El niño
miraba por la ventana con los ojos fijos en algún lugar del infinito que nadie
más podía ver. Imaginaba otras tierras, mundos y universos, lejos de sus
preocupaciones y problemas. Lejos de su madre. Hasta que la voz familiar de su
progenitora le llamó desde las escaleras y le arrancó de sus ensoñaciones.
-Hijo,
te he comprado algo que te va a encantar. –Le dijo mientras subía escalones
atropelladamente.
-Seguro
que sí, mamá. –Respondió él sin emoción alguna, con la vista fija en la
ventana.
-Vengo
del mercadillo ese que montan los viernes…
-¿El
que solo venden basura? –Interrumpió él con el mismo tono.
-Sí.
Ese. ¿Y sabes que he encontrado?
-No. Sorpréndeme.
-¡Una
figurita de esas de estaruars que tanto te gustan! –Dijo mientras se rebuscaba
en el bolso. -¡Y todavía dentro de su precinto original!
Y de
pronto el niño volvió a su ser, casi sintió emoción y se giró a ver qué le
había traído su amada madre.
Volvió
a girarse hacia la ventana y suspiró. El universo era demasiado pequeño para
él.
Yo no entiendo mucho de esto, pero esa figura tiene que valer una pasta...
ResponderEliminarpero qué?!!!??#@%&#@###@%**!!!???!!
ResponderEliminarcada día odio más la globalización pobre criatura