El niño
se despierta con un grito. Aparta a un lado las sábanas empapadas en sudor y
llama asustado a su madre.
-¡Mamá,
mamá!
-¿Qué te
pasa, hijito? ¿Has tenido otra pesadilla? –Le dice con voz amorosa.
-Sí. He
soñado que mi futuro era una mierda por culpa de un despertador chungo que me
regalabas y que me hacían esclavo y… (Ver capítulo anterior de “Regalos de
mierda”)
-Oh,
pobrecito. Pero no te preocupes que mamá nunca te haría algo así. Es más… Acabo
de comprarte un reloj que iba a reglarte por tu santo pero te lo doy ya.
Y
entonces la madre toma a su hijo por la muñeca con dulzura y le coloca un
bonito reloj.
-Aquí
tienes. Para que nunca, nunca, nunca jamás vuelvas a preocuparte por la hora
que es.
La
madre le da un beso en la frente y se marcha, dejando a su hijo todavía en la
cama y mirando su reloj con atención.
Al cabo
de tres horas y viendo que no podía salir de su ensimismamiento le llevaron al
hospital donde le recetaron antidepresivos. Y a correr.
Pobre crío. ¡Qué viva los controles de calidad! y los saltos en el tiempo.
ResponderEliminarMe mola ese reloj para mis 5 minutitos de más a la hora de levantarme. *_*
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