundo era un lugar repleto de gentes amables, trabajadoras y preciosas. Un mundo feliz, vamos. ¿Y qué deberíamos hacer para volver a habitar en ese paraíso? Pues muy fácil. Deberíamos digitalizar toda la música que tenemos en Cd’s, cassettes y vinilos, meterla en el ordenador y, utilizando un avanzado programa informático, pasarla a 432 Hz. Ya veréis como notáis una mejoría considerable cuando vuestro cuerpo se equilibra con el centro geogravitatorio del planeta.

Pero no, no me deis las gracias a mí. Detrás de esta revelación hay un nutrido grupo de investigadores, músicos y demás personas con peinados estrafalarios y que velan, desde la dura existencia de la resistencia, por nuestro bienestar y su lugar en internet. Que el dios en La menor de los 432 Hz les bendiga.

Podeis leer un artículo innecesariamente más extenso (y en el que claramente me he inspirado para escribir todo este rollo) justo aquí.

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